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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Un ridículo para los agentes de la autoridad

A ver qué guardia civil da un alto para que le digan que van a cenar con un allegado y le cuenten una película de indios

Un ridículo para los agentes de la autoridad

Un ridículo para los agentes de la autoridad

Alos guardias civiles los van a volver locos en las fechas señaladas de las pascuas de Navidad. Que se pueda viajar para comer o cenar con allegados deja el campo abierto, absolutamente abierto, a podernos reunir con cualquiera. En la categoría de allegado entra quien usted quiera. Dar vía libre a vernos con los allegados evoca a la teoría de las partes íntimas de la Bernarda. O como el que tiene un tío en Alcalá, que ya se sabe qué clase de tío es. Puestos a jugar con el lenguaje, ya podía el Gobierno haber hecho un guiño al muy orillado Latín en los planes de estudio y haber autorizado las comidas o cenas con adláteres, vocablo mucho más culto, mucho más revestido de formalidad. ¿Para qué van a parar los agentes un vehículo el día 24 o el 31 de diciembre? "Voy a cenar a casa de unos allegados". Circule, circule. Al de uniforme le importará un pimiento por qué considera usted allegado a su anfitrión. Es un hazmerreír. No saben cómo darnos las malas noticias. Nos maquillan la realidad. No deberían dejarnos salir. Lo mejor sería quedarnos todos quietos como estos días. Pero no se fían un pelo de nosotros. Temen que haya represalias en las urnas. Por eso ceden. Todavía estamos pagando la factura del verano, cuando nos dieron libertad y la gráfica de muertos y hospitalizados se disparó que daba miedo. Ahora nos levantan la mano en los días importantes para que salgamos, nos reunamos, bebamos y volvamos a meter la pata. Esperemos que no ocurra como en los Estados Unidos, donde el día de Acción de Gracias se ha cobrado miles de muertos. Lo de las cabalgatas estáticas es simplemente de tebeo, porque la risa en este caso no es ninguna muestra de frivolidad, sino terapéutica. Merecemos un Gobierno que tome las decisiones que de verdad tiene que tomar en función de las circunstancias, no uno que lo calcula todo según sus intereses, que son única y exclusivamente los del líder, un tipo que miente una y otra vez, se oculta unos días, aparece otros hasta en la sopa y ha dado ya suficientes muestras de ser un inmoral. Cenen ustedes con sus allegados, con su pandilla, con su cuadrilla, con sus compadres o con su cohorte de amistades. Llámenles como quieran, pero tengan claro que no le han tratado ni con claridad, ni mucho menos con seriedad. Tengan cuidado con la segunda copa que es cuando se empieza a hacer el indio. Y apiádense del guardia civil que les dé el alto, con el que cabría aquello del Cantar de Mío Cid: "Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor". Qué manera también de dejar en ridículo a los agentes de la autoridad.

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