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Entrevista a Emilio Medina, presidente de la la asociación AR de alcohólicos rehabilitados
Emilio Medina Pablos tiene 62 años, hace 50 que probó el alcohol, no bebe desde hace 31, le operaron del estómago y de un cáncer con metástasis hace 22 y lleva nueve meses esperando que le quiten una prótesis del abdomen. Preside la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados AR San José de la Rinconada y la Federación Al-Andalus, que reúne a 13 asociaciones y dos centros de tratamiento. El sábado 26 clausuran el XII Congreso del Día Mundial sin Alcohol.
El 15 de noviembre fue el Día Mundial sin Alcohol, una fecha señalada en el calendario de la organización. En los próximos días realizaran mesas informativas, jornada de puertas abiertas y visitas a institutos que culminaran con un acto de clausura y un almuerzo en San José de la Rinconada, con la presencia de miembros del Ayuntamiento.
Medina convive diariamente con un problema social que afecta a muchas personas de todas las edades: el alcoholismo. A pesar de llevar muchos años de abstinencia, entre los miembros de la asociación se siguen llamando adictos. Lo serán para toda la vida, aseguran. Afirma que tratar con jóvenes le mantiene vivo y que a muchos les remuerde por dentro que remuevan su lado oscuro y les canten las verdades a la cara. Alguno ha intentado agredirlo.
-¿Cómo empezó con el alcohol?
-Yo empecé con 12 ó 13 años y lo recibí a través de mi padre, que consumía y yo lo veía normal. Me mandaban a por vino y cuando llegaba a mi casa me había bebido media jarra. Mi madre, al verla más vacía, me decía: "Hay que ver que esta mujer cada vez te da menos vino". Iba a la discoteca, era muy alto y no me preguntaban ni la edad. Entraba sin ningún tipo de problema y era un ligón. Ahí me tomaba una buena copa y, como no tenía recursos económicos, cogía las copas que veía.
-¿Qué le aportaba el alcohol?
-Yo sentía que el alcohol me enfundaba madurez y era de lo que yo carecía. Cuando me di cuenta, empecé a beberme las consumiciones que veía en las mesas. A los 17 años me fui de casa y me casé, porque sentía que había perdido la libertad por la mala influencia de mi padre en el infierno en el que vivíamos. Esas costumbres las heredé y terminaron afectando a mi matrimonio, abandonaba a mi mujer en casa y fumaba pitillos. Conocí la vida, la disfrutaba y vivía la noche.
-¿Qué fue lo peor que te pasó en aquella época?
-Me casé borracho. Llegué de juerga media hora antes con todo el mundo en la iglesia. Mi padre me preguntó si no me daba vergüenza quedar como un golfo el día de mi boda. Entré sudando con el traje y la gente me metía billetes de mil pesetas en el bolsillo. Después de la ceremonia me fui otros dos días por ahí.
-¿En qué momento descubrió que es alcohólico?
-Mi mujer, que no aguantaba más, llamó a una abogada y me echó de casa. Un día, tomando una copa en un bar con un amigo, éste me dijo: "Lo que a ti te pasa me ha pasado a mí". Yo le preguntaba: "¿esto cómo se quita?". Me dijo que fuera a Anclaje, en Nuevo Torneo. Yo creía que allí solo iban prostitutas e indigentes. Tenía un gran desconocimiento, pero me di cuenta que mis compañeros eran policías, directores de colegio, médicos... Yo trabajaba de agente comercial y, cuando los veía a ellos, que tenían mucha más cultura que yo, me sentí a gusto y además descubrí que la administración apoyaba aquello y aportaba fondos a la causa. No quería perder a mi mujer y a mi hija ni mi piso, por la juerga, las tías y las copas. Llevo ya 30 años metido en esto.
-¿Cómo le ayudó trabajar con estas personas?
-Había trabajado siempre vendiendo mi producto como el número uno. Tenía que ver lo bueno de lo mío y lo malo de los demás. Entrar en este mundo me hizo desarrollar la empatía.
-¿Tuvo alguna recaída?
-Llegó un momento en que me saturé y quise irme. Llevaba bien la rehabilitación, pero fumaba porros en lugar de alcohol. Fumaba 10 ó 12 pitillos todos los días. Pero me sentía mal porque no estaba siendo honrado con mis compañeros en rehabilitación, que no consumían.
-¿Qué es lo que más aprecia de ayudar a otros a superar su adicción?
