Betis - Cádiz | Contracrónica

Habló el balón: de la ilusión al hastío

  • El beticismo regresó al Villamarín en una noche muy agridulce 

  • Las carencias de la planificación, presentes

Los jugadores del Betis, al final del partido ante el Cádiz.

Los jugadores del Betis, al final del partido ante el Cádiz. / Antonio Pizarro

El otro partido del Betis ante el Cádiz dejó una batería de reflexiones importantes de cara a la planificación de la presente temporada, en una jornada donde fue noticia el regreso, en la Liga, de casi 24.000 socios verdiblancos a las gradas del Benito Villamarín.

Una vuelta con algún que otro problema de organización a la entrada de los aficionados al recinto heliopolitano, pero con ese cosquilleo y esa ilusión del hincha bético que pisa por primera vez el estadio de La Palmera. Un himno entonado como si el campo estuviera lleno, con gargantas que se dejaron la voz en el repertorio habitual de cánticos, pero como ya avisó Manuel Pellegrini en la previa, los que ganan los partidos son los protagonistas en la hierba y ahí el cuadro verdiblanco demostró que tiene muchas carencias en cuanto a la confección de la plantilla para un año con tres competiciones.

Los aficionados béticos cantan el himno a la salida del equipo. Los aficionados béticos cantan el himno a la salida del equipo.

Los aficionados béticos cantan el himno a la salida del equipo. / Antonio Pizarro

Han bastado solamente dos partidos, y no ante rivales potentes (Mallorca y Cádiz), para ver que a 21 de agosto este Betis europeo necesita dar un salto de calidad de verdad con respecto al de la pasada temporada. La defensa verdiblanca hizo aguas anoche cada vez que el Cádiz llegaba al área bética, el agujero en el costado derecho y por el centro fue más que evidente, quedando claro que, pese al fichaje de Pezzella para ocupar el puesto de Mandi, le falta al Betis más jerarquía atrás. Al igual que también carece de más poderío en el centro del campo, desborde por las bandas... En resumen, lateral diestro, central, medio centro, extremo y delantero, cosa que ya se sabía desde la pasada temporada y que ahora tendrá que intentar resolver de la mejor manera posible en lo que resta para el final del cierre del mercado, con Antonio Cordón y el resto de la comisión deportiva con muchas tareas por delante en el habitual trabajo de grupo.

Fekir y Rodri fueron los más destacados en un Betis que en defensa sigue haciendo aguas

Sólo hubo que ver el rostro de Pellegrini al final del partido. El mensaje que mandó nada más acabar el pasado curso en Vigo fue muy claro, y al Ingeniero le faltan mimbres de nivel después del milagro que hizo el curso pasado clasificando al Betis para Europa. Es el chileno lo más fiable que tiene el conjunto verdiblanco en estos momentos, demostrando que es un entrenador de élite, un hombre de fútbol que manda mensajes sin levantar la voz. Por eso, quedan días por delante para que el Betis lo dote de los recursos que lleva pidiendo hace tiempo en pos de conformar un plantel equilibrado para un curso tan exigente.

El beticismo respondió en la grada, pero en el césped fue rodar la pelota y se vio un Betis que si en ataque generó peligro, con un Fekir que fue de lo más destacado junto a un Rodri que tras un buen primer tiempo se fue diluyendo, –a Canales le sigue faltando todavía un puntito de chispa que ya acusó en el tramo final del pasado curso–, en defensa sufrió mucho y tuvo errores puntuales, como el de Víctor Ruiz en el penalti de Rui Silva al Choco Lozano, mientras que en la banda derecha la larga ausencia de Sabaly puede convertirse en un problema.

Por otro lado, Loren podría haber disputado ante el Cádiz sus últimos minutos con la elástica del Betis en la presente temporada, pues tiene las puertas abiertas para salir. Pretende Pellegrini un delantero para el ataque que cubra el sitio que dejó Sanabria y es ahí donde también tiene trabajo la dirección deportiva verdiblanca.

Dos puntos de seis posibles ante Cádiz y Mallorca. No es cuestión de alarmismo, sino de contar lo que en estos momentos se ve en la hierba. De ahí que el bético que volvió a su Villamarín con la máxima ilusión se marchara con el gesto contrariado.

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