El Betis ve alejarse el último tren

El resultado del Eibar - Betis

El equipo de Setién sí creó numerosas ocasiones en Ipurua e incluso Lo Celso falló un penalti, pero el gol no llegó y la vuelta a Europa es ya una utopía

El cambio a zaga de cuatro redundó en un juego más profundo

Tello maniobra dentro del área ante la oposición de Sergio Álvarez y De Blasis.
Tello maniobra dentro del área ante la oposición de Sergio Álvarez y De Blasis. / Juan Herrero (Efe)

En un verde valle del mismísimo corazón de Euskadi vio el Betis alejarse definitivamente el último tren a Europa. De nada le valió al equipo de Quique Setién que jugara con profundidad, que su fútbol sí contuviera mucha verdad esta vez. Porque la verdad suprema del fútbol, el gol, se le resistió de forma contumaz en Ipurua y valió el único acierto del Eibar, en la última jugada de la primera parte, para que los verdiblancos consumaran una pésima racha de un solo punto de los últimos quince. Un lastre pesadísimo que sentencia el fracaso heliopolitano y, ojo, va a condicionar el proyecto deportivo de la próxima campaña, sea quienes sean sus muñidores en los despachos y el vestuario.

Hasta en cinco ocasiones arrancó el serbio Dmitrovic el más cerrado aplauso de su afición por sus providenciales actuaciones. Sí, el Betis, aleluya, enseñó unos afilados colmillos. A buenas horas, mangas verde limón.

Viró esta vez Quique Setién a defensa de cuatro, con Francis y Júnior junto a la cal más Bartra y Feddal en el eje. El beneficio más claro de este cambio de sistema radicó en que Joaquín y Tello, tantas veces ahogados en la zaga de cinco por tener que trabajarse todo el carril, actuaban esta vez atendiendo a sus querencias ofensivas. Y lógicamente, el central que se quedó en la caseta facilitó la entrada de otra pieza ofensiva para apoyar al punta, Loren.

De nuevo tenía la llave del gol Lo Celso, sin duda el no delantero más delantero que atesora este Betis. El argentino fue generoso en el esfuerzo para recorrer los pasillos interiores en la resta, atrás, donde recuperó más de una pelota, y también en la suma, a pesar de lo expeditivos que fueron Jordán y Escalante para frenarlo ante la permisividad de ese mal árbitro que es Ignacio Iglesias Villanueva.

Lo Celso no se arrugó a pesar de tanta tarascada y siguió erre que erre, hasta que lo pudo cambiar todo al filo del intermedio. Triangulaba en corto el Betis por la derecha, el robo de Kaptoum permitió una segunda acometida y tras un centro de Francis que rechazó el central Sergio Álvarez, la pelota le llegó a Lo Celso en la corona del área. Y con tiempo y con espacio para armar su zurda. Afinó y golpeó con rosca. Dmitrovic sólo pudo estirarse para la foto. Sabía que no llegaba a ese cuero, que en su rebote en la madera se pudo colar. Pero no lo hizo.

Y el fútbol guarda crueles derroteros. El mismo Lo Celso que lo pudo poner todo de cara en el valle eibarrés se durmió al ir a tapar el tiro de José Ángel en el córner en corto que botó Orellana desde la izquierda. Cote, como también le denominan al defensa armero, soltó un zurdazo seco, raso y cruzado, que no era imparable. Pero Joel Robles, que estuvo notable hasta esa acción, sacó el brazo tarde, vio la pelota muy encima, y no la desvió lo suficiente.

Hasta esa última jugada de la primera parte que torció el destino a los verdiblancos, éstos sacaron orgullo y casta para rebelarse ante el descolorido decorado en el que ellos mismos se habían metido en las últimas semanas. Joaquín jamás le va a regatear una carrera a su Betis. Y mira que regatea bien el portuense. Y Tello, por el costado siniestro, empezó a sacar partido de su par, De Blasis, que ni mucho menos se acerca al nivel que ha venido ofreciendo en el lateral armero Rubén Peña.

Ya a los 30 segundos de juego, Kaptoum había chutado flojo a las manos de Dmitrovic, anticipando que algo había cambiado en el Betis.

Atrás, Bartra y Feddal se sobraban para controlar a Sergi Enrich, que ha pasado momentos de mejor forma física que el actual. Y ahí brilló radiante la idea de Setién de ganar una pieza ofensiva por uno de sus tres habituales centrales.

Guardado, incluso, ayudó a dinamizar el juego de apoyo a Loren y protagonizó dos acciones de peligro. En la primera, su fina zurda dibujó una preciosa rosca que desvió a córner Dmitrovic (15’). En la segunda (30’), ejecutó ese cometido de llegar desde atrás para secundar la labor rematadora del marbellí. En una apertura de Joaquín al propio Loren, apareció el mexicano para remachar en el área pequeña el servicio desde la derecha, pero De Blasis lo obstaculizó y todo acabó con la columna vertebral del bético impactando en la cepa de un poste.

En el minuto 38, a Feddal se le quedó un poco atrás la pelota de Júnior cuando tenía toda la portería para cabecear a la red. Y cinco después, llegó el referido chut al palo de Lo Celso. Y cuando los béticos trataban de explicarse qué hicieron mal para no ir ganando ya, cayó el mazazo del gol de Cote.

Es justo reconocer que Joel Robles, hasta el gol, también se había ganado muy bien el sueldo. Sobre todo en una vaselina de ese diablillo que es Orellana (35’).

Tras el descanso, el Betis iba a dar un giro de tuerca más a su afilado acoso. Y eso que Kaptoum lo puso poner todo ya muy difícil en sendas pérdidas en zona de riesgo, una resuelta con Jordán reclamando un inexistente penalti y otra con un desviado derechazo de Orellana con todo a favor.

Más clara aún que la ocasión del chileno fue otra de Guardado. Lo Celso la dejó pasar con clase y el mexicano no ajustó al palo lo suficiente, permitiendo otra vez el lucimiento de Dmitrovic (53’).

Mendilibar percibió que el partido no iba por buen camino y sacó del campo a Pedro León, al que pronto se le agotó la gasolina, por el central Oliveira. Adelantó a Sergi Álvarez a la medular y desplazó a la derecha a Orellana. Y ahí, éste encontró pólvora, que si no explotó, fue por Joel.

Ese franco acoso bético encontró el premio de un penalti, previa consulta al VAR. Joaquín se marchó de Cote, Loren acudió a ese palo derecho, tras él Ramis y el central le propinó un duro pisotón. Iglesias Villanueva acertó, pero no Lo Celso desde los once metros. Dmitrovic siguió su festival sacando el pie arriba (67’).

Con algo menos de media hora por delante, aún tuvo el Betis tres ocasiones de las de verdad, no de las que ha contabilizado Setién en más de un partido de ataques de mentira: Loren chutó fuera, junto al palo, tras rebañar Tello un balón que se perdía (77’); Dmitrovic desvió sobre la raya un cabezazo picado de Bartra en falta que botó Joaquín (79’) y el portero desvió con las yemas de los dedos un tiro cruzado de Jesé (88’).

Cayó de pie el Betis tras disparar por fin con balas de verdad. Muy tarde las metió en el tambor de su revólver. Tanto, que el tren se le marchó por un verde valle vasco.

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