Cooperativas: 'Guardias' de la Farmacia

Qince de marzo de 1930. 21 boticarios fundaron en Sevilla Cecofar (Centro Cooperativo Farmacéutico). Para que el dato no quede en el olvido, desde ayer figura en la placa que se descubrió en el zaguán del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla (calle Alfonso XII, salida a Redes).

82 años de fusión entre la farmacia y el cooperativismo. Se mantiene viva no sólo la idea, sino la estirpe. De la primera, dice Sofía Fuentes, cordobesa de Castro del Río, presidenta de Cecofar desde hace siete años y un día, que "sin las cooperativas, los criterios puramente mercantilistas se impondrían". En cuanto a la estirpe, estuvo bien representada.

Rosario Romero López de Tejada es farmacéutica, la profesión que ejercían sus padres, Miguel Romero y María del Rosario López de Tejada. "Mi padre hacía los albaranes a mano en la botica", recuerda la depositaria de este legado, sobrina-nieta del artífice principal, el pionero.

Julio Arranz Díaz, natural de Albanchel (Jaén), estudió la carrera en Granada y fue el primer presidente de Cecofar. Un impulso cooperativista que nace de forma simultánea en Sevilla y en Barcelona. Con sus veinte compañeros de empresa, hizo una revolución. El cooperativismo permite habilitar un almacén de productos farmacéuticos. "Antes estaban en manos de los drogueros, que se los daban a las boticas más potentes, en detrimento de las farmacias pequeñas y las rurales", dice Manuel Pérez Fernández, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, acompañado en el acto por sus homólogos colegiales de las otras siete provincias andaluzas.

La iniciativa de la placa partió de José Antonio Salas Peñate, una institución en el colegio. Farmacéutico de San Jerónimo, entre 1986 y 1995 fue presidente de Cecofar. A diferencia de Rosario Romero y tantos otros, no le viene el oficio de familia. "Mi padre era ebanista, hizo la primera estantería de Cecofar", dice Salas.

"El cooperativismo farmacéutico es el gran desconocido, sobre todo por la juventud farmacéutica". Lo escribió Avelino Romero en una dedicatoria del libro Quemando caucho, obra de Alfonso Pedrosa, redactor de Diario de Sevilla. Una fórmula que propicia, en palabras de Sofía Fuentes, "una farmacia profesionalizada y un modelo solidario de distribución". Sin esa mediación, la distribución estaría en manos de las multinacionales, argumenta el presidente del Colegio de Sevilla, o de las distribuidoras de los propios laboratorios.

El descubrimiento de la placa para recordar esta fértil colaboración de 82 años se convirtió en una cumbre de la farmacia andaluza. Entre los numerosos profesionales que se dieron cita en la sede de Alfonso XII, estaba Antonio Mingorance, presidente del Consejo Andaluz de Colegios de Farmacéuticos.

La primera sede de Cecofar estuvo en la plaza Argüelles (hoy San Pedro), el mismo lugar donde se encontraba la farmacia de Julio Arranz Díaz. Después de pasar por Arjona, la cooperativa se ubica actualmente en el Polígono Industrial El Pino. Arranz Díaz sale del anonimato en el que convivía con hombres y mujeres que tanto hicieron por mejorar la calidad de vida de sus congéneres. Llegó a ser titular de los Laboratorios Arranz, en la calle Resolana, con 300 trabajadores.

Miguel Romero, jerezano de nacimiento, ecijano de primera farmacia, fue quien abrió la sede de Alfonso XII reinaugurada en 1999 por el entonces presidente de la Junta Manuel Chaves. El Colegio y Cecofar son las dos caras de una misma historia. El artífice de la placa, el boticario de San Jerónimo, planteó un nuevo objetivo: echa en falta una galería de presidentes del Colegio. En esta nómina figura José Fombuena, que presidió la entidad después de ser uno de los 21 fundadores de aquella locura puesta en marcha un año y un mes antes de proclamarse la Segunda República.