Previsión El tiempo en Sevilla para el Viernes Santo

Gonzalo Díaz y Recasens. arquitecto

"Los caminos históricos de Sevilla están machacados por la obra pública"

  • Catedrático de Proyectos en la Hispalense y responsable de edificios como la Facultad de Económicas o la sede de Canal Sur, es autor también de varias obras teóricas sobre arquitectura

Gonzalo Díaz y Recasens es el arquitecto responsable de proyectos como la Facultad de Económicas, el edificio de la RTVA o la Universidad San Pablo CEU, por citar sólo algunos. Sin embargo, este catedrático de Proyectos en la Universidad de Sevilla ha conjugado su trabajo práctico con la reflexión teórica sobre la arquitectura y el urbanismo. Cuestiones como la casa-patio, la evolución histórica de las plazas de toros o la recuperación y dignificación del espacio público han centrado algunos de sus trabajos. Académico de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, este discípulo aventajado de Rafael Moneo -colaboró con él en la construcción de la sede en Sevilla de Previsión Española- es autor de los libros 'Sevilla. Entre el Levante y el Poniente', 'Herencia y Recurrencia del Patio en el Movimiento Moderno' o 'Una de las Lecturas de Zafra', entre otros. Actualmente, dedica parte de sus esfuerzos a pensar sobre el futuro peatonal de las ciudades, cuestión sobre la que da una auténtica lección al entrevistador sobre un mapa en el que están recogidos los caminos históricos de Sevilla, aquellos que han quedado desfigurados por las infraestructuras periféricas de la ciudad moderna. Durante 12 años fue el arquitecto del Palacio Arzobispal.

-Es arquitecto, pero desciende de una larga familia de médicos...

-Sí, mi bisabuelo, mi abuelo... mi padre era un hematólogo muy célebre en Sevilla, Gonzalo Díaz de Yraola.

-¿Y cómo le dio por la arquitectura?

-Quizás por influencia de mi tío Luis Recasens, uno de los arquitectos que hizo el Polígono de San Pablo y que era catedrático en la Escuela. En mi familia siempre ha habido mucha tradición de cátedras. Mi bisabuelo fue el que fundó la Ciudad Universitaria de Madrid y era el ginecólogo de la reina Victoria Eugenia, la mujer de Alfonso XIII. Mi abuelo Luis Recasens fue catedrático en Sevilla de Ginecología y Obstetricia, etcétera.

-Me imagino que estudiaría en la vieja Escuela, en el Pabellón de Brasil.

-Sí, empezamos en el Pabellón de Brasil, pero acabamos ya en Reina Mercedes. Era un auténtico placer, porque teníamos el Parque al lado y allí organizábamos unas tertulias estupendas. Era compañero de Antonio Cruz Villalón, de Guillermo Vázquez Consuegra, Gabriel Rebollo...

-¿Y algún maestro indiscutible?

-Rafael Moneo. Me dirigió la tesis y fue una persona clave en mi formación. Hice con él el edificio de la Previsión Española...

-Un edificio muy aplaudido, puesto como ejemplo de arquitectura moderna integrada satisfactoriamente en un marco histórico y patrimonial.

-Sí, era un edificio muy complicado, porque era tocar un cuadro. Teníamos la Catedral al fondo, la Torre del Oro en primer plano... Además, las tres fachadas sumaban 170 metros, lo que era muy comprometido. Entonces, Moneo no conocía a nadie en Sevilla y para mí fue un proyecto muy importante en mi formación. Aunque formalmente fue Luis Recasens el que dirigió mi tesis, yo iba cada quince días a su casa de Madrid para comer con él y tratar del asunto.

-La tesis la hizo sobre un arquitecto neoclásico francés, Claude-Nicolas Ledoux.

-A mí me interesó muchísimo en aquel momento. Era un arquitecto neoclásico al que le cogió la Revolución Francesa, sufrió cárcel y no fue ejecutado de milagro. Luis XVI le encargó que hiciese los edificios de un cinturón aduanero alrededor de París para cobrar impuestos. Hizo 62, la gran mayoría de los cuales fueron destruidos durante la Revolución, porque eran muy impopulares.

-¿Y todos estos edificios eran iguales?

