Luis Rey Goñi | director del Colegio San Francisco de Paula

"La Selectividad es una estafa"

  • Este químico perteneciente a una dinastía de pedagogos que se remonta al siglo XIX, ha sido el primer español en formar parte del Comité de Educación del Patronato del Bachillerato Internacional

El Rastro de la Fama: Entrevista a Luis Rey / José Luis Montero

Viste un impecable traje azul y su despacho tiene un vago aire decimonónico, pero es el director de uno de los colegios españoles que más ha apostado por la innovación pedagógica y tecnológica: el San Francisco de Paula. Luis Rey Goñi (Sevilla, 1966) es un químico de formación que decidió dedicarse a la enseñanza y la gestión educativa en el centro que pertenece a su familia desde 1897, cuando Cuba todavía era española. Cónsul honorario de Luxemburgo, lo que se aviene bien con su carácter sumamente educado, cuenta con formación postgrado en la Singularity University y Harvard. Su frustración ante la política educativa de la Junta en tiempos pasados le hizo sacar al San Francisco de Paula del sistema educativo español para integrarlo en el prestigioso Bachillerato Internacional. Desde 2018 es miembro del Comité de Educación del Patronato del Bachillerato Internacional, que agrupa a a más de 5.000 centros de 153 países repartidos por todos los continentes. Hombre apasionado por la pedagogía, ahora impulsa el desembarco en Sevilla del College de París, centro de enseñanza superior con titulación francesa que empezará a impartir sus clases este septiembre.

–No sabía yo que el colegio tenía esta biblioteca tan bien surtida y con un fondo antiguo tan interesante.

–Tenemos poco más de 100.000 libros. En número de volúmenes somos la cuarta biblioteca más importante de Sevilla, tras las de la Universidad de Sevilla, la Infanta Elena, y la de la Olavide. El fondo antiguo también es uno de los más importantes de Sevilla. Actualmente lo estamos acabando de catalogar.

–Veo que tiene en su despacho una galería de retratos de los que imagino directores del colegio. ¿Ese señor con pinta decimonónica y bigotes gallardos es un antepasado?

–Es mi bisabuelo.

–¿El fundador?

–En realidad no. El fundador fue un señor que se llamaba Francisco de Paula Ruiz Estévez. En el siglo XIX era muy normal bautizar a los negocios con el santo del empresario. El colegio se fundó en 1886 y mi bisabuelo entró como profesor de Matemáticas en 1890. En 1896 era codirector y, en 1897, lo compró con un crédito. Desde entonces está en manos de la familia Rey.

–Debe ser una de las familias relacionadas con el negocio de la educación más antiguas de España.

–No sé si hay una más antigua. Desde luego yo no la conozco.

–¿Y esa bandera de Luxemburgo?

–Soy el cónsul de Luxemburgo en Sevilla. Para mí es un honor y una responsabilidad.

El problema de las leyes educativas es que todas se quedan en el papel, no se aplican por la bronca política

–¿Viene mucha gente de Luxemburgo a Sevilla?

–No, mucha no, tenga en cuenta que hay muchos menos luxemburgueses que sevillanos. Su población está en unos 350.000 habitantes. Pero es el país con mayor renta per cápita del mundo.

–Sevilla debe ser una de las ciudades con más cónsules de España.

–El cuerpo consular lo componemos medio centenar de personas, casi todos agrupados en la Asociación Consular de Sevilla, que funciona muy bien.

–Vayamos al grano educativo. ¿Qué le pasa a España y Andalucía? ¿Por qué tenemos esa mala puntuación en el informe PISA?

–En el año 2007 le pregunté a Amalia Gómez (cuando ya había dejado la política y vuelto al Instituto Velázquez): ¿Cómo es posible que el PSOE y el PP no lleguen a un acuerdo de Estado sobre Educación? Y me contestó de una manera que todavía me pone los vellos de punta: “Luis, no conozco ningún presidente, ninguno, ninguno, ninguno [tres veces lo dijo] que se tome en serio la Educación”. En España no nos tomamos en serio la educación. Se han sacado muchas leyes que en el fondo son prácticamente idénticas. La única un poco diferente es la Lomloe, y me parece muy buena en general. Pero el problema es que todas se quedan en el papel, no se aplican debido a la bronca política. Además no ponen el acento en la calidad de la actividad educativa. Las leyes pueden decir lo que quieran, pero lo importante es lo que luego pasa en las aulas. No se invierte en desarrollo pedagógico de verdad, en innovación... Si se fija usted en la Selectividad es calcada a la que había hace cincuenta años.

–Es notorio que usted es muy poco partidario de la Pevau, conocido por todos por Selectividad.

–Muy poco o nada. Desde el punto de vista científico la Selectividad es una estafa.

–¿Por qué?

