Vuelve a abrirse el santuario bético tras aquella gran fiesta que fue el duelo con la Real Sociedad. Un retorno con ausencias obligadas por esa plaga que nos ha traído el Siglo XXI y que concierne a ambos litigantes. Un rosario de bajas que, sin embargo, no le restan interés a un partido que le serviría al Betis para agarrarse con más fuerza a la tercera plaza y que sería para el Celta el asidero para un tiempo mejor y más acorde con su fútbol.

Porque resulta que este Celta que adiestra un discípulo de Pellegrini tiene más fútbol que el que refleja la tabla. Si acaso sus veleidades defensivas han sido la causa de no amarrar más puntos de los veinte que luce su casillero, pero parece que Eduardo Coudet ya parece ir ajustando esas líneas hasta darle a los olívicos un sistema defensivo menos permeable y trece son los puntos desde los que eleva la vista hacia un Betis que anhela su cuarto triunfo seguido como local.

La circunstancia que propicia el bichito cabrón hace que para tener la necesaria información y saber con quiénes contarán Pellegrini y Coudet vamos a tener que esperar a que el inefable Soto Grado pida las licencias para confeccionar el acta. Sólo hasta ese instante permaneceremos en la duda de con qué cuerdas cuentan ambos violines. A pesar de todo, el espectáculo está garantizado, ya que se trata de dos equipos que no tienen a la especulación entre sus objetivos.

Quiere decirse que el año entra prometiendo buen fútbol en Heliópolis y aunque las restricciones volvieron, conque el viento sople adecuadamente, la fiesta está asegurada. Se va a la cita, además, con la confianza que proporciona el talante que Pellegrini le ha imbuido a la tropa y en la que parece estar prohibido tirarse al callejón. Año nuevo y vida nueva, pero quiere el bético que la vida siga igual, de la misma manera que transcurrió en ese 2021 tan béticamente feliz.