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La vigilancia del Alcázar

Un palacio con dos seguridades

  • El acceso de visitantes lo controla el Patronato, mientras que Patrimonio Nacional protege la residencia real más antigua de Europa

Decenas de visitantes hacen cola en el Alcázar.

Decenas de visitantes hacen cola en el Alcázar. / Belén Vargas

Mucho se ha escrito sobre la seguridad en el Real Alcázar de Sevilla, especialmente desde la desaparición de una yesería en el año 2013. El Alcázar es un palacio cuya explotación y visitas están gestionados por el Ayuntamiento de Sevilla, a través de un Patronato, pero que también tiene unas dependencias que son una residencia privada de la Casa Real, y que por tanto corresponden a Patrimonio Nacional, el organismo del Estado que gestiona todos los palacios reales de España. La del Alcázar está considerada, de hecho, la residencia real más antigua de Europa.

El palacio, por tanto, es un recinto que tiene dos seguridades distintas. Por un lado está la que depende del Patronato, con el control de acceso en la puerta del León y en otras entradas, así como el personal de vigilancia que se encarga de ir dando paso a los turistas y visitantes. Y, por otro, está el área que depende de Patrimonio Nacional, cuyos responsables son miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, que son los que se encargan de controlar toda la zona alta donde está la residencia real.

Esta duplicidad no siempre resulta operativa. Prueba de ello fue el caso de la desaparición de la yesería, que los investigadores prácticamente descartan que fuera robada y sospechan que más bien pudo ser destruida por accidente. En mayo del año 2013, los responsables del Alcázar descubrieron que faltaba un paño de yeso del siglo XIV, que había desaparecido de uno de los camaranchones por encima del Cuarto Real Alto, en una zona en la que se estaban realizando trabajos arqueológicos. La pieza estaba en unas dependencias del Real Alcázar que no se encuentran cedidas por el Ayuntamiento de Sevilla al Patrimonio Nacional. Es decir, cuyo control de acceso y seguridad lo ejerce de forma exclusiva el Patronato del Real Alcázar.

Las dependencias del Cuarto Alto del Alcázar, gestionadas por el Patrimonio Nacional, y los bienes del mismo situados en ellas, no sufrieron sustracción o daño alguno. La investigación de la desaparición se le encargó a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que desplazó a agentes de Madrid para llevar a cabo las pesquisas correspondientes.

Sin embargo, poco pudo averiguarse, entre otras cosas porque no había ni siquiera un libro de registro con los accesos de los arqueólogos e investigadores a la zona en la que se encontraba el paño. Es decir, el Patronato no llevaba ningún control sobre las personas que accedían a la zona de trabajos arqueológicos ubicadas por encima de la residencia real, donde sí está la vigilancia de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Fue imposible delimitar en qué día se había producido la desaparición y qué investigador trabajaba en la zona concreta donde se encontraba el paño. Aún así, se estableció un dispositivo de vigilancia sobre los mercados en los que se venden habitualmente obras de arte y restos arqueológicos, que tampoco obtuvo éxito. Con la investigación ya terminada, la teoría más sólida apunta a que no se trató de un robo sino de una destrucción accidental, pero tampoco se ha podido demostrar.

El año pasado, la alerta antiterrorista obligó al Ayuntamiento de Sevilla a revisar los protocolos de seguridad del Real Alcázar, que pasó a depender directamente del Centro de Coordinación Operativa (Cecop). A ello se le añade el problema que padece el arbolado. El 16 de mayo se produjo un accidente al caerse una rama de un palo borracho, que provocó ocho heridos, uno de los cuales permanece en la UCI en estado crítico. Hace unos días se cayó también una palmera de grandes dimensiones, si bien lo hizo a una hora a la que el recinto estaba ya cerrado al público. La palmera de desplomó sobre un banco de piedra, que quedó destrozado.

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