–Por varios motivos. Son 14 puntos. De los 10 primeros, que son los que dan el aprobado o suspenso, 6 vienen de los expedientes de Bachillerato. No hay dos centros de Bachillerato en España que hagan lo mismo y que evalúen de la misma forma. Luego estamos dando la mayor puntuación de la primera fase a un valor que no es cotejable entre los candidatos de los distintos centros. Eso es una estafa. Pero, además, la Selectividad, lo único que pide es que los estudiantes hayan memorizado cosas. En un mundo cambiante como el nuestro, en el que hace falta innovación y creatividad, no se mide nada de eso. No se mide el manejo de los idiomas, la capacidad de análisis de los problemas en los que uno tenga que abordar lo desconocido. Solo se plantean problemas de respuesta conocida. Eso no es lo que se encuentra uno en la vida. En el año 2015 recibimos una circular del responsable de admisiones de la Universidad de Oxford. Entre otras cosas decía que los estudiantes debían llegar a Oxford acostumbrados a resolver problemas nuevos, porque a eso es a lo que se dedica la universidad.

En los años de Susana Díaz, la Junta no hizo más que ponernos trabas a lo que queríamos hacer

–¿Y algo más?

–El examen no está bien hecho técnicamente. Por ejemplo, el examen de Bachillerato Internacional tiene unas garantías tremendas en la homogeneidad de los criterios aplicados por los correctores. Es una prueba que se tarda en preparar dos años, por la cantidad de filtros y medidas de calidad que tiene. Aquí ya vemos lo que pasa: problemas con errores, correctores que dan resultados muy diferentes, revisiones de exámenes que pueden llegar a subir la nota hasta cuatro puntos...

–¿Hay centros que inflan las notas a sus alumnos para ‘doparlos’ en selectividad?

–Si uno compara las medias que traen los alumnos del bachillerato con las que obtienen en el examen de Selectividad se puede obtener una respuesta.

–¿Y cuál sería esa respuesta?

–En algunos casos los resultados difieren mucho. Otro problema es que hay que ver hasta qué punto en los centros se están dando los contenidos de Bachillerato o se están convirtiendo en meras academias que preparan la Selectividad, como si del carné de conducir se tratase. Eso no es formar la mente de los jóvenes, eso es formar para un tipo muy concreto de examen que, además, es obsoleto.

–El Colegio San Francisco de Paula se salió del sistema educativo español para poder impartir el Bachillerato Internacional. ¿Por qué?

–En los últimos años de la etapa anterior de la Junta, con Susana Díaz, la Consejería de Educación no hizo más que ponernos trabas a todo lo que queríamos hacer. Creemos que la educación debe evolucionar para preparar mejor a los niños para el mundo que van a vivir. Hubo un momento que las cortapisas de la Junta eran insalvables.

–Fue un paso polémico en su momento. ¿Se arrepiente?

–En absoluto. Estoy encantado del paso dado. Ha habido que pagar un precio enorme y aguantar críticas, incomprensiones y muchas otras cosas. Pero estoy encantado. Muchas de las cosas que estamos haciendo hoy no las podríamos haber hecho en el sistema educativo español. Es preocupante que una institución que lleva 138 años sirviendo a su ciudad y su país a través de la educación haya tenido que salirse del sistema educativo para seguir sirviendo a su ciudad y a su país.

–¿Se ha sentido comprendido en la ciudad?

–Ninguna ciudad es monolítica, aunque no tengo duda de que habría sido mucho más fácil hacer esto en Madrid, Londres o París. Pero ha merecido la pena. El Bachillerato Internacional lo componen 5.700 centros y nos han elegido junto a otros 10 para llevar a cabo un proyecto muy innovador con la OCDE.

–Una crítica que se le suele hacer a su colegio es que tiene muy buen nivel académico, pero si el estudiante no es muy bueno queda orillado.

–Eso es erróneo. Hace 40 años a lo mejor eso se parecía algo a la realidad. Aunque yo recuerdo cómo muchos de los alumnos que tenían más dificultades adoraban a mis padres por cómo se volcaban con ellos para ayudarles. El mundo de entonces era diferente al actual. Hoy, nosotros estamos por encima en dotación de orientadores, de adaptaciones educativas, de posibilidades de optativas, de atención a las necesidades individuales. Yo echo a pelear a cualquier centro que no sea de Educación Especial con las cosas que hacemos aquí.

La cuestión no es prohibir los móviles en los colegios, sino su uso inadecuado

–La apuesta del colegio por el bilingüismo y los idiomas en general es clara. En esto del bilingüismo también han dado mucho gato por liebre. Muchos centros no estaban preparados para dar ese paso.

–Cuando implantamos el plan bilingüe empezamos con los niños de 3, 4 y 5 años, ni uno más. Los niños fueron creciendo con ese sistema. Cuando uno tiene profesores nativos desde esa edad, el estudiar en inglés es una cosa natural.

