19-22: la hazaña más grande jamás contada
Primera vuelta al Mundo
El objetivo eran las especias de las Molucas, lo inicia Magallanes y lo concluye Elcano l 239 hombres salen del puerto de Sevilla en 1519 y regresaron 18 en 1522
Todo en Sevilla es dual. Hasta la primera vuelta al mundo. No hay estatua en la que estén juntos sus dos principales artífices, Fernando de Magallanes (Sabrosa, Portugal, 1480-Mactán, Filipinas, 1521), que la proyectó y empezó el 6 de septiembre de 1519, y Juan Sebastián Elcano (Guetaria, Guipúzcoa, 1476-aguas del Pacífico, 1526), que la acabó el 8 de septiembre de 1522.
Marinero en tierra. Como el poema de Alberti. Todo empieza con un rey, Carlos I, coronado con 16 años. Nieto de los Reyes Católicos, hijo de Juana la Loca, acaba de llegar en barco a Santander desde Flandes y en noviembre de 1517 convoca las Cortes en Valladolid, que era capital del reino. Desde 1494, las aguas de los océanos estaban divididas entre España y Portugal por el Tratado de Tordesillas.
En marzo de 1518 el rey recibe a Fernando de Magallanes, al que acompañan Rui Faleiro y Juan de Aranda, un empleado de la Casa de la Contratación que según cuenta Ramón Carande en Carlos V y sus banqueros, exigirá por su mediación una octava parte de los beneficios del viaje. El objetivo son las Molucas, el paraíso de las especias. El rey de Portugal rechazó la oferta de Magallanes, que con su bagaje de navegante y una cojera de la defensa de Fez llega a Sevilla el 20 de octubre de 1517. Encuentra cobijo en el Alcázar, donde es alcaide el portugués Diego Barbosa, y después esposa, al casarse con la hija de su anfitrión.
Cuatro años después, el rey Carlos V, que desde 1520 es emperador, recibe en Valladolid a Juan Sebastián Elcano, el piloto Francisco Albo y Hernando de Bustamante, tres de los supervivientes. De Sevilla y después de Sanlúcar de Barrameda salieron 239 hombres repartidos en cinco naves. Sólo regresan 18 –y tres nativos– a bordo de la nao Victoria. Un grupo de desertores llegó antes y prisioneros de los portugueses arribaron después.
En 2019 no habría sitio para una Expo con tanto quinto centenario. Una Expo sin Castro, Gorbachov ni lady Di, sin Olivencia y Pellón. “En 1519 sale Magallanes, Hernán Cortés funda Veracruz y Pedrarias Dávila Panamá”, dice Enriqueta Vila, americanista y académica de la Historia. “Algo parecido ocurre en 1492”, dice quien cinco siglos después, en plena Expo del 92, fue delegada municipal de Cultura. “Es la toma de Granada, sale Colón y se publica la Gramática de Nebrija”.
Desde 1503, cuando se crea la Casa de la Contratación, Sevilla tiene el monopolio del comercio con Indias. “Con Carlos I se pasa de una mentalidad medieval a una mentalidad renacentista”, dice Luis Navarro, catedrático emérito de Historia de América. En 1513, seis años antes de la salida de las naves, Maquiavelo publica El Príncipe; en 1516, Erasmo de Rotterdam traduce el Nuevo Testamento. Unos meses antes de la partida de las naves muere Leonardo de Vinci. Elcano y Magallanes son coetáneos de Miguel Ángel, Tiziano y Rafael. Cuando las naves salen falta un siglo para que nazca Murillo. Cuando regresen, falta un siglo para que nazca Valdés Leal. “El Siglo de Oro en Sevilla no es un siglo, son dos”, dice Ramón María Serrera, catedrático emérito. Edad dorada que en Sevilla, la Babilonia del Sur, acaba en la peste de 1649.
Los tres americanistas coinciden en que el propósito de la expedición no era dar la vuelta al mundo. “No era el propósito de Magallanes y Elcano se da cuenta cuando llega a Sanlúcar”, dice Navarro. “Además, no podían porque las Molucas por el Tratado de Tordesillas pertenecían a aguas portuguesas”. En su reunión con Carlos I, Magallanes convenció al rey de que esas aguas eran españolas. Una buena inversión. “Los palacios de Venecia y los Fugger se construyeron casi exclusivamente con dinero ganado en la especiería índica”, dice Stefan Zweig en su biografía de Magallanes. “Más que una biografía es una hagiografía”, dice Enriqueta Vila, “está muy bien escrita, pero se basa en los diarios de Pigafetta, que admiraba a Magallanes y no cita a Elcano”.
