Ignacio Valduérteles
¡Vaya usted con Dios!
A golpe de bisturí
Todo ha pasado en abrir y cerrar de ojos, y como una tempestad huracanada Nelson ha inundado nuestra vida cual tornado que quisiera absorber a nuestras imágenes y con ellas nuestras ilusiones, para llevarlas más allá de los cielos como puerta del tiempo, que a ver si el Creador de todo esto no va a estar detrás de este secuestro, dado lo que observa en este mundo terrenal.
No creo que ningún sevillano, de estos de pedigrí de la vieja His pal, de lo que le dan a todos los Palus Hispalensis, véase Feria y Coso Maestrante, Rocío y Corpus, Velá y la Higuerita, Ateneo y Cabalgata (se me olvida el Labra), Pregón y Semana Santa… haya quedado mínimamente reconfortado por la pasada y aciaga Semana Santa, aunque alguno haya logrado ponerse su túnica en alguna de las corporaciones a las que pertenece. Pero aun a pesar de lo sintetizado que haya resultado todo, ha dado tiempo a observar preciosas pinceladas de luces de nuestra Semana Mayor, y por supuesto muchas sombras de la misma, que es en los momentos difíciles cuando se les ven las costuras a nuestra fiesta (religiosa pero fiesta a fin de cuentas a pesar de que hay quien no es amante del término).
Hermosas luces que nos han regalado nuestros priostes y asesores artísticos, por la belleza, dedicación y mimo de los montajes de nuestros pasos, suma de vestimentas, exornos y escenografías, que provocan a nuestras miradas la unción evangelizadora por la que fueron creados, que bendito servicio hacen a la fe, y por qué no decirlo también bendito museo itinerante y gratuito ofrecen al espectador y visitante. Y no menos espectacular han sido los sones salidos de las diferentes agrupaciones y bandas de nuestros cortejos, en los escasos momentos que nos ha permitido este año, perfecta armonía de compases tradicionales y clásicos con otros de reciente creación, autores noveles que el tiempo colocará en su sitio. No creo que la crítica mordaz a las nuevas composiciones, de manos de seudoperiodistas “adalid de lo rancio” tengan que ser escuchadas, pues será el pueblo sevillano y soberano el que sabrá dejar en los repertorios aquellas composiciones que vayan a pasar al olimpo de la historia de nuestros pentagramas procesionales. Como momento de “pelitos de punta” me quedo con el encuentro casual del Señor de la Humildad del Cerro en el encuentro con su Madre de los Dolores en la puerta de Correos, como cita de sevillana del Pali… para el recuerdo.
Pero también sombras organizativas, puesto que la falta de unanimidad en los partes meteorológicos consultados, que llevaron a tomas de decisiones muy divergentes y en ocasiones incoherentes, la falta de reflejos ante los cambios de las condiciones climatológicas y la ambigüedad del concepto “traslado de vuelta” nos hace pensar que a este modelo hay que darle una vuelta a modo de reflexión. A esto hay que sumar el servilismo a las instituciones de la ciudad, puesto que el CECOP lejos de ser una entidad municipal al servicio de las Cofradías, es el que dicta el “cómo, cuándo y por dónde” debemos transitar, hasta el punto que pueden parar durante veinte minutos a un cortejo de los considerados maratonianos por falta de efectivos en una avenida, siendo la única en la calle y a las dos de la tarde, mientras el Consejo censurador espera reloj en mano en Campana para la rubrica de los minutos y segundos de las “Unidades de Tiempo” (videojuego manga)
Y qué decir de ese fenómeno paracofrade que inundan nuestros balcones de gritos efervescentes, piropos desmesurados, insultos denigrantes en redes, y un afán de protagonismo y postureo que destroza cualquier encuentro intimo que quiera tener con la Imagen de tu devoción. Dentro de poco Alfredito se presentará a Presidente del Consejo General de Gritadores y Presidentas de Petaladas de Sevilla, que me lo contó el otro día en el Hospital, ya que fue a ver a un amigo suyo que cayo de un tercero sobre el techo de palio, tirando pétalos a la Virgen de Consolación, rompiendo dos candelabros y tres de sus costillas. Va siendo hora de dejar la hojana, este movimiento no fue de Sevilla, no es de Sevilla y no lo queremos en Sevilla… igual que el cartel.
Y mientras éstos y otros tantos temas llenan las horas de barra de Feria, enjugadas con néctar de Sanlúcar, nos quedará soñar con lo que queda por venir, nostalgia sevillana de quien vive de la espera con recuerdos del ayer, ansiando la llegada de es día en el que una chiquilla del Arenal cruce un puente que siempre fue suyo pero que solo conoce por lo que cuentan sus hermanas, o esa explosión de devociones que viviremos por la Inmaculada, que fiel a la cita acudirá el mismo Dios, y que vive en San Lorenzo… Ya queda menos.
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