La coronación de la Esperanza de Triana: la primera del arzobispo Carlos Amigo Vallejo

Dos años después de su llegada a Sevilla, monseñor Amigo presidió su primera coronación pontificia en la Catedral

El cardenal Bueno Monreal estuvo presente en la ceremonia

La coronación de la Esperanza de Triana: la primera del arzobispo Carlos Amigo Vallejo
La coronación de la Esperanza de Triana: la primera del arzobispo Carlos Amigo Vallejo
Pablo Lastrucci

30 de abril 2022 - 03:47

La primera Dolorosa en ser coronada por Fray Carlos Amigo Vallejo en su largo pontificado fue la Virgen de la Esperanza de Triana, en junio de 1984. Vicente Acosta, por entonces hermano mayor, realizó varias visitas al cardenal Bueno Monreal para que le concediese la aprobación para iniciar los trámites necesarios. Corría el año 1981 cuando se autoriza la elaboración de un expediente solicitando la coronación, contando con la adhesión de hermandades, instrucciones, fieles y devotos, religiosos, y Ayuntamiento de Sevilla.

Una fotografía de Vicente Acosta posando junto a la corona de la Esperanza de Triana
Una fotografía de Vicente Acosta posando junto a la corona de la Esperanza de Triana / ARCHIVO

En febrero de 1982 llegaron malas noticias. El cardenal Bueno Monreal, que se había convertido en estandarte de la anhelada coronación, había sufrido un ictus mientras se encontraba en Roma. Durante aquellos meses, el recordado deán de la Catedral, Antonio Domínguez Valverde, se hizo cargo de la sede provisionalmente, transmitiendo a la junta de gobierno tranquilidad y ánimos para que continuaran reuniendo la documentación necesaria para enviarla a Roma.

La expectación era palpable, puesto que desde 1964, año en que se corona a la Esperanza Macarena, no se celebraba un acto de tal importancia alrededor de una imagen Dolorosa en la ciudad. La anterior a ésta fue la Virgen de la Amargura, en 1954. La Esperanza de Triana sería la tercera en la extensa historia de las cofradías sevillanas, por deseo de sus muchos devotos.

La prensa daba por hecho que la Virgen sería coronada en breve. Mientras tanto llegaban rumores desde Roma, diciendo que allí no constaba petición alguna sobre la coronación de ninguna imagen sevillana. Esta cuestión creó cierto nerviosismo en el seno de la hermandad trianera.

En diciembre de 1982, mes en que se celebra la festividad de la Esperanza, Vicente Acosta decidió acudir a Palacio para ver cómo iba el asunto. Allí encontró al cardenal Bueno Monreal acompañado por ocho obispos que habían acudido a visitarlo. "Cuando me vieron llegar, dijeron, anda, con médico y todo", recordaba Vicente, médico de profesión. Allí estaba el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, "que es la persona con los ojos más vivos que he visto nunca".

Antonio Dominguez Valverde, Deán de la Catedral, junto a Carlos Amigo Vallejo en 2001
Antonio Dominguez Valverde, Deán de la Catedral, junto a Carlos Amigo Vallejo en 2001 / ARCHIVO

Bueno Monreal, muy afectado por el ictus, se puso a rebuscar entre sus cajones, de los que sacó una libreta que entregó a Tarancón para que la leyese. En ella se podía leer "Esperanza de Triana coronada, Esperanza de Triana coronada, Esperanza de Triana coronada". Desde Roma ya se había dado el visto bueno y el cardenal realizaba ejercicios de rehabilitación escribiendo una y otra vez el nombre de la Dolorosa que próximamente se iba a coronar en la Catedral de Sevilla. Decía Vicente Acosta que, en aquel momento, el cardenal había desplegado una cara de bondad inusitada.

Bula papal sellada por Juan Pablo II para la coronación de la Esperanza de Triana
Bula papal sellada por Juan Pablo II para la coronación de la Esperanza de Triana / HERMANDAD DE LA ESPERANZA

Aquella escena la vivió un joven Fray Carlos Amigo Vallejo, sentado en una silla, prácticamente recién llegado a la ciudad. A esas alturas ya debía sobrevolar su cabeza el hecho de que sería él quien colocaría la presea de oro sobre las sienes de Nuestra Señora de la Esperanza de Triana.

