Blanca García-Orea, nutricionista, propone esta solución para bajar la inflamación: "Va a hacer que la gestión de la glucosa sea más eficiente"
Investigación y Tecnología
El exceso de glucosa afecta al buen funcionamiento de órganos vitales
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Vivimos en una época en la que el estrés, la mala alimentación y el sedentarismo han convertido a la inflamación crónica en una de las grandes amenazas invisibles para la salud. A diferencia de una inflamación aguda, que se manifiesta con dolor, calor o hinchazón tras una lesión, la inflamación crónica opera en silencio. No causa síntomas evidentes en el día a día, pero debilita progresivamente al organismo y prepara el terreno para enfermedades como la diabetes tipo 2, el sobrepeso resistente, problemas cardiovasculares e incluso trastornos autoinmunes.
Uno de los factores que más contribuyen a esta inflamación de bajo grado es el desequilibrio en el metabolismo de la glucosa. Cuando nuestro cuerpo recibe una carga constante de azúcares rápidos, como ocurre con muchos productos procesados, se genera un estado de hiperglucemia frecuente. Este exceso de glucosa no solo agota al páncreas y genera picos de insulina, sino que también activa respuestas inflamatorias sistémicas que, a largo plazo, afectan el buen funcionamiento de órganos vitales.
Frente a esta realidad, cada vez más investigaciones y enfoques naturales apuntan a estrategias accesibles para romper este círculo vicioso. Una de ellas es la incorporación moderada de vinagre, especialmente el de manzana sin filtrar, como parte de una rutina diaria de apoyo metabólico y antiinflamatorio. Así lo ha manifestado la nutricionista Blanca García, conocida en redes sociales como @blancanutri, quien asegura que el ácido acético del vinagre "va a hacer que la gestión de la glucosa sea más eficiente".
El ácido acético y su efecto modulador en la glucosa
El vinagre debe su efecto principal al ácido acético, un compuesto que, al ser ingerido antes de las comidas, actúa sobre varios procesos clave en el metabolismo de los carbohidratos. Uno de sus impactos más interesantes es su capacidad para ralentizar el vaciamiento del estómago. Este simple cambio en el ritmo de la digestión tiene un efecto directo sobre la curva de glucosa en sangre: al retrasar la absorción de los azúcares, se evita un pico abrupto y se reduce la necesidad de una respuesta fuerte por parte de la insulina.
Además, el ácido acético parece interferir en la actividad de algunas enzimas digestivas, lo que modula la velocidad a la que los almidones se convierten en glucosa. Este doble mecanismo favorece una glucemia más estable, reduce los altibajos energéticos y, con el tiempo, puede mejorar la sensibilidad a la insulina. Distintos estudios han observado que incluir vinagre antes de comidas ricas en carbohidratos puede disminuir significativamente la respuesta glucémica postprandial. Este efecto también se traduce en una menor producción de radicales libres y compuestos inflamatorios, lo que a largo plazo tiene implicaciones importantes en la prevención de enfermedades crónicas.
Vinagre y regulación natural de la inflamación
Pero los beneficios del vinagre no se limitan al control glucémico. Existen evidencias preliminares de que el ácido acético podría modular directamente algunas rutas inflamatorias del cuerpo. Se ha observado, en estudios celulares y animales, una disminución de ciertas citoquinas proinflamatorias, como la IL-6 y el TNF-α, después del consumo de ácido acético. Esto sugiere que este compuesto podría tener un efecto calmante sobre el sistema inmunológico cuando se encuentra en estado de alerta constante.
Este posible efecto antiinflamatorio se potencia cuando consideramos el impacto indirecto del vinagre sobre la insulina. Una menor exposición constante a picos de insulina se asocia con un estado general de menor inflamación y menor daño oxidativo a nivel celular. A esto se suma la acción prebiótica del vinagre no pasteurizado, que contiene bacterias beneficiosas y compuestos fermentados que pueden ayudar a mantener un microbioma intestinal sano, otro actor clave en la regulación de la inflamación.
Una solución sencilla: vinagre como apoyo metabólico diario
No se trata de promover soluciones milagrosas ni de reemplazar tratamientos médicos con ingredientes caseros. Pero sí es cierto que pequeños gestos cotidianos pueden generar grandes cambios si se sostienen en el tiempo. Incorporar una o dos cucharadas de vinagre de manzana sin filtrar, diluidas en agua y consumidas antes de las comidas principales, puede ser una herramienta práctica, económica y segura (siempre que no existan contraindicaciones médicas) para ayudar al cuerpo a recuperar su equilibrio.
El vinagre actúa como un puente entre la prevención y la intervención natural. No cura, pero colabora; no sustituye una alimentación saludable, pero la potencia. Y sobre todo, recuerda que el primer paso para combatir la inflamación crónica es volver a conectar con lo que comemos y darle a nuestro cuerpo aliados que trabajen a su favor.
Referencia bibliográfica.
PubMed (2019, 31 de mayo). Ingesta de vinagre (ácido acético) sobre el metabolismo de la glucosa: una revisión narrativa.
PubMed (2021, 29 de junio). El efecto del vinagre de sidra de manzana sobre los perfiles lipídicos y los parámetros glucémicos: una revisión sistemática y metanálisis de ensayos clínicos aleatorizados.
PubMed (2017, mayo). El consumo de vinagre puede atenuar las respuestas posprandiales de glucosa e insulina: una revisión sistemática y metanálisis de ensayos clínicos.
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