Instantes de pellizco: San Benito de vuelta a la Calzá en el Martes Santo de 2023

El misterio de la Presentación protagonizó portentosas chicotás por el Muro de los Navarros

En cuestión de unos minutos recorrió el tramo entre la Pila del Pato y Luis Montoto

San Benito volvió a las calles cuatro años después
San Benito volvió a las calles cuatro años después / Víctor Rodríguez

La Hermandad de San Benito estrenó este pasado Martes Santo un itinerario de regreso novedoso. Tras una larga y casi insoportable ausencia de cuatro años, el sol acompañó con justicia y determinación a la cofradía de la Calzá y a todas las demás que salieron a la calle en este cuatro de abril. San Benito tensó el arco y diana: todo un acierto el recorrido de vuelta una vez pasada la Alfalfa. Los cofrades allí reunidos agradecimos -imaginamos que al igual que el resto de nazarenos- el ritmo del cortejo y la facilidad de movimiento.

Aunque en la Pila del Pato sí se registraba y percibía una mayor presencia de público, en las calles siguientes reinaba la comodidad y la tranquilidad. Hacía no sé cuántos años que no veía San Benito de noche; siempre la acompañaba a mediodía, bajando por Santa Catalina con el sol de frente, levantando ovaciones que se cerraban a pesar de los espacios y las anchuras, piel con piel con sus vecinos incondicionales que ríen, lloran, animan, rezan, abrazan... Y tal fue la conmoción, lo inesperado de aquella decisión, que me obligué a acompañar al Señor de la Presentación el tiempo que resultara necesario. Apareció por entre la calle Zamudio, raspando los muros con el aire de la canastilla. Se detuvo a mi lado y ahí estaba: aún sin decir nada, sin abrir los labios sazonados, con un Pilatos echado sobre todos nosotros y frunciendo el gesto en una mezcla de incredulidad, angustia y comprensión.

El misterio de San Benito por la calle Santiago el pasado Martes Santo
El misterio de San Benito por la calle Santiago el pasado Martes Santo / M.L.R

¡Cómo me divertía, cuando niño, aquellas tardes de Martes Santo! ¡Cómo volví a sonreír hace una semana! El barullo creciente de la bulla, la invasión de los ciriales y el incienso, el canasto navegante en la marejada de las sombras… Era de noche, pero para mí era aún de día. El misterio, más que andar, planeaba; se deslizaba como un patinador artístico que no descomponía su elegancia a pesar del vértigo y las exigencias. Bastaron tres, cuatro chicotás: asomó por la calle Cardenal Cervantes y en un suspiro se posaron los zancos en los caños de Carmona.

La luna en lo alto, henchida de plata, cogiendo aire y limando la piel de sus cráteres… Nada importaba más en aquel momento. Nadie, ni el pontífice ni nosotros, nos decidíamos por el destino de un Jesús ausente y esbelto, que mantenía su figura divina como un trigal de oro en los campos de la Calzá…

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