Tabernas de Sevilla

Casa Román, un histórico que pide "comprensión" para la hostelería sevillana

  • Antonio Castro es el propietario del emblemático local del Barrio de Santa Cruz, que reabrió sus puertas el pasado mes de septiembre

Antonio Castro, propietario de la taberna Casa Román.

Antonio Castro, propietario de la taberna Casa Román.

Royal Bliss

Los clásicos se convierten en clásicos por alguna razón: por sus tapas, por sus vinos o por cómo tiran la cerveza, por su ambiente, por su historia… Claro que estos últimos ya son, además de clásicos, históricos. Esos que han estado toda la vida. Las nuestras y las pasadas. Las de los padres, las de los abuelos e incluso las de algunos bisabuelos.

Y también están los emblemáticos. Los inolvidables que ocupan aquel rincón de la calle, ese hueco en la plaza, una preciosa fachada… Hay bares clásicos, los hay históricos y los hay emblemáticos.

Y luego está Casa Román, una taberna que lo tiene todo junto y que desde el mes de septiembre lucha por seguir siéndolo en medio de una situación que cada vez se hace más complicada para un sector, el hostelero, duramente castigado por el virus que está poniendo boca abajo al mundo desde marzo.

Al mal tiempo hay que poner buena cara, y eso es lo que hace cada día Antonio Castro. El propietario de Casa Román no pierde las ganas de subir cada mañana la persiana para seguir haciendo lo que mejor saben hacer allí: servir buenos vinos y mejor jamón, entre otras muchas cosas, a una clientela “maravillosa”, se enorgullece Castro, “que ha demostrado su solidaridad y su fidelidad en unos tiempos muy difíciles”.

A pesar de que el establecimiento ha prácticamente perdido una parte de su clientela no habitual (su situación en el barrio de Santa Cruz era, no hace mucho, un importante foco de atracción para que al bar acudieran cada día decenas de turistas y viajeros), Antonio Castro reconoce que “afortunadamente tenemos una clientela muy fija de gente de Sevilla”. Como él la tiene, sabe cómo pueden sentirse aquellos que no disponen de esa suerte: “Hay muchísimos bares y restaurantes que están prácticamente vacíos, que siguen resistiendo porque hay que intentarlo pero que es posible que no aguanten todo esto que está pasando”.

Casa Román abrió sus puertas en 1934. Casa Román abrió sus puertas en 1934.

Casa Román abrió sus puertas en 1934.

El propietario de Casa Román no solo se lamenta, sino que también avisa: “Aquí no tenemos fábricas de lavadoras, ni de tuercas ni de coches. Gran parte del sustento económico y sobre todo del empleo de Sevilla es la hostelería”, así que pide “un poco de comprensión” al sector. “Hemos invertido mucho dinero y esfuerzo en aplicar las medidas de prevención, algunos hemos ido más allá adquiriendo incluso maquinaria como los filtros HEPA.

Estamos cumpliendo con responsabilidad las distancias de seguridad, la desinfección, el uso de mascarillas… Los bares son lugares seguros”. Por eso pide solo una cosa.

Que se amplíe a más personas la restricción de aforo permitido en exterior, y lo hace con razones más que convincentes: “Estamos continuamente vendiendo nuestro clima. Es verdad que es magnífico, pero también es un beneficio que deberíamos aprovechar en Andalucía para dar un respiro a la hostelería. No hay muchos sitios en los que se puedan tener terrazas y veladores en pleno invierno, pero aquí sí se puede”. Una ampliación del aforo “nos daría algo de vida en una situación muy complicada”, dice Antonio Castro.

"Nuestro clima es un beneficio que deberíamos aprovechar en Andalucía para dar un respiro a la hostelería"

A pesar del descenso “considerable” de la actividad en el establecimiento, en Casa Román no se dan por vencidos. Posiblemente haya pasado por situaciones peores, y ahí continúa, en su calle de Los Venerables, desde que Román Castro abriera sus puertas en 1934 como una tienda-taberna en un local que data, al menos, de 1868.

Dos siglos han pisado ya los suelos de una Casa que sigue siendo santo y seña del buen comer en Sevilla (con unos huevos fritos con jamón de esos que quedan en la memoria) y que continúa “tirando para adelante” intentado “aparcar la angustia y la tristeza” echándole alegría.