Betis-Eibar | Contracrónica

El espíritu de la Navidad brilla en Heliópolis

  • La afición responde a la llamada del club y realiza una gran lluvia de peluches y entrega de comida

  • Dulce mañana y amarga tarde por el empate

Los voluntarios del club verdiblanco recogen los peluches lanzados por la afición.

Los voluntarios del club verdiblanco recogen los peluches lanzados por la afición. / Antonio Pizarro (Sevilla)

La afición del Betis respondió de forma extraordinaria a la bonita iniciativa del club verdiblanco en favor de los niños y personas más necesitadas en estas fechas tan especiales de Navidad, con los miles de peluches y kilos de comida recogidos que hicieron brillar el espíritu navideño en Heliópolis.

Así se pudo comprobar en los aledaños del Benito Villamarín antes del inicio del encuentro, cuando los más pequeños portaban bolsas con peluches y los mayores hacían también entrega de alimentos en los puntos previstos para ello. Y para que todo fuese más especial aún, la entidad heliopolitana entregó a cada socio, al entrar al estadio, un gorro típico de Papa Noel con los colores del Betis.

Ambiente festivo en una grada animada al máximo que coreaba una y otra vez esa especie de himno en el que se ha convertido el tema musical Stereo Love, ligado al Betis desde aquel partido ante el Salamanca en el Estadio Helmántico. Ya una vez con los jugadores saltando al terreno de juego sonó el himno verdiblanco, cantado por la afición a capella, que al hincha bético le provocó que la piel se le erizara, y con el gol de Sanabria la alegría se desbordó entre una afición que no dejaba de gritar ese bonito tema titulado No puedo vivir sin ti (no haya manera).

De ahí hasta el final, la grada de animación siguió animando en todo a momento a su equipo, sonando el clásico "Betis, mi viejo amigo, esta tarde volveré a estar contigo...", hasta que llegó al descanso y los futbolistas recibieron los aplausos de una hinchada que vio cómo de momento los tres puntos se quedaban en Heliópolis. Tras el pitido de Del Cerro Grande para indicar el camino a los vestuarios, comenzó la lluvia de peluches desde los tres anillos del feudo bético. Casi los quince minutos de descanso completos con continuos lanzamientos de peluches que fueron retirados por los muchos voluntarios del club para que se pudiera continuar jugando el encuentro sin complicaciones.

Pero ese ambiente festivo se torció en la segunda parte. El runrún empezó a parecer en una grada que veía cómo el Eibar estaba cada vez más cerca del empate y que perdonó antes del tanto de penalti de Orellana y después, para incluso haber podido ganar. De este modo, se pudieron oír desde la grada bastantes voces discordantes dirigidas hacia el banquillo en busca de una reacción de Setién y su segundo, pero ésta no llegó. Los cambios, de nuevo, tardes, y con 1-1 los armeros rozaron la victoria. Así, con el final del encuentro marcado por el colegiado madrileño, la afición desfiló enfadada y despidió con tímidos aplausos a su equipo por un marcador que convirtió una dulce mañana en una tarde con un poco de amargor.

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