Elcano tiene una estatua en Guetaria, su patria chica. Uno de los numerosos vascos que iban en la expedición. “Eran muy buenos marinos y tenían los astilleros”, dice Navarro, que cita una novela de Rafael García Serrano para referirse al origen de los descubridores, Cuando los dioses nacían en Extremadura. Diego Gutiérrez, cartógrafo de Felipe II, bautizó como Estrecho de Magallanes el paso más difícil de la expedición. “Un laberinto terrible, un dédalo le llama Comellas”, dice el profesor Serrera. Un Estrecho que años después usó de escondrijo el pirata Francis Drake.
Magallanes fue el primero de Filipinas. Casi cuatro siglos antes del sitio de Baler, perdió su particular guerra de Vietnam en el mismo archipiélago de las Filipinas donde Coppola rodó Apocalypse Now. “... de este modo insensato acaba, en el momento más alto y magnífico de sus realizaciones, el navegante más grande de la Historia, en una miserable escaramuza contra una horda de isleños desnudos”, escribe Zweig. Muere el 27 de abril de 1521, para gloria del caudillo Cilapulapu que acabó con su vida.
A Elcano le acompañó la suerte en toda la travesía. No le tuvieron en cuenta para embarcar la condición de proscrito por haber vendido un barco a extranjeros en tiempos de guerra. Participó en el motín contra Magallanes cerca de la Patagonia, pero no corrió la suerte de Luis de Mendoza y Gaspar de Quesada, ejecutados y descuartizados; o de Juan de Cartagena y Pedro Sánchez Reina, abandonados en una isla. Unas fiebres le impidieron participar en la batalla que le costó la vida a Magallanes y en el convite del rey de Cebú que fue una trampa mortal para 27 tripulantes.
Una nave volvió; otra encalló; una tercera fue quemada por falta de marineros. La Trinidad siguió otra ruta. “El mérito de Magallanes es descubrir el Pacífico”, dice Serrera, “y el de Elcano volver por el Índico, el camino de los portugueses”. No había opción. “No conocían el tornaviaje que descubre en 1565 un marino y fraile agustino, Andrés de Urdaneta”. Si hubieran ido por el Pacífico, llegarían a un México convulso. “Cuando matan a Magallanes, Hernán Cortés está conquistando México”. Dos empresas casi coetáneas que llenaban de contenido y de continentes a un país que, en palabras de Luis Navarro, en pocos años pasó “de ser un reino dividido a un imperio”.
Elcano fue perdonado por la venta furtiva de su barco, recibió de la Corona pensión vitalicia y el título de caballero, pero se embarcó de nuevo. Una expedición a las Molucas en la que murió, como tres de sus hermanos. Su cadáver fue arrojado a las aguas del Atlántico el 4 de agosto de 1526. Unos meses antes, el 11 de marzo, se casa en el Alcázar de Sevilla el emperador Carlos V con su prima Isabel de Portugal. Entre los invitados, el poeta Garcilaso.
Se clausura la exposición de Murillo y se abren las compuertas del Guadalquivir, río por el que salieron 239 hombres y regresaron 18. “El coste en vidas fue terrible”, dice Enriqueta Vila, “pero coste económico ninguno. ¿Fracaso? Fue un éxito tremendo. Sólo con el clavo que trajeron se pagó toda la expedición y el mundo cambió por completo”.
Casi como en la Feria. Un vasco y... un portugués. “Portugal ha ido a la Unesco para que consideren la vuelta al mundo una gesta portuguesa”, dice Navarro, “es absurdo. El dinero, los hombres y los barcos eran españoles. Eso vulnera la voluntad de Magallanes en su testamento”. Tres años para conmemorar una proeza simpar. La primera globalización, dice Carlos Martínez Shaw, de la Academia de la Historia. En las lindes de Tordesillas. 85.700 kilómetros de travesía. Magallanes y Elcano, Daoiz y Velarde de los mares. El portugués murió en Filipinas. Le quitaron la vida, “no la victoria”, dice Stefan Zweig. El paisano de Cristiano Ronaldo sí ganó un Mundial y su título principal está en el país de Leo Messi.
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