Luis Felipe Benítez

Mi referente en la Amargura

La Virgen de la Amargura el pasado Domingo de Ramos.
La Virgen de la Amargura el pasado Domingo de Ramos. / Víctor Rodríguez

01 de febrero 2023 - 12:14

No recuerdo si almorzamos todos en casa de mis abuelos o llegamos por la tarde. No lo tengo bien claro. Sí que me acuerdo que allí, alrededor de la mesa de camilla, estaban varios de mis tíos con mis primos. Después de tomar algo de merienda, mi hermano y mi padre salieron del comedor y entraron en otra habitación donde mi hermano se revestió con la túnica blanca de cola y su antifaz con la cruz de Malta en el pecho. Todo lo tengo con toda nitidez en mi memoria.

Fue todo un acto ceremonial lleno de formalidad y protocolo. Los calcetines blancos relucientes, las sandalias bien limpias, los pantalones perfectamente remangados y cogidos con un imperdible para que no asomen por fuera, la señal de la cruz antes de enfundarse la túnica, el cinturón de hilo de pita, la cuidada colocación y sujeción de la cola en el brazo correspondiente, la medalla en el pecho, el pañuelo h la papeleta de sitio metidos entre el cinto y por último la prueba de la adecuada colocación del antifaz en el macho de cartón.

Salieron del cuarto que había servido de vestidor, mi hermano todo de blanco y mi padre detrás, mirándole de arriba abajo, cerciorandose de que fuera perfectamente revestido como debe ir siempre un nazareno de la Amargura.

En la cara de mi padre se podía vislumbrar cierta añoranza por cuando él también se ataviaba con la túnica blanca de San Juan de la Palma y a su vez de orgullo porque su hijo primogénito siguiera sus pasos en los domingos de ramos sevillanos.

Yo lo miré con cierta sana envidia; en mi interior barruntaba mi deseo de acompañarle algún año en aquella situación. Nunca lo hice. Unos treinta años después me decidí a hacerme hermano. Era un Lunes Santo mientras veía, en compañía de mi hermano, la cofradía de San Gonzalo por la Magdalena y después de haber disfrutado en la noche anterior, del discurrir impecable de la Hermandad de la Amargura.

Pero no fue hasta el año 2015, para festejar mis bodas de plata en la Hermandad, cuando hice mi primera estación de penitencia en domingo de ramos. Me acordé mucho de aquella primera vez en la que mi hermano, en la casa de la calle Jerónimo Hernández, vistió su túnica de sarga blanca.

Por eso tengo que decir que mi referente en la Hermandad de la Amargura es mi hermano y lo seguirá siendo siempre.

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