¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El tilo de Espadas

En el 'Espadato' se han cometido errores mil, pero nos quedamos con lo mejor: el talante, que diría Zapatero

Leo una vieja columna de Alfonso Ussía en la que cita a su vez otro artículo de José María de Areilza, el famoso conde de Motrico que tanto juego dio en el franquismo y la Transición. En el texto se recordaba a los viejos tilos que daban sombra a las antiguas casas vascongadas y santanderinas, a cuya sombra se sentaban los hombres a hablar de sus cosas en paz, cuando las tareas habían finalizado. Según el escritor madrileño, creador del inmortal Marqués de Sotoancho, "la sombra del tilo es calmante y una conversación bajo su influencia es siempre más reflexiva que bajo un castaño o un nogal". Ussía, al final del texto, lo que propone es un gran tilo bajo el que todos los españoles podamos sentarnos a hablar tranquilamente, una de esas ideas bucólicas de antes de que se emponzoñase definitivamente la conversación nacional. Lo malo de los columnistas es que nos solemos ver obligados a las moralejas.

En Sevilla hay pocos tilos, o al menos yo no los veo (desde aquí reto a Tomás García a que dedique uno de sus pedagógicos artículos de los sábados a ilustrarnos sobre la población de esta especie en nuestra ciudad). Tengo localizado uno en el Parque de María Luisa, junto a unos pinos de oro que escoltan la entrada de la zona de juegos infantiles que hay junto a la avenida de Pizarro. Pero está rodeado de muchos otros árboles y no se le puede contemplar en toda su rotundidad norteña. No serviría para sentarse debajo a charlar, y es una pena, porque quería utilizar la metáfora del tilo para hablar del mandato de Juan Espadas como alcalde de Sevilla, que como todo el mundo sabe está a punto de finalizar, como muy tarde cuando se aprueben los presupuestos municipales de 2022. Y lo que quería decir es que lo mejor de Espadas es el tilo que plantó en el Ayuntamiento, donde se han vivido unos años de buen tono y tranquilidad cuando España entera era (sigue siendo) un patio de vecindonas lenguaraces y combativas. Durante el Espadato se han cometido errores mil, la ciudad está más sucia que nunca, y se ha practicado el monocultivo económico del turismo. Pero en el momento de la despedida preferimos quedarnos con lo mejor: el talante, que diría Zapatero.

Pero hablar de tilos en Sevilla es como hacerlo de palmeras en Oslo, así que mejor nos buscamos una jacaranda o una tipuana como símbolo del mandato de Espadas. Según Enrique Figueroa, la sombra de la primera es demasiado negra ("parece el árbol de la bruja", me dijo una vez), por lo que nos quedamos con la tipuana, con uno de los ejemplares de ese maravilloso bosquete que es Alcalde Juan Fernández. Y que pase el siguiente.

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