La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Se es de donde se quiera ser

Judíos, gitanos, negras y emigrantes son parte de la grandeza cultural de Francia. Aplíquese a otros países

Para ser francés -escribía ayer- da igual la raza y ser católico, protestante, musulmán, judío o ateo. Lo importante es amar su cultura y acatar la Constitución de la V República que "garantiza la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos sin distinción de origen, raza o religión". Un lector comentaba a pie de artículo que mis palabras eran una de esas mentiras que -según la frase de Goebbels- repetidas mil veces se convierten en una verdad. No es así. Lejos de mí el ánimo de discrepar con mis lectores. Pero este asunto es muy serio, tal vez el más serio al que se enfrente Europa. Y es importante dejar claro que ni la raza, ni la religión, ni el lugar de nacimiento impiden integrarse en una nacionalidad, una cultura y unos valores. Se es de donde se quiera ser, de donde se ame y respete una cultura, unos valores cívicos, una historia de lucha por la libertad y los derechos. Por eso hay quien deja la tierra en la que nació y se acoge a otra que hace suya. Lo no tolerable -esto sí hay que dejarlo claro- es integrarse en una comunidad para acabar con sus valores, su historia y su cultura hasta convertirla en lo que un grupo quiera que sea. Eso fue el colonialismo europeo, por ejemplo. Y esto es la infiltración islamista que pretende imponer sus creencias y modos de vida.

Francia aprendió esto con el caso Dreyfus, el capitán acusado de espía y traidor por ser judío… ¡y un judío no podía ser un leal francés de verdad! Zola lo defendió con el más importante y famoso artículo periodístico de la historia: Yo acuso. Francia es Marc Chagall, el judío bielorruso que vivió allí desde 1923 hasta su muerte convirtiéndose en gloria nacional francesa. Francia es George Steiner, judío de origen vienés. Francia es la americana negra Josephine Baker, que reinó en el Folies Bergère, regresó a Estados Unidos para actuar en Broadway y fue tal mal tratada -por negra e inmoral- que regresó a Francia, adquirió la nacionalidad, recibió la Legión de Honor por su apoyo a la Resistencia y tuvo -¡una negra!- un funeral con honores militares. Francia es el cineasta judío alemán Max Ophüls, nacionalizado francés tras huir de los nazis. Francia es Django Reinhardt, el genio gitano del jazz que creó con un francés hijo de un emigrante italiano, Stephane Grapelli, el Quinteto del Hot Club de Francia. Judíos, gitanos, negras y emigrantes son parte de la grandeza cultural de Francia. ¿O no?

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