Calle Rioja

Francisco Correal

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El tiempo de los ciclos lunares y solares

Vísperas. Se nota en las obras del Mercantil para ver las cofradías en Sierpes, en el mirador del Casino Militar, en las demandas en las tiendas de antifaces y capirotes. La Semana Santa termina con el mes, como si Abril fuera un punto y aparte, otra cosa

Montaje de los palcos de Semana Santa

Montaje de los palcos de Semana Santa / D.S.

CARLOS Herrera ha terminado sus primeras cuatro horas de radio, el testigo del Pulpo, y camina por la calle Tetuán. Después de dirigirse a varios millones de oyentes, una sola persona lo escucha al otro lado del móvil. La soledad sonora. En el Espejo de la Iglesia de su emisora han entrevistado a Juan Miguel Vega, que mañana se sube al atril del teatro de la Maestranza donde se veían colas para la Casta Susana. Otro pregonero de la radio, como Herrera. Una magnífica semana para la Iglesia de Sevilla en estas vísperas: han terminado los arreglos de la Giralda, pandemia mediante, con el lateral que daba a la calle Alemanes y al patio de los Naranjos; se ha activado el proceso de beatificación de José Torres Padilla, canario de la Gomera que con Ángela Guerrero fundó las Hermanas de la Cruz (dos religiosas de esta congregación caminan por la calle Cerrajería rumbo a alguien que las necesita); y el Sábado de Pasión se estrenará la agrupación del Santo Ángel con imágenes de Martínez Montañés y Juan de Astorga. La noticia, dice Juan Dobado, prior de esta iglesia carmelita de la calle Rioja, ha incrementado en un centenar el medio millar de hermanos con que contaba.

El tópico se hace realidad. Todo huele a Semana Santa. El Círculo Mercantil, entidad que data de 1868, el año de la Gloriosa, estrenará dos nuevas puertas para que sus socios, con el nuevo presidente, José María González Mesa, sucesor de Práxedes Sánchez, vean a las cofradías en su carrera oficial por la calle Sierpes. El Casino Militar también ha despejado el salón principal para convertirlo en un mirador. Un lugar lleno de misterio. Se accede por el pasaje que une Sierpes con Tetuán, frente a la librería San Pablo. La estancia la preside una placa que recuerda la presencia en este lugar el 22 de noviembre de 1910 de Alfonso XIII para presidir el banquete en el que se le imponía la Corbata de San Fernando al estandarte del Regimiento de Alfonso XII (21 de Caballería) por su heroica carga de Taxdirt. De la torre almohade a la revolución gaditana que con Prim, Serrano y Topete destronó a Isabel II y a la restauración monárquica con la gesta africana. Todo en Sevilla, entre Sierpes y Tetuán, parece venir del norte de África, salvo la legión de montañeses que cambiaron la faz de la ciudad y la urdimbre de sus gentes. Sureños de norte a sur, como canta el bueno de Silvio.

Los foráneos hacen fotos de los palcos, pero no serán días para sentarse sino para caminar. Por eso José Víctor Rodríguez, cordobés universal de Palma del Río, tiene cita con el podólogo. Camina por la plaza Cristo de Burgos, muy cerca de la calle Padre Luis María Llop que a mucha gente no le dirá nada. Es una pequeña arteria urbana donde está la casa donde nació el pintor Diego Velázquez, bautizado a pocos metros de allí, en la iglesia de san Pedro de la que saldrá en estación de penitencia el Cristo de Burgos. En ocho décadas, será la primera vez que las cofradías que vienen de la Ronda (Trinidad, San Roque, Negritos), se encuentren cerrada la Droguería Osario, punto de encuentro de profesionales de las Bellas Artes. Refugio del Campo echó ayer el cierre a un negocio que abrió primero sus puertas en la calle Arfe, 1937, y en 1943 en su actual emplazamiento. Ni la droguería ni la taberna El Punto. La Puerta es un Osario. En la esquina donde los autobuses urbanos hacen la maniobra más inverosímil para llegar a Ponce de León o a la Plaza del Duque.

Hace años que desapareció el bar La Abundancia, zona de avituallamiento cuando veníamos de jugar los partidos en los campos de San Benito. Es la zona de la infancia de Rafael Gordillo, donde vivió su tío Quintín, su mejor servicio de documentación, familiar que también trabajó en la histórica droguería, ya carne de archivo y hemeroteca. Junto a la calle Matahacas, donde desde 1979 está La Casa del Nazareno, estos días a pleno rendimiento. Dicen que es la calle más larga de Sevilla, porque une la calle Sol con la antigua calle Luna, hoy Escuelas Pías. La primera, paralela a Enladrillada, tiene como una dehesa en la plaza donde está la iglesia de san Román, de la que salía la hermandad de los Gitanos como consta en el magnífico documental que se estrenó con guión de Enrique Casellas, pregonero saliente (las Olimpiadas, entre Juegos y Juegos, duran cuatro años, y los pregones un año) y aportaciones históricas de Julio Mayo, que además de cronista oficial de Los Palacios, el municipio sevillano con mayor presencia en la selección española de fútbol, sabe muchas cosas del corazón histórico de la capital.

Alguien de fuera se sorprenderá de las personas que llevan en bolsos unos artilugios cónicos. La prueba de los capirotes. La garantía del anonimato de la estación de penitencia. La variante sevillana de la educación sentimental de Flaubert. Una impronta de siglos, de generaciones, un coágulo de historia que se repite cada primavera. No era la estación favorita de Ismael Yebra, pero así son las cosas. Hay tradiciones religiosas que se acogen a ciclos lunares y otros a ciclos solares. La Semana Santa termina con el mes, como si Abril fuera un punto y aparte, otro asunto, otro departamento en el negociado de Fiestas Mayores. Ese tiempo vuela en Sevilla mucho antes de que llegara Airbus; es anterior incluso a los aviones Saeta de la Hispano-Aviación.

La Semana Santa estrena alcalde y delegado de Fiestas. El año pasado hubo Santo Entierro Grande y este año hay en diciembre, de las torrijas a los polvorones, Congreso de Hermandades y Piedad Popular. Hay una fiesta cotidiana que deja perlas gozosas. Juan y Medio, flamante medalla de Andalucía, recibía en su programa a María Galiana, hija predilecta de la Comunidad, Goya del Hollywood nacional, bética nacida el año que el Betis ganó la Liga (1935). 88 años y en los teatros. Ese número que tanto le gustaba a Cortázar y que parece el infinito cuando se levanta de la siesta. Hablaban del cuidado de las personas mayores (Mayores sin reparos era la alternativa a El Loco de la Colina cuando Jesús Quintero presentó en 1982 su proyecto de programa de radio nocturna) y la actriz decía que su padre siempre le decía que si lo tenía que llevar a una residencia que fuera en el Salvador, en San Juan de Dios “para ver pasar las cofradías”. Qué pregón más hermoso, qué tributo al hilo sagrado de las ciudades, ese acervo con el que nunca podrán los pisos turísticos, los políticos mendaces, las franquicias o la vulgaridad. Esas tiendas del recuerdo, la Sevilla de Juan Sierra, Rafael Montesinos o Antonio Burgos, nunca echan el cierre. No necesitan de licencias de apertura ni de prorrateos. Se pierden para ganarnos en la noche de los tiempos, que es el día de los espacios siderales. Del Sol a la Luna, como esa calle Matahacas con una Casa del Nazareno en la que Armstrong, Collins y Aldrin se prueban las sandalias para pisar el cielo. Un gran paso para la Humanidad. Dos pasos para Sevilla.

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