-Aunque todos tenían la misma función, el cobro de impuestos, eran distintos y cambiaban según el lugar donde se ubicaban. Por ejemplo, si era en una zona de villas, la construcción adoptaba forma de villa... Me interesaba mucho esa dialéctica entre una arquitectura pensada idealmente y una arquitectura particularizada para un lugar concreto. En la actualidad sólo quedan cuatro de estos edificios.

-¿Cuál fue su primer proyecto como arquitecto?

-Empecé a trabajar con el estudio Otaisa, con el que hice pequeñas edificaciones para la Sevillana o algún banco, pero mis dos primeros proyectos propios fueron el Colegio Alminar y la Facultad de Económicas. Los realicé con Fernando Villanueva, un gran arquitecto que murió muy joven. El Colegio Alminar lo han modificado después veinte veces y lo han desfigurado, pero queda el pasillo luminoso con una montera donde se metían los pájaros...

-¿Y la Facultad de Económicas? Existe el mito de que iba a ser una cárcel.

-(Risas) Es un mito. Fue un encargo que nos hicieron Manuel Clavero, cuando era rector, y Rafael López Palanco, que era su vicerrector de obras. Nos dieron tres meses para hacer el proyecto y nos pasamos trabajando todo el verano.

-Me gusta ese gran patio central del edificio.

-Hicimos un gran espacio unitario con una bóveda, lo que entonces era muy raro. Siempre me han interesado las bóvedas; me parece un misterio que cubran grandes luces casi con los mismos ladrillos con los que se hace una pared.

-Es autor también del proyecto Residencial Valparaíso, en Mairena del Aljarafe. ¿Tras los años de los grandes hitos, volveremos a una arquitectura más doméstica?

-Sobre todo creo que hemos pasado de la época de los equipamientos públicos a la del espacio público. Hemos empezado a pensar que hay que cuidar el espacio público, ponerlo en sombra, hacerlo cómodo para el peatón... No como pasa ahora. El Corte Inglés de San Juan y el de Nervión están a la misma distancia de la Plaza de Cuba, pero a nadie se le ocurre ir andando al primero. Si hubiera un camino bien pensado habría mucha gente que lo haría.

-Hemos cambiado el dogal ferroviario por ese cinturón de alquitrán que es la SE-30.

-Intente usted ir andando a Decathlon. Ahora tenemos un grupo de investigación que trata el tema de la ciudad peatonal. Entre otras cosas vemos cómo los caminos históricos de Sevilla están machacados por las obras públicas. Los caminos son parte de nuestro patrimonio, pero están maltratados. Fíjese en el que llevaba a Santiponce, actualmente cortado por tres carreteras, por las obras del río... Antes se podía ir perfectamente a este pueblo andando, pero hoy en día es imposible andar por la periferia. Insisto, una de las principales misiones de la arquitectura de hoy es cuidar el espacio público, ya ha pasado el tiempo de los grandes equipamientos. El actual alcalde parece que tiene sensibilidad al respecto. La ciudad del futuro no tendrá coches y hay que desarrollar una buena red de transporte público y ayudar al peatón.

-Quizás, su gran proyecto sea la sede de la RTVA en la cornisa del Aljarafe.

-Sí, el sitio lo elegí yo, aunque antes era más bonito, rodeado de olivos... ahora se ha contaminado todo con los polígonos industriales...

-Otro de los grandes problemas de Sevilla por resolver, el Aljarafe...

-En el Aljarafe, que es una cadena de pueblos de norte a sur, viven cerca de medio millón de habitantes. Hay que asumir de una vez por todas que es una ciudad lineal y que, por tanto, hay que gestionarla como tal, con un sistema de comunicaciones y de zonas verdes que le den servicio. Debería ser una cornisa verde que se recortara contra el cielo...

-Ya es difícil...

-Sí, ya es difícil, pero hubo un momento en el que fue posible... De hecho, el edificio de Canal Sur iba en esa línea. No se apuró todo el suelo y se arboló el frente, creando una especie de plató al aire libre, incluso se le dio estructura de teatro con la vegetación.

-Háblenos del edificio.

-Quería ser como un molusco, nacarado por dentro y abrupto por fuera. También se inspiraba en las haciendas tradicionales de la zona, en las que se acota un espacio y se vive para dentro, ya que el exterior es un campo duro, lleno de cardos, que en verano se seca... No es la verde campiña inglesa. La sede de la RTVA tiene tres patios al igual que las haciendas (el apeadero, el principal y el jardín) y las grandes casas sevillanas como Dueñas... Fue un edificio muy importante para mí, porque tuvo mucha repercusión, me invitaron a muchos sitios y salió en numerosas revistas extranjeras.

