El traslado del Gran Poder a Santa Teresa

Y la lluvia frustró la visita al Cerro del Águila

El Señor del Gran Poder  en la parroquia de Santa Teresa.

El Señor del Gran Poder en la parroquia de Santa Teresa. / Juan Carlos Vázquez

Eran las 20:55 cuando el Gran Poder pasaba bajo la puerta de la parroquia de Santa Teresa tras un breve e incompleto traslado desde la Candelaria. Pocos minutos después, el Señor quedaba situado sobre el presbiterio, ante la pintura maravillosa de Juan Miguel Sánchez. Las fotos en blanco y negro se habían tornado en color 56 años después. ¿Quién se lo iba a decir a los feligreses que ya contemplaron al Gran Poder en su casa? Las palabras y las oraciones del arzobispo, monseñor Saiz, que se estrenaba en una procesión, ponían punto y final a una jornada agridulce para la Hermandad del Gran Poder y para los vecinos y la feligresía del Cerro del Águila, que vieron como la lluvia truncó el sueño de tener al Señor recorriendo sus calles y en veneración en su iglesia.

El cortejo saliendo desde la parroquia de la Candelaria. El cortejo saliendo desde la parroquia de  la Candelaria.

El cortejo saliendo desde la parroquia de la Candelaria. / Juan Carlos Vázquez

El relato de cuánto ha acontecido en la tarde de este domingo, víspera de la festividad de Todos los Santos, no puede estar más que marcado por la lluvia, leve pero persistente, que descargó en varios momentos de la tarde, y que como hace más de medio siglo hizo acto de presencia cuando el Señor se trasladaba por las misiones generales a Santa Teresa. La Hermandad del Gran Poder llevaba toda la semana pendiente del cielo y de los partes meteorológicos. Las previsiones no eran nada buenas, como se fue confirmando a medida que avanzaban los días. El importante frente que se esperaba para el sábado, día fijado inicialmente para el traslado, deparó que se cambiara a la tarde del domingo. Los partes consultados por la junta de gobierno apenas daban un 10% de posibilidades de que lloviera. Un riesgo prácticamente nulo.

Los vecinos esperando la salida de la Candelaria. Los vecinos esperando la salida de la Candelaria.

Los vecinos esperando la salida de la Candelaria. / Juan Carlos Vázquez

La salida desde la Parroquia de la Candelaria, donde el Gran Poder se encontraba desde el sábado pasado, estaba fijada para las cuatro de la tarde. La lluvia caída durante la mañana no hacía temer por la salida, puesto que ésta entraba dentro del guión establecido. Bajo un cielo encapotado, los vecinos de Los Pajaritos se situaban frente a la puerta lateral de la parroquia para despedir al Señor que tanto les ha dado en los últimos días. “Nos sentimos bien con nosotros mismos”, explicaba una vecina emocionada. Puntual, la cruz de guía salía de la parroquia de la Candelaria. Nada presagiaba en ese momento que justo cuando el Señor se encontraba en la puerta para salir se pusiera a llover. Fueron unos instantes de incertidumbre y desconcierto. El silencio era estremecedor. Los hermanos se miraban unos a otros porque esa lluvia no formaba parte del guión. Los paraguas se abrían fuera para ira de alguno que, alzando la voz, pedía a voces que se cerraran. Tras unos minutos que se hicieron interminables, sonaba el martillo y el Señor volvía hacia atrás para situarse de nuevo en el presbiterio. El cortejo también regresaba sobre sus pasos.

El Señor saliendo de la parroquia de la Candelaria. El Señor saliendo de la parroquia de la Candelaria.

El Señor saliendo de la parroquia de la Candelaria. / Juan Carlos Vázquez

Comenzaba entonces un compás de espera en el que, a ratos, la lluvia volvía a hacer acto de presencia. La hermandad anunciaba que esperaría a las cinco, cuando el riesgo de precipitaciones volvería a ser prácticamente nulo. “Han sido unas nubes bajas que ni siquiera se ven en el radar del aeropuerto”, comentaba un miembro del cortejo en un corrillo. A las seis de la tarde se esperaba que el Señor pudiera salir y completar el traslado. La intención de la hermandad era la de mantenerlo todo según estaba previsto, es decir, haciendo la visita al Cerro del Águila. Conforme pasaban los minutos el desánimo en este sentido se hacía evidente.