El cardenal Bueno Monreal camina del brazo de monseñor Amigo en su primer año en Sevilla
El cardenal Bueno Monreal camina del brazo de monseñor Amigo en su primer año en Sevilla / ARCHIVO

"¡Vicente, que es una bula pontificia. Viene sellada por el Papa!", exclamó Antonio Domínguez Valverde. Hasta la reforma del Código Canónico de 1983, las coronaciones canónicas sólo las solía aprobar la Real Fábrica de San Pedro. En este caso, cuando en la Hermandad de la Esperanza de Triana recibieron la bula de la coronación, comprobaron que venía, no con el sello de la Real Fábrica de San Pedro, sino con el sello del Pescador, del Papa Juan Pablo II.

La Virgen de los Reyes, la Virgen de la Antigua, María Auxiliadora de la Trinidad, la Virgen de la Amargura, la Esperanza Macarena, la Esperanza de Triana y ahora la Virgen de los Ángeles, son las siete imágenes marianas de Sevilla capital cuyas coronaciones canónicas han sido pontificas.

Vicente tenía la hipótesis de que pudo intervenir el cardenal Tarancón, figura clave de la historia de España, que al saber de la ilusión del cardenal Bueno Monreal pudo intervenir ante el Santo Padre.

Coronación en la Catedral

El 2 de junio de 1984 quedó grabado con letras de oro en la historia de las hermandades, de Sevilla y especialmente del arrabal de Triana, que anhelaba ver a su Esperanza coronada. Antes se celebró un triduo preparatorio en la Real Parroquia de Santa Ana y una multitudinaria procesión hasta la Catedral. La Virgen cruzó el Puente sin corona sobre su cabeza y con un nuevo manto verde. Las monjas Mínimas de Pagés del Corro fueron las madrinas de la coronación, por decisión de Vicente Acosta.

Carlos Amigo durante la coronación

Que el Señor os bendiga, queridos hermanos, por honrar a la Santísima Virgen María, pues ese honor es para gloria de Dios, para gloria de la Santa Iglesia, y para honra de Triana y de Sevilla. Que Nuestra Señora de la Esperanza guíe vuestros caminos, y que todo lo que en él os encontréis, de verdadero, de respetable, de justo, cualquier mérito que haya se acerque al vuestro con autenticidad cristiana. Y que como Pablo, el buen apóstol, podáis decir: hemos competido la noble lucha, hemos corrido hasta la meta, nos hemos mantenido fieles, ahora ya nos aguarda la merecida corona con la que el Señor, justo juez, nos premiará en el último viaje. Y que la Señora, Nuestra Madre de la Esperanza de Triana, al contemplar vuestra fe, pueda deciros complacida: vosotros sois la corona de la que me siento orgullosa delante de Dios.

Fue un acontecimiento extraordinario. El pontifical tuvo lugar bajo la presidencia del cardenal Bueno Monreal, que aún se encontraba recuperándose del ictus. Por otro lado, Carlos Amigo Vallejo, llegado dos años antes desde Tánger y que ya había recibido al Santo Padre en Sevilla en noviembre de 1982, ahora coronaba a la Esperanza de Triana.

Una gran ovación hizo vibrar a las bóvedas catedralicias en el momento en el que el arzobispo Carlos Amigo Vallejo colocaba con delicadeza la corona sobre las sienes de la preciosa Dolorosa de la Esperanza. Sería la primera de muchas, pues durante el pontificado de Fray Carlos se coronaron casi cuarenta imágenes entre Sevilla capital y la provincia.

El arzobispo Carlos Amigo tras imponer la corona a la Esperanza de Triana bajo palio
El arzobispo Carlos Amigo tras imponer la corona a la Esperanza de Triana bajo palio / M. G.

El cardenal Amigo, hermano de la Esperanza de Triana

En diciembre de 2019, tras oficiar la función principal celebrada en honor de la Dolorosa, el cardenal Amigo fue recibido como hermano de la corporación.

El hermano mayor, Sergio Sopeña, recibió de manos del cardenal una cruz pectoral portada por él mismo durante años, como ofrenda para la Virgen, acompañada de unas palabras manuscritas en recuerdo del antiguo hermano mayor, Vicente Acosta.

Durante la homilía, Amigo Vallejo recalcó que "la Esperanza no es sentarse en el camino y aguardar a que vayan pasando las cosas. La Esperanza es la vida de la vida".

La citada cruz pectoral ha sido colocada esta semana sobre el fajín de la Virgen de la Esperanza, como sentido recuerdo al arzobispo que la coronase en 1984, hace casi cuatro décadas.

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