-En general usted ha estudiado y teorizado sobre la casa meridional y el patio como elemento conformador de la misma.

-La casa meridional es lo que queda del mundo romano... Bueno, o prerromano, porque ya hay casas hititas del 9000 a. C. que son como las romanas. Es decir, interiorizadas, en las que se vive para el interior, no para el exterior. No es la villa francesa o inglesa, con las ventanas dando al campo. La privacidad que da un patio no se puede conseguir de muchas maneras. De esto se dieron cuenta a principios del siglo XX muchos arquitectos de Europa del norte, que proyectaron muchas casas interiorizadas, a la manera mediterránea. La casa de vacaciones de Alvar Aalto es una casa-patio. Hay muchos tipos. Por ejemplo, compare una de La Mancha, en la que apenas hay problemas de suelo y los patios son enormes y con una o dos plantas, con otra de un comerciante de Cádiz del XVIII o XIX, en la que el suelo escasea y los patios son estrechos, casi como una chimenea, y con varias plantas para albergar-de abajo arriba- el almacén, las oficinas, los aposentos, los criados... hasta llegar a la torre para ver los barcos venir. Entre estos dos modelos estaría la casa sevillana...

-La cual, como recuerda Teodoro Falcón en su libro sobre la materia, no siempre fue igual.

-En el siglo XIX se pasó de una entrada en forma de codo, que servía para ocultar el interior, a ese otro en el que desde la calle se puede ver el patio, lo que servía para que sus propietarios pudiesen presumir de posición social.

-La casa-patio suele despreciar la fachada...

-Sí, si usted pasea por Marraquech verá que todo son tapias. Hasta que no se entra en una casa no se sabe si es buena o mala.

-También ha investigado la evolución de las plazas de toros, trabajo que tuvo como fruto una exposición y un libro editado por la Junta de Andalucía.

-Al principio, la tauromaquia era un juego que consistía en la suelta de toros por la calle, pero pronto se van aprovechando los vacíos que se habilitan para tal fin con andamios, maderas, carretas... De ahí se pasa a la plaza mayor, el edificio de todas las actividades públicas en las que hay ajusticiamientos, autos sacramentales, desfiles y, por supuesto, espectáculos de toros. Felipe II, que fue un gran arquitecto, estableció cómo se debían hacer estas plazas basándose -y en algunos casos corrigiendo- en las normas de Vitubrio, lo que aplicó en Valladolid y América, donde hay ejemplos maravillosos que alguien debería estudiar. En el XVIII, las plazas ya se empezaron a achaflanar hasta que apareció el modelo de plaza ochavada como la de Archidona o Aguilar de la Frontera. Estas plazas se formaron primero con viviendas, pero luego ya se hacen como un edificio exento al que se le pone una grada de madera en el interior de las arquerías. Poco a poco la grada se va haciendo más grande y de obra hasta llegar al modelo de la Monumental de México, en la que desaparece la arquería y es ya como un estadio de fútbol.

-No podemos dejar de hablar de su época de arquitecto del Palacio Arzobispal de Sevilla.

-Lo fui durante los tiempos de don Carlos. Fueron años fundamentales para mí. Como suele ocurrir en Sevilla, el Palacio Arzobispal se compone de doce casas que, a lo largo de la historia, sucesivos arquitectos han intentado unificar en un solo edificio. En este sentido hay dos intervenciones fundamentales, una fachada común que es como un cinturón externo que agrupa a este conjunto heterogéneo de edificaciones; y los dos patios interiores diseñados por Vermondo Resta, que lo podemos considerar como un cinturón interno que también tiene un efecto unificador. Es, como decíamos, un hacer continuado, en el que intervienen muchos arquitectos.

-¿Qué recuerdos guarda de su paso por allí?

-Magníficos, estuve doce años trabajando en el Palacio Arzobispal y guardo muy buenos recuerdos de mi trato con el entonces arzobispo y con la gente de su equipo, como el actual párroco de Los Remedios, Francisco Ortiz, o el que fuese párroco de la Magdalena, Antonio Domínguez Valverde, una persona que sabía tomar decisiones pero que, sobre todo, sabía escuchar y entendía tus razones. Hoy en día cuesta encontrar a gente así.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios