calle rioja

Clarines de hartazgo en la calle Jesús del Gran Poder

  • Demanda. En apenas dos semanas dos grupos de vecinos de esta calle donde estudió Bécquer y tuvo bufete Blas Infante reclaman al Ayuntamiento seguridad, limpieza y civismo

Un cartel muestra la crispación de los vecinos ante la situación que se vive en la zona.

Un cartel muestra la crispación de los vecinos ante la situación que se vive en la zona. / juan carlos muñoz

En un par de semanas dos grupos de vecinos de la calle Jesús del Gran Poder han entonado su particular Basta Ya contra la desidia municipal y la permisividad ante conductas que ponen en riesgo la convivencia. Esta calle va desde la Capillita del Carmen hasta El Corte Inglés del Duque y en sus dos extremos ha prendido la llama de la indignación y el hartazgo. En un caso, por los ruidos procedentes de la discoteca Holiday y la procacidad de quienes orinan, defecan o copulan en plena calle; en el otro, por la suciedad e indefensión que provocan las personas que han elegido los soportales como zona de acampada, rechazando los ofrecimientos de albergue.

En esta céntrica calle llueve sobre mojado. Hace una veintena de años, los vecinos tuvieron que autoorganizarse por la proliferación de actos vandálicos y delictivos, todos ellos derivados de una casa en la calle Santa Ana esquina con Jesús del Gran Poder en la que se traficaba y se consumía droga. Vecinos como Joaquín Castro, de la taberna, o el pintor Manuel Salinas, de quien a finales de mes se cumple un año de su fallecimiento, se movilizaron. Su demanda encontró un insólito portavoz, Paneque, un policía jubilado que se dedicó a identificar a los presuntos delincuentes, presentar denuncias y hasta se escondió en un contenedor de basura para sorprenderlos in fraganti. El compañero Alfonso Pedrosa, en este mismo periódico, le dedicó un reportaje a este Robin Hood de la Alameda que tituló Simplemente Paneque.

En La Palma de Oro homenajearon a Saramago y Siza visitó el estudio Alminar

Una calle en la que Gustavo Adolfo Bécquer estudió enseñanza secundaria. Es una de las vías más musicales de Sevilla, sede de los edificios Falla, Albéniz y Cristóbal de Morales, adscritos al Conservatorio de Música, y la academia de baile flamenco Alicia Vega. Centros todos ellos a los que acude a diario un importante alumnado, razón de más para que se extremen las medidas por la seguridad y la limpieza.

En esta calle nació el taller de músic Zyriab y el Cine-Club Vida, cantera y laboratorio estético del que salió el primer equipo directivo de aficionados del festival de cine de Sevilla, que tenía sus oficinas en el Alameda Multicines, una de cuyas salidas daba a la calle Jesús del Gran Poder. Estuvo la Casa de los Jesuitas, con sabios como Fernando García Gutiérrez o Fernando Rodríguez Izquierdo, que siguieron la estela de Francisco Javier por Japón. Cuenta con una obra de Aníbal González, la Capilla de los Luises, que da a la calle Trajano, su paralela.

En esta calle, en la abandonada iglesia de San Hermenegildo estuvo una de las primeras sedes del Parlamento de Andalucía y fue local de ensayo de compañías de teatro como La Cuadra de Salvador Távora, Esperpento o Mediodía. La Casa de las Sirenas es templo laico, antigua casa particular convertida en centro cívico con multitud de actividades.

Casa Joaquín y La Palma de Oro, bares que ya desaparecieron, acogieron en diferentes etapas a la tertulia de Cuadernos de Roldán. El primero de esos taberneros, Joaquín, colaboró con sus poemas en alguno de los números, que ya han superado el centenar; el segundo, Rafael, acogió el homenaje que Cuadernos le hizo al portugués José Saramago antes de que le dieran el Nobel de Literatura.

La óptica de Manuel Romero ha cumplido treinta años de presencia en la calle. Juan Gómez convirtió la Corsetería Mónaco en el restaurante La Azotea. En la calle Jesús del Gran Poder tuvo bufete de notario Blas Infante y consulta de médico de la voz el coronel Antonio Muñoz Cariñanos. Los dos murieron ejecutados, uno el 10 de agosto de 1936 por los esbirros de Queipo, el otro el 16 de octubre de 2000 por dos matarifes etarras que estaban de carnicería por Andalucía.

Una calle de tiendas con encanto, una de ellas, haciendo honor a su nombre, con un retrato de Greta Garbo. Locales de complementos, de instrumentos musicales y una discoteca, centro de la discordia, en la que en tiempos menos hoscos surgieron muchos noviazgos, se sofocó algún varapalo electoral y unos futbolistas presentaron un disco de sevillanas. El arquitecto Álvaro Siza, premio Pritzer de arquitectura, visitó el estudio Alminar de Rafael Aguilar. Los periodistas Miguel Gallardo y Marina Bernal comparten entre Chipiona y esta calle sus cuarteles profesionales. Calle que tuvo Farmacia Militar.

Una calle en la que suenan Mozart, Paco de Lucía o Andrés Segovia. Los vecinos no quieren otro tipo de ruidos. Lo dice uno de los mensajes en los balcones: "Guarden silencio y den ejemplo". Igual es mucho pedir. Y a los munícipes, que abandonen ese liberalismo mal entendido de laissez faire-laissez passer.

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