La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El desgarro de la muerte en el Parlamento de Andalucía
La ventana
NUNCA jamás se me hubiera pasado por la cabeza que íbamos a vivir lo que estamos viviendo. Esa barbaridad que es el número de parados, esas algaradas callejeras un día sí y otro también, esa nefanda clase política que se ha instalado en la confrontación más inoperante y la guinda de esos niñatos de Mérida que amagan con la quema de curas. Afortunadamente no se vislumbra en el horizonte ningún cuartelazo porque apenas quedan cuarteles ni milicos que asomen sus lustrosas botas y sus ganas de cargarse gente. Esto es lo único bueno de una situación que tiende a parecerse a tantas y tantas como ilustran la historia de España, este país tan rico en guerras civiles. Dicen que no conocer la historia conlleva el riesgo de caer en los mismos errores y en sus mismos capítulos negros, por lo que a ver si las cosas pueden arreglarse con cabeza, la clase política deja de enfrentarse y rema al unísono.
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