Enderezó su rumbo el Betis y lo que más choca en esto es por qué los entrenadores se muestran tan tercos ante la evidencia. Desde agosto le veníamos aconsejando con el propósito de que el sevillanísimo club de las 13 barras con corona tomase la senda adecuada y ha tenido que pasar demasiado tiempo y dejar que el pelotón se engrosase y se distanciase para que el hombre que maneja la barca tomase la decisión de cambiar de rumbo.

Hasta la saciedad se dijo en este rincón que no estaba hecho el plantel del Betis para el dibujo que mostraba. Y le había ocurrido lo mismo a Setién en su primer año, que jugaba con defensa de cuatro y la ausencia de un garante stopper por delante de la defensa le daba una vulnerabilidad tremenda. Tras la ventana de fichajes invernal y con la llegada de Bartra, el cántabro optó por un blindaje de tres centrales y el viento cambió de dirección para bien, para muy bien.

El simple hecho de que en la nómina de futbolistas no haya un solo lateral con mentalidad de defensiva hacía que fuese de cajón un blindaje por el centro. No sé, pero quizá fuera no querer imitar en nada a Setién lo que impulsase al catalán a mantenerse aferrado a sus convicciones. Pero la cercanía de la guillotina que amenaza a todo entrenador que gana poco ha hecho que rectificase y ahí están los frutos, conque esperemos que nunca más le dé por volver a las andadas.

En la actualidad, quizás Álex Moreno tenga algo asumidos los conceptos defensivos, pero la fragilidad por los costados sigue latente. Emerson, Barragán, Francis, que ni está ni se le espera, defienden poco y mal, Pedraza no es un especialista en la resta y bien hará Rubi en continuar con este último dibujo. Y lo más valioso de cuanto pasa ha sido la irrupción de Édgar, un buen futbolista que está imitando a Júnior en algo muy esperanzador, jugar mejor que en el filial.