Contesto por la presente a D. Rafael Moreno Rojas, miembro de la Academia Andaluza de Gastronomía, por su artículo “Los bares y las malas compañías”. Insiste el Sr. Moreno en un mantra repetido hasta la saciedad en estos días por los hosteleros afectados por las restricciones de aforo y horario como consecuencia de la pandemia del Covid-19. Tal mantra repite que los bares son los lugares más seguros y que en ellos se toman todas las medidas de seguridad para evitar contagios de la enfermedad. El Sr. Moreno añade que sólo el 5% de los contagios de coronavirus se producen en estos locales. Para empezar, el Sr. Moreno no cita la fuente de ese dato del 5%, una cifra que se antoja difícil de precisar, y dudo mucho que cuando una persona ingresa o enferma de Covid-19 o da positivo en una PCR pueda identificar con certeza dónde se infectó.

Desconozco en qué hostelería está pensando el Sr. Moreno. Las circunstancias más peligrosas a la hora de incrementar las posibilidades de contagio del virus son el contacto social, especialmente si es prolongado y más aún en lugares cerrados, la falta de distancia entre personas y, como principal factor de riesgo, el que todo lo anterior se produzca sin mascarilla. Ocurre que los bares y restaurantes, sobre todo los primeros, tienen como objeto la socialización, es decir, personas que se reúnen durante un periodo prolongado de tiempo (a una papelería o ferretería uno suele acudir solo y permanecer allí el tiempo indispensable). Sucede además que, como seguro conoce el Sr. Moreno, las personas que acuden a bares y restaurantes para socializar se desprenden de la mascarilla apenas se han sentado. Parecen tener la sensación de que el bar crea una burbuja de inmunidad que les protege a ellos y a aquellos con quienes interactúan. Si bien es cierto que algún bar tiene carteles solicitando que se mantenga la mascarilla salvo en el momento de la ingesta de alimentos o bebidas, todos sabemos que eso no se cumple por casi nadie.

Mi tesis es la contraria: los bares son hoy por hoy los lugares más inseguros que existen. Podría inventarme una cifra y decir que el 80% de los contagios se producen en esos lugares, pero no quiero caer en aquello que critico. Podemos discutir sobre si la Policía debería controlar más lo que ocurre en estos locales y podemos también coincidir en que estos comercios, como cualesquiera otros, deben recibir ayudas si se ven impactados por los cierres. Pero el mantra que los hosteleros desean expandir de que la hostelería es plenamente segura es, sencillamente, falso e insostenible, y va siendo hora de que se diga. 

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