Moseñor Saiz con el párroco, Manuel Moreno, y el hermano mayor, Ignacio Soro, en Santa Teresa.. Moseñor Saiz con el párroco, Manuel  Moreno, y el hermano mayor, Ignacio Soro, en Santa Teresa..

Moseñor Saiz con el párroco, Manuel Moreno, y el hermano mayor, Ignacio Soro, en Santa Teresa.. / Juan Carlos Vázquez

La espera se hizo tensa. En la primera fila de bancos, el arzobispo, monseñor Saiz, esperaba una decisión acompañado del secretario general de la Archidiócesis, Isacio Siguero; y el delegado de Hermandades, Marcelino Manzano. En las zona ajardinadas de la parroquia cada uno mataba el tiempo como podía. Algunos, aprovechaban para seguir por el móvil el partido del Betis. Otros comentaban la procesión magna celebrada el sábado en Málaga; y la mayoría elucubraba sobre si el Señor se podría trasladar finalmente a Santa Teresa.

Los vecinos esperando al Señor del Gran Poder. Los vecinos esperando  al Señor del Gran Poder.

Los vecinos esperando al Señor del Gran Poder. / Juan Carlos Vázquez

A las 18:20, el hermano mayor, Ignacio Soro, se dirigía a los hermanos y fieles congregados. Anunciaba que el traslado se produciría a partir de las siete, pero que, se haría por el camino más corto, llevado por los costaleros y, desgraciadamente, sin la esperaba visita al Cerro del Águila. Ante una nueva posible llovizna, el Señor no tardaría más de 35 o 40 minutos en llegar a Santa Teresa. El capataz, Manuel Villanueva, salía en ese momento con sus hombres a tomar un refrigerio mientras se organizaba el cortejo. A las siete y nueve minutos de la tarde, tres horas después del primer intento, la cruz de guía volvía a salir por la puerta de la parroquia. Esta vez giraba a la derecha para buscar la calle Candelilla. Con la noche ya cerrada y mucho más público que a las cuatro, el Gran Poder abandonaba, esta vez sí, la que había sido su casa durante los últimos días. Fuera, era recibido por una saeta.

El Señor llegando a la Avenida de San Juan de la Cruz El Señor llegando a la Avenida de San Juan de la Cruz

El Señor llegando a la Avenida de San Juan de la Cruz / Juan Carlos Vázquez

El traslado, que se había dicho sería rápido, fue más lento de lo previsto. En buena medida, porque había muchísimas personas en torno a las andas dificultando su avance. A las ocho menos diez el Señor llegaba al cruce con la Calle Federico Mayo Gayarre jalonado de una gran multitud de fieles. Enfilaba la calle Pedro de Madrid donde también era esperado por muchísimos devotos. El Señor dejaba atrás la Candelaria y se encaminaba por Julián de Ávila hacia la Avenida de San Juan de la Cruz. En la esquina del centro de salud le esperaban los hermanos de la Anunciación, de la barriada de Juan XXIII, con su estandarte para hacerle una ofrenda floral. Eran las 20:15.

El Señor llegando a las puertas de la parroquia de Santa Teresa. El Señor llegando a las puertas de la parroquia de Santa Teresa.

El Señor llegando a las puertas de la parroquia de Santa Teresa. / Juan Carlos Vázquez

Giraba el Señor hacia una avenida también abarrotada buscando su destino: la Plaza de la Moradas. A las 20:33, entraba la cruz de guía en el templo. Mientras, el Señor avanzaba con un paso lento. Con el mismo respeto que le acompañó durante todo el recorrido, el Gran Poder recorrió los últimos metros que le separaban del templo que le acogerá hasta el viernes. Entraba el Señor al filo de las nueve poniendo punto y final a una tarde marcada una imprevista llovizna y la truncada visita al Cerro del Águila.

El Señor ya situado en el presbiterio de Santa Teresa. El Señor ya situado en el presbiterio de Santa Teresa.

El Señor ya situado en el presbiterio de Santa Teresa. / Juan Carlos Vázquez

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