Rafael Utrera Macías

Con Berlanga en el cine Bécquer

  • Vino de la Siberia extremeña en el acorazado 'Potemkin' y en la diligencia de John Ford. Es referencia imprescindible en las relaciones de cine y literatura.

CINE europeo en estado puro. En noviembre de 1961, el año que llegó a Sevilla Rafael Utrera, (Herrera del Duque, Badajoz, 1942), asocia aquel día de la riada del Tamarguillo con la salida del cine Pathé de ver El manantial de la doncella de Bergman; ha documentado que Cernuda, hoy recordado en el cincuentenario de su muerte, vio un día antes de morir en un cine de México Divorcio a la italiana.

El año que muere Cernuda, 1963, vive Utrera un hecho excepcional. Si la Feria de abril le gustara a Orson Welles tan poco como a él no se hubiera producido "la única foto que en Sevilla puede competir con la de la tortilla", la de aquellos jóvenes cinéfilos a los que recibió Orson Welles. "Nos atendió en el hotel Alfonso XIII y nos invitó a manzanilla. La idea partió de Carlos Gortari, aunque el que lo abordó en un coche de caballos por la Feria fue Gerardo Delgado".

Las tres imágenes de la página evocan el trasiego geográfico de uno de los principales especialistas en la relación del cine con la literatura. A la calle Escoberos llega con su madre, Paquita Macías, cuando enviuda del doctor Rafael Utrera Rivas, médico en Herrera del Duque, pueblo de la Siberia extremeña donde nace Rafael el verano del 42. No podía ser otra estación ni otro año. "En esta calle vivían las hermanas Hermosín, Ana y Carmeli, y Elena Relimpio, la hija de la dueña de la farmacia del Pilar".

Al final de Escoberos está la basílica de la Macarena, donde se casa el 20 de septiembre de 1968 con María Luisa Vinuesa, natural de Algeciras. Tras una breve luna de miel en Portugal, los dos llegan como profesores de instituto a Fregenal de la Sierra. Él, como profesor de Literatura y director -antes había ejercido ese cargo en Almendralejo-; ella, como profesora de Latín, con un alumno llamado Juan Ignacio Zoido que sería alcalde de Sevilla.

La calle Bécquer daba nombre también al cine que acogió un Lidl y ahora un Día. "Ese cine lo asocio con las Escopetas de Berlanga, con el que compartí en Madrid una mesa redonda de cine y literatura. También estaban Armiñán y Manuel Hidalgo. Después, en la comida, Berlanga nos expuso su teoría del calzonazos".

El vecino de Escoberos era alumno en Filosofía y Letras de Arellano y de García Calvo. De Joselito y Belmonte, en términos taurinos. Bécquer y Escoberos desembocan en Feria, calle nuclear en la que compró los cuatro muebles que de recién casados se llevaron a la casa de Fregenal. "También me llevé de Sevilla, en la baca de mi 600, la primera canasta de baloncesto del colegio". En la misma calle Feria, gracias al librero Luis Andújar, consiguió un ejemplar de El cine y el momento, un texto casi inencontrable de Azorín, el más cinéfilo de la generación del 98. "En su senectud, iba al cine todos los días". Del 98 pasó a la generación del 27. El cine de Cernuda, de Lorca, de Alberti, al que le estudió en un libro de 400 páginas. A estos poetas les iba a dedicar la tesis doctoral, pero se cruzó un joven cineasta al que conoció en Madrid a mediados de los sesenta, en pleno apogeo de la nouvelle vague francesa. "Jorge Urrutia me encargó un librito sobre claudio Guerin, pero vi que había mucho más". Viajó hasta Noia, la localidad coruñesa en la que este cineasta nacido en la calle Julio César y criado en Alcalá de Guadaíra se mató en 1973 durante el rodaje de La campana del diablo.

Tres veces extremeño, una por cuna, dos por trabajo, dos veces sevillano, la primera con su madre viuda, la segunda cuando su mujer saca las oposiciones para el Murillo. El profesor consorte la acompaña y será profesor primero en el San Isidoro, después en el Portaceli. El año que vuelven a Sevilla, 1970, nace su hija Silvia, abogada; en 1973, Margarita, periodista. La primera le da a su único nieto, Carlos, hermano del Carmen Doloroso. "La única tradición que cogí de Sevilla es la cinematográfica. Ni Feria, ni Semana Santa, ni toros, ni fútbol, ni flamenco. Me caían grandes o yo soy demasiado torpe".

Ese mismo año en el que muere Cernuda, los recibe Orson Welles y Berlanga estrena El verdugo coincidiendo con el fusilamiento de Grimau, Utrera vive una versión de Vente a Alemania, Pepe. "Hoy le llaman Erasmus. A través del padre Alcalá, del cine-club Vida, unos cuantos jóvenes nos fuimos a trabajar dos meses a Alemania a cambio de un buen sueldo. Vivíamos en Colonia y trabajábamos en la Bayer de Leverkusen, aunque yo me fui con una familia y me iba con el hombre todos los días a la fábrica en bicicleta". Vio La diligencia en alemán.

Utrera participó en el precedente del Festival de Cine Europeo, el de 1980 que trajo a Otto Preminger, la etapa que concluyó con el director de Sucedió en Sevilla, José Gutiérrez Maesso, para mayor gloria de Juanita Reina. El vecino de Escoberos, espectador del Bécquer y novio en la Macarena fue asiduo de Trajano, 35, la sede del cine-club Vida. Fundó y refundó Asecan (Asociación de Escritores Cinematográficos) y llevó el cine a la Universidad. Entre sus alumnos, tuvo a Alberto Rodríguez, director de Grupo 7.

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