–¿Pero no descuidamos el idioma español? Eso de que los niños sepan la anatomía de una flor en inglés y no en español...

–No es un problema. Los niños están inmersos en un mundo hispanohablante y la exposición al idioma español hace que si un término en concreto no se ve en el colegio salga en casa, en la calle, en los medios de comunicación... Está científicamente demostrado que cuando el niño desarrolla dos códigos simultáneamente, el cerebro pasa a asumir que no solo hay un código, lo que facilita mucho el aprendizaje. De manera que pasar del monolingüismo al bilingüismo es mucho más difícil que pasar del bilingüismo al trilingüismo, etcétera. En el momento de transición al bilingüismo empezamos a observar cómo los niños iban mejor en Matemáticas, que al fin y al cabo son otro código. En general, aprendían mejor.

–¿El San Francisco de Paula es el colegio más caro de Sevilla?

–Es el que tiene las tarifas más altas. Pero estamos dando a precio de Sevilla una educación de más calidad que muchos centros de prestigio de ciudades como Londres. Por ejemplo, ahora mismo mis alumnos de Química de 11 años están haciendo un experimento que yo hice en quinto de carrera. Como decíamos antes, tenemos una biblioteca de 100.000 volúmenes. La media de los centros españoles está en 2.000.

–El colegio es pionero también en aplicación de las nuevas tecnologías a la educación. Sin embargo, según una noticia que impactó no hace mucho tiempo, los colegios donde estudian los hijos de los ingenieros de Silicon Valley han abandonado las pantallas para volver a los métodos tradicionales.

–Hay un colegio en Silicon Valley que es así. Uno. Y en Silicon Valley viven unos ocho millones de personas. Mediáticamente el titular era muy llamativo, pero hay que relativizarlo. La tecnología tiene sentido si aporta valor a una forma de trabajar. ¿Tiene sentido leer pdf en una pantalla? No, y además es malo para la vista. ¿Tiene sentido que los niños de hoy no aprendan a manejar las herramientas que todos usamos y constituyen la cotidianeidad, tanto en el trabajo como en casa? Tampoco.

–¿Está de acuerdo con prohibir los móviles dentro de los colegios?

–La cuestión no es prohibir los móviles en los colegios, sino su uso inadecuado. Yo a mis alumnos, algunas veces, les he dicho que graben lo que están haciendo en el laboratorio o que busquen un determinado concepto en Google. El profesor debe tener siempre el control.

–Pero la realidad es que muchos estudiantes no hacen un uso adecuado del móvil.

–Pero ese es otro problema: no estamos sabiendo integrar la tecnología de manera adecuada y aplastamos el problema en vez de arreglarlo.

–Compraron recientemente el solar de la Encarnación donde estaba el mercado provisional. ¿Qué van a hacer con él? Decían que un polideportivo.

–Todavía no lo sabemos exactamente. Hubo que hacer un desembolso muy importante. Ahora mismo lo estamos pensando.

–Lo que sí ya tienen claro es que el próximo año inician una oferta de educación superior, aquí, en el mismo edificio del San Francisco de Paula: el College de París. ¿Una escuela de negocios?

–No solamente. Es una escuela de formación superior no solo orientada a la empresa, sino que pretende dar una formación mucho más amplia, desde la gestión de proyectos internacionales a ámbitos de interés particular en nuestro entorno: industrial, agrícola, hostelero, etcétera. Por eso vamos a tener un consejo asesor formado por grandes ejecutivos de organizaciones muy importantes de nuestro entorno.

Sevilla es la ciudad más bonita del mundo si el mundo termina en Dos Hermanas

–¿Currículums a la carta?

–Más que eso, College de París tiene muchísimas titulaciones en su cartera, todas convalidadas por Francia y, por tanto, con plena validez europea. Estamos hablando de una institución con presencia en muchos países. Los títulos aprobados tienen un 70% de contenido fijo y un 30% de contenido adaptable a los sectores a los que vayamos a prestar este servicio educativo. Al haber centros de la red en todos los continentes vamos a tener muy buenos programas de movilidad, también recibir alumnos de otros países, lo que es muy enriquecedor.

–¿Hay facilidades para eso?

–Andalucía en general y Sevilla en particular podría ser el destino de muchos estudiantes extranjeros que quieren hacer sus estudios superiores en España. No lo es porque Andalucía decidió cerrarles las puertas en tiempos de Susana Díaz. Ahora mismo, la inmensa mayoría de estudiantes que vienen a estudiar el Bachillerato Internacional eligen Madrid. ¿Por qué? Porque allí se dieron facilidades y aquí no. Por eso el Instituto de Empresa está creciendo en Madrid como está creciendo. Todas las sociedades que han brillado en la historia han fomentado el talento propio y han atraído el foráneo. Aquí nos hemos encerrado en nosotros mismos. Sevilla es la ciudad más bonita del mundo si el mundo termina en Dos Hermanas.

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