El grupo Renault hizo ayer un importante anuncio para la industria andaluza: la única fábrica de uno de los principales fabricantes del sector de la automoción -la de Sevilla- pasará a ser el centro de referencia del grupo para producir todos los modelos de cajas de velocidades para vehículos con motorización híbrida. El anuncio supone casi multiplicar por dos la capacidad de esta planta, ya que aumentará en 400.000 unidades su actual producción, hasta situarla en 2023 en el millón de cajas de cambio. La decisión es una muy buena noticia; "un notición", como dijo el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, en la presentación pública hecha por Renault en la sede de su Gobierno. Lo es porque no sólo sitúa a la planta como centro de excelencia en un grupo tan importante en el sector del motor como Renault, sino porque asegura la continuidad de la fábrica, que dejará de producir paulatinamente cajas de cambio manuales, que tenían fecha de caducidad. Además, la propia empresa auguró que supondrá un crecimiento del empleo a partir de 2023. No fue la única referencia positiva. Al valorar esta apuesta de Renault por Sevilla, el presidente Moreno señaló como objetivo político de Andalucía elevar el peso de la industria en el Producto Interior Bruto (PIB) regional. Recién elegido por mayoría absoluta, el presidente se plantea lograr en un decenio que llegue al 17% o 18%, cuando apenas supera el 10,5% sobre el total. La distancia es menor si se compara el valor agregado bruto de la industria en Andalucía -un indicador más acertado, según los expertos-, que en 2021 fue del 11,77%, según el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA). Pese a ello, el peso de la industria sigue siendo bajo en la región y se mantiene estancado desde hace años. Elevarlo varios puntos en la próxima década es un reto tan acertado como exigente. Hace falta para ello una estrategia industrial clara, facilitar la inversión privada y proteger el empleo industrial más cualificado y mejor remunerado.