La provincia

La Soledad de Cantillana recupera este Viernes Santo las figuras alegóricas de su cortejo

  • Los judíos, armaos, ángeles o plañideras volverán a discurrir por las calles de la localidad con motivo de la coronación canónica de la dolorosa 

  • Está documentada la presencia de estos grupos en la estación de penitencia desde el siglo XVIII

  • Semana Santa en Cantillana. La puja por llevar a la patrona

El paso de palio de la Soledad de Cantillana en la tarde del Viernes Santo.

El paso de palio de la Soledad de Cantillana en la tarde del Viernes Santo. / Redacción Sevilla

La recuperación histórica que llevan a cabo muchas hermandades no se limita sólo a la capital. En la provincia existen claros ejemplos de este cometido. Un caso más que evidente lo protagoniza la Soledad de Cantilllana, patrona de este muncipio de la Vega y que en pocos meses será coronada canónicamente. Con motivo de este acontecimiento, el cortejo del Viernes Santo volverán a integrarlo figuras alegóricas que habían desaparecido con los años. Entre ellas, destacan los judíos, los armaos, el cuerpo de ángeles o las plañideras

Con todos estos grupos, se vuelve al origen que tenían estos cortejos cuando fueron diseñados en el barroco y que no es otro que transmitir plásticamente un mensaje catequético. 

Las figuras alegóricas que se podrán contemplar el próximo Viernes Santo por las calles de Cantillana son las siguientes: 

Los judíos

Recreación de los judíos que integrarán de nuevo el cortejo del Viernes Santo. Recreación de los judíos que integrarán de nuevo el cortejo del Viernes Santo.

Recreación de los judíos que integrarán de nuevo el cortejo del Viernes Santo. / Miguel Ferrera

Se situarán tras el paso del sepulcro. Son hermanos ataviados con sarga negraz, que llevan antifaz, pero sin macho (capirote). Portan unas cajas destempladas en señal de luto. Salieron en la cofradía hasta 1989. Eran una popularísima figura de la Semana Santa de Cantillana que inspiraban desde el miedo infantil hasta los comentarios jocosos. Estrenan dos tamboras artesanales realizadas a mano mediante el vaciado de una pieza cilíndrica obtenida de la sección de un tronco arbóreo, que consiguen un singularísimo toque ronco.

Los armaos

Volverá a salir una compañía de armaos romanos como la que existía en el siglo XVIII. Así lo atestiguan documentos de la época. Varios cantillaneros encarnarán a los romanos, cuya indumentaria se inspira en la de los modelos de los siglos XVIII y XIX. La indumentaria la componen una túnica corta granate guarnecida, cíngulo y mantolín de terciopelo negro también guarnecido terciado al hombro. Llevan cascos con plumas y sandalias de cuero. Portarén el Senatus, lanzas y escudos.

Este grupo encarna uno de los poderes que condenó a muerte a Cristo, que fue considerado reo de muerte por el poder religioso (el Sanedrín judío) y sentenciado por el poder civil (el Imperio Romano, por medio del gobernador Pilatos).

Evocan la figura histórica de los soldados romanos que custodiaron el sepulcro de Cristo, como narran los Evangelios. Debe tenerse en cuenta que en la antigua Roma, en las procesiones fúnebres de los entierros de emperadores o héroes militares, los soldados daban escolta de honor al difunto. Por tal motivo, los armaos de la cofradía hacen lo propio en el cortejo fúnebre de Cristo, héroe derrotado por la muerte, pero a la vez victorioso, pues la vencerá por medio de la Resurrección.

Coro de ángeles

Otra de las importantes recuperaciones del Viernes Santo será la del pelotón de honor de los nueve coros y jerarquías angélicas, presididos por San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial. Estarán encarnados por una decena de niños cantillaneros que portarán vestiduras realizadas para la ocasión. Los atuendos consisten en una túnica alba corta guarnecida y sobre ella un escapulario a modo de dalmática de terciopelo festonado de oro con distintos colores alegóricos. Llevan alas y calzan sandalias con medias. La cabeza se adorna con una diadema dorada con un florón de plumas negras.

El niño que representa a San Miguel que encabeza este pelotón angélico portará la bandera de Cristo abatida, realizada en tafetán con una cruz granate. Porta escudo, coraza, banda y manto como capitán de las milicias celestiales.

Tras San Miguel desfilan los nueve niños que representan a los nueve príncipes de los otros tantos coros celestiales divididos en tres grupos de tres, como símbolo de las tres jerarquías. La primera de ellas, la más cercana a Dios, es la que forma los serafines, querubines y los tronos, cada uno representado por un color en su dalmática y por un atributo. Los serafines, con dalmática roja, portan un cirio. Representan el amor divino. Los querubines con dalmática azul, portan las Sagradas Escrituras y representan la sabiduría divina; los tronos visten de verde, portan una balanza y simbolizan la justicia divina.

