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Carlos Colón

Todo vale

EN marzo Rubalcaba acusaba al PP de "llevar la bazofia de ETA al Congreso"; en abril se preguntaba "qué tiene Aznar en la cabeza" para usar el terrorismo contra el Gobierno; en mayo acusaba el PP de utilizar el terrorismo para intentar hacer daño al Ejecutivo y a él personalmente. En julio Elena Valenciano, secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE y coordinadora de la campaña electoral de Rubalcaba, acusaba al PP de "utilizar el terrorismo con fines electorales", calificando esta actitud de "hecho gravísimo" que dividía a los españoles; y en agosto afirmaba con rotundidad: "Nosotros no vamos a hacer de la lucha contra el terrorismo un instrumento de la campaña electoral".

Cambio de registro tras las encuestas adversas que abren las heridas del 22-M, el comunicado de ETA (cese de la violencia asesina, sin disolución de la banda, a cambio de que se le concedan todas sus reivindicaciones) y la proximidad del 20-N. El 30 de octubre Rubalcaba, pese a haber insistido cinco días antes en que "sería un error colocar la política antiterrorista en la lucha partidista", afirma que "con Aznar hubo más muertos y con Zapatero más etarras detenidos". Un día después Patxi López declara que "en el reto de cerrar las heridas que ha ocasionado el terrorismo no es lo mismo Rubalcaba que Rajoy". Y anteayer González y Guerra -unidos por la necesidad como los dúos yeyés que tras muchos años de separación y disgusto se vuelven a juntar para explotar la moda del revival- fueron los artificieros de la traca final (al menos de momento) al dañarse las cuerdas vocales gritando que "Rubalcaba ha acabado con ETA" y las cuerdas morales al insinuar que el PP intentó retrasar el comunicado de los etarras.

Se rompió así el propósito de no utilizar el terrorismo en la campaña electoral. Se ha hecho. Y además sobre un trasfondo de mentiras y de insinuaciones venenosas. Éstas no son las primeras elecciones democráticas sin ETA, porque la banda no se ha disuelto, no ha renunciado a sus pretensiones y su palabra vale lo que vale. Y nadie con dos dedos de frente puede pensar que el PP hubiera intentado retrasar la difusión del comunicado de ETA.

Mientras González y Guerra se dejaban las cuerdas vocales y morales en Dos Hermanas para que después saliera Rubalcaba con su estudiado gesto de eficacia y modestia, como de astuto, calculador y experto en supervivencias servidor de coléricos y poderosos monarcas, Otegi aseguraba que pedir el fin de ETA es inmaduro y que "la paz y la normalización política no han llegado porque los estados español y francés siguen negando el derecho a decidir de Euskal Herria como nación". Por lo visto no se ha acabado con ETA.

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