Crónica Personal

El recorrido de Yolanda Díaz

Yolanda Díaz se encuentra en la cresta de la ola, pero debe andarse con cuidado porque las olas vienen y van

Está que se sale. Hay quien la ve ya como futura presidenta del Gobierno, y lo que toca ahora es ver cómo se defiende Pedro Sánchez de la mujer que en estos momentos pone en riesgo su permanencia en Moncloa. Yolanda Díaz se encuentra en la cresta de la ola, pero debe andarse con cuidado porque las olas vienen y van, y porque, además, hay obstáculos que pueden impedir que alcance la gloria.

El principal, que no tiene partido, asunto fundamental para contar con posibilidades de Gobierno. Yolanda Díaz es la mujer de moda, pero le falta infraestructura. La de Podemos no le sirve porque sus relaciones con la cúpula son prácticamente nulas; Montero y Belarra se han echado al monte, con su crédito muy devaluado por el infantilismo y la demagogia de sus propuestas, Iglesias se dedica a las tertulias y a ganar dinero, y en Podemos han proliferado las bajas de personas que eran referente, varias de ellas para crear otros partidos.

Yolanda Díaz busca una plataforma, a ser posible con protagonismo de mujeres, pero no ha acertado con los nombres elegidos. Si piensa que Colau, Mónica García o Mónica Oltra provocan entusiasmo desbordante es que no tiene noción de cómo va este país. Como cuando ha explicado que le regaló al Papa un ejemplar de Follas Novas porque era el libro que muchos gallegos llevaban en su maleta cuando emigraban a Argentina. Alguno habría, pero los emigrantes de los sesenta en su mayor parte eran analfabetos, para su desgracia; y si leían, probablemente intentaban meter en la maleta productos de primera necesidad antes que libros, que además costaban dinero. Hay veces en que el rigor de Yolanda Díaz brilla por su ausencia. En Galicia la conocen bien, y en la mayoría de los círculos de la izquierda siguen con asombro su aparente atractivo en otras regiones.

Habrá que ver cuánto dura ese atractivo, porque no hay político que no reaccione si ve en peligro su cargo. Ya se ha visto algún gesto de distanciamiento de Sánchez hacia su vicepresidenta, pero pueden desencadenarse muchos más a poco que Yolanda Díaz saque más conejos de la chistera, como ha hecho con la audiencia del Papa organizada a espaldas de sus compañeros de gobierno.

Tiene Sánchez una buena excusa para aumentar el alejamiento con Díaz: que Bruselas ata en corto a España y su polémica reforma laboral. Yolanda Díaz presume de su pronta derogación, pero lo que ha conseguido hasta ahora es poco si se compara con lo que exigía y cuando se llegue al obligado acuerdo con empresarios y sindicatos ya habrá quien se encargue de explicar que más que derogación se trata de maquillaje.

Porque lo exige Bruselas pero, además, porque a Pedro Sánchez no le interesa nada que Yolanda Díaz se apunte ningún tanto.

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