-La gente te valora mucho, te paran los vecinos, los chavales, todo el mundo. A veces tengo que cubrirme cuando salgo, pero aún así me reconocen. La gente es muy agradecida, se creen que yo los pongo bien, pero no, yo se lo debo todo a ellos. Mi vida es esto. Si no, hubiese seguido igual. Es muy bonito llegar a un congreso, ser tú un ponente, una persona responsable. Son cerca de 4.000 las personas que han pasado por aquí. El Ayuntamiento se subió a mi carro y nos apoya dando fondos. Me propusieron formar esta asociación en el pueblo y empecé aquí con Enrique Jurado, que fue mi referente y maestro. Te llevas muchas satisfacciones.
-¿Qué otras adicciones se desarrollan a partir del alcohol?
-El alcohol es una droga que acaba consumiéndote a ti y cada vez necesitas más cantidad. Todo empieza ahí y el segundo escalón es el cannabis; el tercero, la cocaína; el cuarto, la ludopatía, el quinto, los psicotrópicos y de ahí sigue creciendo. El alcohol es el primer peldaño de una escalera que te lleva a la muerte. Cuando te das cuenta tocas fondo y estás en la calle, en el hospital, preso o en el cementerio.
-¿Se utiliza el alcohol para tapar otros problemas de fondo?
-Hay chavales que consumen alcohol para cubrir problemas mentales como un trastorno bipolar o la esquizofrenia cuando no se ha tocado de fondo esa enfermedad original. El alcohol mezclado con el tratamiento es una bomba.
-¿Cree que hay un problema de alcoholismo entre los jóvenes o puede haberlo en el futuro?
-Podemos encontrarnos con un futuro anormal como consecuencia de la idealización del alcohol, como si fuese una fantasía. La televisión pone publicidad absurda, al deporte lo patrocinan marcas publicitarias de alcohol y ludopatía. La madurez se basa en beber el fin de semana, que ya se ha ampliado a los jueves. Para ser uno más del rebaño tienes que hacer lo mismo que el resto y si no, te dan de lado.
-¿Le preocupa que beban cada vez desde edades más tempranas?
-Desgraciadamente esto es cierto. Los chavales beben con 12 ó 13 años. A veces vienen aquí algunos muy jóvenes y les da vergüenza. Están empezando a beber cada vez más temprano por el libertinaje que hay, la presión social, los anuncios, los típicos héroes de fútbol que hacen apología de nuestra enfermedad para lucrarse. No hay prevención para ello. No puede verse normal que consumas delante de tus hijos ni drogas legales ni ilegales, ni que los mandes a comprar alcohol o tabaco.
-¿Qué mensaje transmiten ustedes en los institutos?
-El mensaje que damos es que estar preso no es solo estar en la cárcel. También se puede estar libre físicamente y preso de otra forma, porque tienes que consumir. Decimos que el alcohol mata, te hace perder la libertad o terminas en un hospital, a parte de que es una enfermedad contagiosa y crónica.
-¿Qué le pediría a la administración pública?
-Que nos echara una mano y nos ayudase económicamente porque esto no se sostiene solo. Todos nuestros compañeros de Andalucía no tienen la suerte que tenemos aquí con el Ayuntamiento. Nosotros no tenemos carrera, tenemos una cátedra que nos da la experiencia en la vida.
-¿Ha notado un aumento del alcoholismo tras la pandemia?
-Totalmente. Yo recuerdo ver a la gente almacenando botellas de cerveza. La pandemia ha agudizado más la enfermedad. Y sobre todo los malos tratos físicos y psíquicos. ¿Sabe usted lo que es tener un drogadicto en casa? No puede salir a la calle y tiene que conseguir la droga como pueda, se encierra en un baño. Toda la familia lo ve y se vuelve agresivo. La pandemia ha sido un puntillazo para aumentar el consumo en todos, sobre todo en mujeres.
-Habló antes de una idealización del alcohol, ¿en qué la percibe?
-Bebe todo el mundo: abogados, jueces, médicos... Hay una cultura o subcultura en España muy limitada. ¿Cuántas plantas o vides vemos en el camino de Jerez? ¿Cuántos museos del alcohol? ¿Cuántas banalidades con las drogas y el mito que le dan y como se cultiva y lo bueno que es? Somos un país importador y exportador de la droga alcohol. Igual que en el norte de África con la marihuana y el hachís. Hay que poner, como en los paquetes de tabaco, una imagen que muestre lo que te puede pasar. La causa está en los padres, que buscan una excusa o un motivo para drogarse, lo que menos importa es el crío. Mientras el niño está en el parque de bolas, el padre está por otro lado en una barra libre.
-¿Qué ha aprendido usted gracias a su experiencia vital?
-Me he dado cuenta que es muy bonito tener una vida saludable, el cuerpo te lo va a agradecer. Además, les transmites a tu familia unos hábitos de conducta positivos. De esto se sale, porque yo he visto muchísimas personas que salen y han rehecho su vida.
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