Los reactivos

Don Xavi Hernández, exiliado catarí, definía la sentencia como "una vergüenza", opinión que comparte con Vox

Como era de esperar, el lunes, los reactivos reaccionaron de inmediato a la sentencia del procés, siendo así que don Íñigo Errejón declaró que era "desproporcionada e inútil" (la sentencia, no su nueva formación), en tanto que los sindicatos catalanes hicieron lo propio, y así hasta llegar al molt honorable don Quim Torra, que mandó una carta a Felipe VI, en la que venía a decir que Su Majestad es un poco tirano y vengativo, pero dicho con la cortesía de un caballero catalán, muy fino e instruido. Por su parte, el FC Barcelona manifestó que la sentencia no soluciona nada; de modo que es de esperar que, en los próximos días, también se manifiesten otros gremios: pañeros, pirotécnicos, surfistas, etc, incluidos los propios sentenciados, ahora delincuentes de ringorrango, que han declarado, contra toda evidencia, que esto no es justicia, sino venganza.

Don Xavi Hernández, exiliado catarí, definía la sentencia como "una vergüenza", opinión que comparte con Vox, mientras que el señor Ortúzar lamentaba, ¡ay, cómo lo lamentaba!, que la sentencia dibuje una España "en blanco y negro", recurriendo, como es costumbre, al símil predilecto de don Xabier Arzalluz (no se equivoquen, los negros siempre somos nosotros). Nuestra izquierda menos estudiosa habló incluso de amnistiar a los presos políticos. Lo cierto, sin embargo, es que, en España, los únicos presos de tal índole, habidos en democracia, fueron los secuestrados por el terrorismo patrio. Terrorismo que en su mayor parte cabría definir como racista/leninista, dada su doble servidumbre totalitaria: nacionalista y comunista.

Como se ve, todo español lleva dentro de sí un mediador internacional; vocación ésta que quizá quepa atribuir al cansancio de las contiendas civiles, tan comunes en España desde el XIX y antes. ¿Hablará de brutalidad policial la Generalitat, tras la cargas policiales de los Mossos? ¿Se culpará a sí mismo don Quim, titulándose de ominoso franquista? ¿Confesará que les mandó zurrar para que no les atizaran los charnegos? ¿Conocerán, en fin, los del Tsunami democràtic el significado de ambos términos? La necedad taimada y quejicosa de los condenados tiene completo derecho a persistir en el error, dado el coste de su vocación golpista. Sin embargo, que una parte del hemiciclo la encuentre preferible a la democracia es, sin duda, un indicio paradójico y poco halagüeño. Por comparación, don Pablo Iglesias, el lunes, parecía todo un hombre de Estado. Taciturno y de sport, pero de Estado.

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