Las consecuencias, según los expertos, de un abuso de pantallas: "El ojo puede alargarse de forma irreversible, dando lugar a una miopía verdadera"

Investigación y Tecnología

El ojo se ve obligado a mantener un enfoque cercano durante periodos prolongados, provocando un esfuerzo continuo de los músculos oculares

Aumenta la miopía en los menores por el abuso de pantallas en la oscuridad

Mujer mirando el móvil con las gafas levantadas
Mujer mirando el móvil con las gafas levantadas / Freepik

En la era digital, pasamos una gran cantidad de horas rente a las pantallas. Teléfonos móviles, tabletas, ordenadores y televisores se han convertido en elementos inseparables de nuestra rutina diaria, ya sea por motivos laborales, educativos o de ocio. Sin embargo, este uso intensivo y constante de dispositivos electrónicos está generando nuevas patologías que afectan directamente a nuestra salud visual y una de ellas es el espasmo acomodativo, también conocido como falsa miopía.

Esta condición surge cuando el ojo se ve obligado a mantener un enfoque cercano durante periodos prolongados, provocando un esfuerzo continuo de los músculos oculares. Lo que comienza como una molestia pasajera (visión borrosa, cansancio ocular o dolores de cabeza) puede derivar en un problema más serio si no se corrige a tiempo. El espasmo acomodativo, aunque inicialmente reversible, puede desencadenar una miopía verdadera, es decir, un alargamiento permanente del globo ocular que afecta la visión de lejos. Como advierte el doctor Luis Valentín-Gamazo, oftalmólogo del grupo Miranza: "Este esfuerzo constante puede alterar la forma del ojo y favorecer el desarrollo de una miopía, probablemente debido a un estímulo aún desconocido".

En un contexto donde se estima que para 2025 la mitad de la población mundial será miope, según datos de este mismo grupo de expertos, resulta fundamental comprender cómo prevenir y tratar adecuadamente esta afección visual en auge.

De la tensión ocular al daño estructural

El espasmo acomodativo es un trastorno funcional que se produce cuando los músculos encargados del enfoque cercano (principalmente el músculo ciliar) se contraen de forma sostenida y excesiva. Esta contracción continua, al no recibir el descanso necesario, puede causar una falsa miopía. En esta etapa, el paciente presenta síntomas típicos de visión borrosa de lejos, pero en realidad el problema no es estructural, sino funcional, es decir, el ojo aún no ha cambiado su forma, pero está trabajando en exceso para mantener el enfoque cercano. El riesgo aparece cuando esta situación se prolonga en el tiempo y si el sobreesfuerzo visual no se corrige, el globo ocular puede comenzar a alargarse de forma permanente. Este alargamiento provoca que la imagen de los objetos lejanos se forme delante de la retina en lugar de sobre ella, lo que conlleva una visión borrosa típica de la miopía verdadera. "El ojo puede alargarse de forma irreversible, dando lugar a una miopía verdadera", manifiesta el doctor.

"Es imprescindible incorporar buenos hábitos visuales en el día a día"

Aunque la genética influye significativamente en la aparición de la miopía, los factores ambientales están desempeñando un papel cada vez más relevante. La exposición prolongada a pantallas, la falta de luz natural y la disminución del tiempo dedicado a actividades al aire libre (sobre todo en los más jóvenes) son elementos que, en conjunto, contribuyen al aumento alarmante de casos de miopía a nivel mundial. Este deterioro visual incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades oculares graves como el desprendimiento de retina, la degeneración macular o el glaucoma. Por eso, es esencial distinguir entre una falsa miopía causada por un espasmo acomodativo y una miopía real, para aplicar el tratamiento adecuado en cada caso.

Diagnóstico, tratamiento y prevención: claves para cuidar tu vista

El diagnóstico del espasmo acomodativo debe realizarlo un oftalmólogo, ya que es necesario determinar si la miopía que presenta el paciente es real o transitoria. "El diagnóstico lo realiza un oftalmólogo tras realizar una prueba que consiste en la aplicación de gotas oculares que relajan temporalmente el músculo del ojo, paralizando la acomodación ocular. De esta forma es posible confirmar si la miopía que presenta el paciente es real o debido a un espasmo", explica el doctor Valentín-Gamazo.

Una vez confirmado que se trata de un espasmo y no de una miopía estructural, existen varias opciones terapéuticas. En algunos casos, es suficiente con utilizar lentes con una ligera corrección para facilitar el enfoque cercano. En otros, se pueden emplear tratamientos farmacológicos como la atropina en dosis muy bajas, siempre bajo supervisión médica. Además, es imprescindible incorporar buenos hábitos visuales en el día a día.

Uno de los consejos más útiles es aplicar la conocida regla del 20-20-20: cada 20 minutos de trabajo frente a una pantalla, hay que descansar la vista durante al menos 20 segundos, mirando un objeto que esté a más de 6 metros de distancia. Este pequeño gesto permite relajar los músculos oculares y reducir la fatiga visual acumulada. También es importante mantener una postura ergonómica frente al ordenador. La pantalla debe estar situada ligeramente por debajo del nivel de los ojos, lo que favorece la convergencia natural de la mirada y reduce la tensión muscular. La distancia ideal entre los ojos y la pantalla o el libro es de al menos 40 centímetros.

La iluminación del entorno de trabajo juega otro papel clave. Una luz adecuada evita que el ojo tenga que hacer un esfuerzo extra para enfocar. Del mismo modo, dedicar más tiempo a actividades al aire libre ayuda a prevenir el desarrollo de la miopía. La luz natural y el enfoque de objetos lejanos relajan de forma natural el sistema de acomodación ocular. Cabe destacar que, en presencia de espasmo acomodativo, la cirugía refractiva no está indicada. Como señala el especialista: "No podemos operar un ojo que aún está cambiando. Antes hay que descartar que se trate de una miopía falsa, y eso solo lo conseguimos con una exploración adecuada".

Si se presentan síntomas como visión borrosa, dolores de cabeza recurrentes o fatiga visual, no deben ignorarse. Son señales de alerta que indican que nuestros ojos necesitan atención. Una visita oportuna al oftalmólogo puede marcar la diferencia entre una corrección sencilla y un problema visual crónico.

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