PASILLO al campeonísimo, los mejores deseos para lo del próximo sábado en Wembley y fin de ciclo para el mejor Betis de la contemporaneidad. Es noche de fiesta grande en el mejor escaparate, los recuerdos más recientes no son, precisamente, malos en escenario tan principal y a arriar el telón con la cabeza haciendo números a la espera de diseñar cómo se afronta lo que está por llegar, aunque, por supuesto, de la mano de Manuel Pellegrini.

Con Setién, incluso con Rubi y también con Pellegrini ha sido ciertamente exitoso el peregrinar por el temido estadio de la Castellana. Pero hoy hablamos de otra cosa que nada tiene que ver con esos balances. Hoy se trata de terminar un buen curso de la mejor manera posible y de no extenderle una alfombra demasiado mullida al campeón, Pero junto a eso nos encontramos con un adiós que puede ser en el Betis multitudinario según la rumorología vigente.

Este Betis que va por cuarto curso consecutivo a Europa está a las puertas de una reforma integral. ¿Se conseguirá hacer un equipo tan competitivo, al menos como el que ha ido cuatro años seguidos a Europa? Qué sabe nadie, pero lo inmediato también tiene importancia y es nada menos que darle el pase de la firma a un buen ejercicio quizá en el sitio menos adecuado. Estamos ante el Realísimo más brillante de los últimos tiempos y con la 15 en el entrecejo, conque...

Mirar al futuro del Madrid da vértigo, pero es que el presente no puede ser más halagüeño. Y a ese cubil acude un Betis en chanclas, pero que debiera guardarlas para ofrecer una imagen digna. Lo de esta noche en Chamartín es como una visita al dentista, pero sin necesidad de que te saquen una muela. Una cita aparentemente imposible, pero con el deseo de que el Betis se cuele de rondón en la fiesta y vuelva a casa por su pie, como ha solido hacer en los últimos tiempos.