UCAM - Betis | La crónica

Del apuro a Joaquín (0-2)

  • El temple y la magia del portuense frenan el ímpetu de un UCAM que gozó de hasta cuatro ocasiones para adelantarse

  • Montoya y Guido sentenciaron para los verdiblancos

Joaquín celebra el 0-1 del Betis.

Joaquín celebra el 0-1 del Betis. / Marcial Guillén / Efe

Con futbolistas como Joaquín todo es más sencillo. Si la Copa del Rey siempre depara sorpresas y el Betis por momentos se movió en el alambre, su capitán habló sobre el césped, donde mejor se le ha dado desde que hace dos décadas debutase como verdiblanco, para frenar el ímpetu de un UCAM que se había mostrado respondón.

Era casi el final de un primer tiempo en el que el Betis había sobrevivido con apuros y tras una serie de balones rebotados, el portuense la ganó, la bajó, la puso sobre el verde y con dos giros de cintura sacó ese temple torero, que quizá ha ensayado más de una vez en una de sus capeas, para sentar al defensa y dar el pase atrás que Montoya aprovecharía, también con un gran golpeo, para poner un 0-1 que hizo cambiar el semblante del beticismo.

Y que el resultado había podido ser bien distinto en los primeros 45 minutos. Al Betis se le atragantó el repliegue del UCAM, tanto con los cinco defensas del inicio como cuando pasó a cuatro tras la lesión de Josete. Sin capacidad para desbordar o encontrar el último pase, el equipo murciano se defendió con orden y lanzó contragolpes que pudieron adelantarlo en el marcador.

Si a los 7 minutos, Eneko ya dispuso de una diáfana oportunidad tras un mal pase atrás de Víctor Ruiz, más claras serían las que llegaron después. En el 25, una dejada del propio espigado delantero, un quebradero de cabeza para Mandi y Víctor Ruiz, permitió que Tropi enganchara un gran disparo que se fue de poste a poste por la línea de gol tras la estéril estirada de Claudio Bravo; y en el 38’ sería Xemi Fernández el que disparase por encima del larguero con todo a favor, después de que ClaudioBravo despejara un mano a mano con un Alberto Fernández que le había ganado por piernas a Mandi.

Rodri disputa el balón con Admonio. Rodri disputa el balón con Admonio.

Rodri disputa el balón con Admonio. / Marcial Guillén / Efe

Pero como suele ocurrir en este tipo de eliminatorias, cuando el pequeño perdona, el grande golpea. Y, además, el Betis lo hizo justo antes del descanso, ese momento psicológico que hundió la rebeldía que había mostrado el UCAM hasta ese momento. El tanto de Montoya, tras la perfecta jugada de Joaquín, hizo que los verdiblancos enfilaran el camino de los vestuarios con una tranquilidad inesperada por lo visto sobre el terreno de juego.

Ese 0-1 frenó por completo el ímpetu de los locales. El dominio bético continuó tras el intermedio y Joaquín, que se acabaría marchando ovacionado del estadio por esos privilegiados espectadores que pudieron presenciar fútbol en vivo en tiempos de la Covid-19, quiso gustarse. Primero con una arrancada que recordó a su versión de los primeros tiempos, aunque su pase al segundo palo no encontró rematador; luego con un intento de gol olímpico al que tuvo que responder Unai Aguirre metiendo los puños para evitar el 0-2.

El empuje inicial del UCAM ya había sido desactivado. Siguió compitiendo con amor propio el equipo de Salmerón, pero con el marcador en contra a todas sus acciones les faltaba ese puntito de fe de un equipo que ya tenía faz de perdedor. Ni los cambios introducidos por el técnico local lograron recomponer su figura y Claudio Bravo, muy exigido en el primer tiempo ante la falta d contundencia una vez más de la defensa bética, casi pasó inadvertido en el segundo.

Los jugadores béticos celebran el 0-1. Los jugadores béticos celebran el 0-1.

Los jugadores béticos celebran el 0-1. / Marcial Guillén / Efe

También contribuyó a ese panorama el 0-2. No había llegado demasiado el Betis al área rival, salvo en esas acciones de Joaquín, pero de un disparo de Loren que desvió Admonio a córner llegaría la sentencia. El lanzamiento de Fekir al primer palo fue conquistado por Mandi para prolongarla al segundo donde apareció Guido, precisamente ganándole la partida al central que había provocado el saque de esquina, para conectar un testarazo potente e imposible para Unai pese a que el balón chocó con sus guantes.

Faltaban 15 minutos para cumplir el tiempo reglamentario y el Betis ya no pasaría apuros. E incluso Juanmi y Tello, dos jugadores que querían reivindicarse ante Pellegrini por motivos distintos, pudieron ampliar la ventaja, pero el marcador no se movería. Los heliopolitanos habían cumplido ya con el trabajo encomendado y se limitaron a finiquitar el trámite sin más contratiempos de cara a la cita del domingo en Granada.

No habían sido dos días tranquilos para Joaquín, que decidió tomar el protagonismo con ese comunicado de apoyo a Ángel Haro y López Catalán y contra la alternativa liderada por Lorenzo Serra Ferrer y que le ha provocado un aluvión de comentarios en esas redes sociales normalmente tan favorables a su figura, pero el portuense volvió a expresarse con el balón. Y ahí se mueve como los privilegiados. Si el Betis estará en el bombo para la próxima ronda copera buena parte de la responsabilidad corresponde a su capitán, que tiró de galones y de torería para que su equipo no fuera esa sorpresa desagradable que siempre acompaña a estas primeras rondas de la Copa.

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