DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Tribuna

Antonio M. Álamos

Plataforma Salva Tus Árboles Sevilla

Políticos menguantes

El concejal David Guevara observa las labores de plantación en los Jardines del Valle. El concejal David Guevara observa las labores de plantación en los Jardines del Valle.

El concejal David Guevara observa las labores de plantación en los Jardines del Valle. / M.G.

Algunos políticos tienen la rara habilidad de contravenir las más elementales leyes de la percepción: cuanto más te acercas a ellos más pequeños parecen. Por eso intentan mantener las distancias. El concejal del Ayuntamiento de Sevilla David Guevara es uno de ellos.

En el turno de participación ciudadana del último pleno municipal, el pasado 30 de noviembre, compañeros de la plataforma Salva Tus Árboles Sevilla, al leer dos nuevas tandas de preguntas relativas a la gestión del arbolado, se situaron a unos diez metros, demasiado cerca. Ellos de pie, él sentado, siempre hubo clases.

Después de lo ocurrido en el pleno de octubre, donde Guevara mostró su incapacidad más completa para responder coherentemente a las preguntas que le formulamos, el concejal optó por cambiar de táctica. Así, en la primera intervención, en vez de responder sobre lo que se le preguntaba, hizo un alegato sobre el buen funcionamiento del servicio de Parques y Jardines: todo está bien, todo es correcto, todo es perfecto, ¡qué osadía ponerlo en duda! Desde el salón de plenos no se ven los tocones de los árboles talados, los inclementes terciados, los alcorques vacíos. La calle, pie en tierra, es para los demás.

"No se sabe cuántos árboles hay ni cuándo se van a plantar los que anuncia el Ayuntamiento"

Seguimos pues, bendita transparencia, sin saber cuántos árboles hay en esta ciudad; ni por qué no publican el inventario municipal de árboles (SIGAS); ni qué ni dónde ni cuándo se van a plantar los que anuncian, ya que no publican el plan de plantaciones; ni por qué se están plantando árboles de mala calidad; ni cuántos alcorques vacíos o cementados existen en esta ciudad; ni qué medidas de control se están llevando a cabo sobre las empresas que han obtenido el famoso “macrocontrato” de casi 60 millones de euros; ni por qué, es sólo un ejemplo, están desapareciendo árboles en la Plaza de la Debla (Polígono San Pablo).

A la segunda tanda de preguntas simplemente se negó a contestar alegando que la exposición de motivos era la misma que la de la primera. Y estábamos aún dudando si habíamos oído bien al señor Guevara, que de manera tan desahogada se había negado a cumplir con su obligación de responder, cuando como remate del despropósito interviene la presidenta del pleno, Carmen Castreño, para indicar que se acababa de dar cuenta, ¡oh, sorpresa!, de que no se nos debería haber dejado formular las preguntas. Según dijo, en la solicitud para intervenir ante el pleno, presentado por Ecologistas en Acción, esta entidad expresaba hacerlo en nombre de una plataforma no inscrita en el registro de asociaciones.

No bastaba con que nos hubieran negado la respuesta. Había que procurar que no hubiese más preguntas incómodas en un futuro sin que parezca importar que en los reglamentos del pleno municipal y de participación ciudadana no se encuentre nada que justifique las salidas de la presidenta y del concejal. Teniendo en cuenta que esta es la tercera vez que la presidenta del pleno admite escritos e intervenciones ciudadanas que ahora dice irregulares, esperamos por el bien de esta ciudad que papeles más importantes que estos no pasen por sus manos. No fue su día. Minutos más tarde le retiró la palabra a la representante de otra asociación. Sus delicados oídos no soportaron una expresión que calificó de maleducada. ¡Con lo que se oye en ese pleno!

Dos presencias más en el pleno son de destacar. La primera, entre el público, la de Adolfo Fernández Palomares, actual director de Parques y Jardines y responsable directo del arboricidio perpetrado estos meses atrás (la afición a la motosierra le viene de antes: en su época de director del parque del Alamillo ordenó la tala de 600 pinos), que nos deleitó en los pasillos con algunas afirmaciones que darían para escribir otro artículo; pero que, nobleza obliga, no podemos transcribir. La segunda, en su sillón, del alcalde, que esta vez sí, después de dos ausencias, se quedó a escuchar el turno de participación ciudadana.

¡Qué sabe nadie! En esta ciudad tan amante de los milagros pudiera ocurrir que después de haberlos visto actuar en riguroso directo decidiera cesarlos a los tres. Si lo hace, señor alcalde, no le quepa la menor duda, todos los árboles de esta ciudad alzarían al unísono sus ramas. Imagine lo bien que vendría para el turismo.

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