La segunda jerarquía está formada por las dominaciones, virtudes y potestades. Las dominaciones visten de oro, portan un orbe coronado por la cruz y representan la majestad soberana de Dios. Las virtudes representan la fortaleza divina, visten de morado y portan una corona de laurel; y las potestades visten de gris plata, portan una espada y representan la omnipotencia de Dios.

La tercera jerarquía, más cercana a los hombre, es la que forma principados, arcángeles y ángeles. Los principados visten de púrpura, portan un centro y representan la belleza divina. Los arcángeles visten de celeste, portan una palma y representan la misericordia de Dios; y los ángeles visten de rosa, portan una rama de olivo y simbolizan la providencia.

La presencia de los ángeles en la procesión está documentada desde el siglo XVIII. Además del Viernes Santo, formaron parte de la magna procesión de traslado de la Virgen de la Soledad a su santuario el 23 de febrero de 1794

El Viernes Santo antecederán al paso del sepulcro. Su posición los encarna como pelotón de honor que escolta a Cristo muerto. Precederán al Señor Yacente en señal de luto y significarán la tristeza y el duelo de todas las jerarquías celestiales ante la muerte del Redentor.

Las plañideras

Las plañideras hijas de Jerusalén son el trasunto de las doce tribus del pueblo de Israel. Estarán representadas por 12 niñas vestidas a la usanza hebrea, las cuales portarán atributos de la Pasión. Visten túnicas o ropones negros. Sobre ellos, una sobretúnica blanca de lino guarnecidas de granate. Llevan sobre la cabeza un manto de gasa negra (luto a la hebrea).

En sus manos portarán varios atributos de la pasión (Arma Christi), ya que otros como la corona de espinas y los clavos los lleva la Virgen en sus manos; mientras que la cruz, escaleras y sudarios van en el paso del Calvario (donde figuran las imágenes de San Juan y la Magdalena). Los atributos que portarán sobre cojines serán la bolsa con las 30 monedas de la traición de Judas, la soga del prendimiento alegórica a la profecía de Isaías, la espada y la oreja que San Pedro le cortó al judío Malco, el guante de la bofetada en la casa de Anás, el gallo de las negaciones de San Pedro, la columna y los flagelos de los azotes, la caña con la que, como cetro, se burlaron de la majestad de nuestro Señor, la injusta sentencia de Pilatos, la palangana y la jofaina con la que se lavó las manos, los dados con los que se sortearon la túnica de Jesús, el martillo y las tenazas de la crucifixión, el letrero del INRI y el cáliz símbolo de la Pasión del Señor y de su sangre derramada por nosotros.

El tramo de las plañideras lo cierra la Santa Mujer Verónica, que porta el paño con la Santa Faz del Señor, que es otro atributo pasionista. Tras ella, un fraile franciscano portará el relicario del Lignum Crucis.

El Viernes Santo antecederán al paso del Calvario. Recuerdan a las mujeres que acompañaron a Cristo camino del Calvario y a las mujeres que lloraban al difunto (plañideras) en los cortejos fúnebres de los emperadores y héroes de la Antigüedad.  

Banderas arrastradas

Otras de las recuperaciones son las banderas arrastradas en señal de duelo, que también formaron parte de la cofradía en siglo XVIII. En las honras fúnebres de Reyes y héroes militares en la antigüedad existía la costumbre de llevar arrastrando en señal de duelo las banderas del difunto, también en los desfiles triunfales de las victorias militares se hacían arrastrar las banderas de los vencidos. Estas costumbres se incorporaron a los ceremoniales y ritos del Santo Entierro de Cristo.

Los pedidores

Completando las figuras alegóricas y recuperaciones históricas, saldrán de nuevo los pedidores o demandantes que eran hermanos que, con tazas de plata en las manos, iban delante de la cofradía pidiendo limosnas para el sustento de la corporación, a los que se hace referencia a lo largo del siglo XVIII en numerosas ocasiones en documentos del archivo de la hermandad. En este caso volverán a salir, aunque de forma simbólica, separando los primeros tramos del cortejo y portando antiguas bandejas de plata.

Los ropajes de las figuras alegóricas han sido confeccionados desinteresadamente por un numeroso grupo de modistas cantillaneras.

Finalmente, como ya vienen formando parte del cortejo desde 2016, saldrá también abriendo la cofradía el muñidor con atuendo de luto, que portará la esquila de plata de 1696, así como las representaciones de las Virtudes Teologales: La Fe, la Esperanza y la Caridad, que vendrán a completar esta serie de alegorías tan propias del Barroco.

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