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"Torrijos hizo otras cosas, pero lo del carril-bici lo hice yo"

  • Dejó el Ayuntamiento en 2003 y el instituto Macarena, como profesora de Física y Química, en 2015. Mujer de Ciencias, lleva letras de Blas de Otero a La Habana. Nació cerca de donde nace el Guadalquivir

EL Miércoles de Ceniza viaja a La Habana. Pero Paula Garvín (Villacarrillo, Jaén, 1955) no huye de la Cuaresma. Doce años en el Ayuntamiento, donde ocupó el despacho de Rojas-Marcos.

-¿Cómo ve la ciudad tres alcaldes después?

-Aquí cada vez que quitan un coche ponen un velador.

-¿Se reconoce su labor?

-A las mujeres en política se nos olvida, no se nos tiene en cuenta. Yo dejé algunas cosas, la moción de Airbus, la única industria que tenemos en Sevilla, los Presupuestos Participativos, lo del carril-bici, que dicen que lo hizo Torrijos. Torrijos hizo otras cosas...

-De Villacarrillo dos mujeres comunistas que pasaron por el Ayuntamiento, pero usted, a diferencia de Amparo Rubiales, no se fue al PSOE...

-Yo no me voy a ir nunca. A mí me van a enterrar con la hoz y el martillo y la bandera de la República.

-¿Por qué se cría en Archidona?

-Mi padre, que era juez, pidió traslado para que sus cuatro hijos estudiaran. Yo fui al instituto Agrícola Ganadero, especialidad Mecánico-Agrícola. Las Escuelas Pías donde estudió Blas Infante.

-¿El proletariado lo descubre en clases de Mecánico-Agrícola?

-En las injusticias con mis compañeros. Yo no pasé fatiga nunca. Con 14 años participo en mi primera huelga general.

-¿Cuándo llega a Sevilla?

-Con 17 años. Mi padre quería que fuera a un colegio mayor en Granada, pero yo prefería vivir con mi hermano Antonio, que estudiaba Arquitectura en Sevilla.

-Y se hace de Ciencias, un mundo entonces de hombres...

-En Químicas es donde más mujeres había. En Física, cero.

-¿En la Universidad se hace del Partido Comunista?

-En el verano de primero a segundo. Yo me consideraba demasiado madura y no quise pasar por las Juventudes Comunistas. Me hicieron una prueba y mi primera misión fue participar en una pintada de "Abajo el estado de excepción en Euskadi" en el barrio de Santa Cruz. Todos tíos menos yo.

-¿Fue clandestina?

-Claro. Recuerdo la iniciativa que se llamó la Salida a la luz. En todas las fábricas de España, en todas las universidades, un día, a las doce de la mañana, nos presentamos. Había que forzar la legalización después de la demostración de seriedad y organización tras la matanza de Atocha. En mi clase nos levantamos cuatro. Yo dije: Me llamo Paula Garvín y soy miembro del Partido Comunista.

-Parece lo de "yo soy Espartaco".

-Estaba inspirado en esa idea.

-Siendo de Villacarrillo...

-Ese Carrillo es por el arzobispo de la época de los Reyes Católicos que salía en la serie. Mi pueblo era de la diócesis de Toledo.

-De la Universidad al instituto.

-Yo quería seguir investigando. Trabajé con la isoniacida, un fármaco contra la tuberculosis. Pero choqué con el catedrático de Química Inorgánica, que luego fue rector y metió los grises en las aulas. Me presenté a las oposiciones de instituto que convocó Suárez en 1979 para ampliar la escolarización como uno de los compromisos de los pactos de la Moncloa.

-¿Siempre da clases en Sevilla?

-Salvo dos años en Bujalance. Del 81 al 83. Estaba Julio Anguita de alcalde en Córdoba. Estuve con él, como un león enjaulado en su despacho, porque no habíamos sacado ningún escaño en Córdoba.

-Ahora han sacado dos diputados y hablan de un ministro...

-Alberto Garzón como otro Varufakis para ponerlo a los pies de los caballos en Europa.

-Tres mandatos de concejala. 95-99 en la oposición...

-Hubo gente de mi partido que me criticó mucho que llorase cuando murió Alberto Jiménez-Becerril. Yo llevaba los temas de Hacienda y teníamos unas peleas tremendas, pero eso no quita que me pareciera un ser humano extraordinario.

-99-2003. De Soledad a Alfredo y sigue en la oposición.

-Monteseirín nos mandó al gallinero, como a los de Podemos. La idea fue de Susana, seguramente.

-Por fin toca poder en 2007...

-Me hice cargo de Participación Ciudadana, por supuesto. El cogobierno incluía participar en la Delegación de Urbanismo con un 25% de las inversiones y el histórico despacho de Rojas-Marcos, que nos costó mucho conseguirlo. Pero las formas son muy importantes en esta ciudad.

-Deja el instituto Macarena con las pesetas, vuelve con el euro y el vértigo del 11-S y el 11-M...

-El cambio más sustancial fue pasar de la educación voluntaria, cuando me fui, a la obligatoria.

-¿De qué se jubila más fácil, de la política o de la enseñanza?

-Mi profesión es profesora y la política mi pasión. Van unidas. Las reuniones con las asociaciones de vecinos para explicarles los presupuestos municipales eran clases de pedagogía política. Clases que di en los cien barrios. En los seis distritos que luego serían once.

-¿Por qué Paula?

-Por mi abuela Paulica la partera. En mi pueblo no se decía comadrona. Soy nieta de Paulica la partera y Pepica la carretera. Iba con una carreta al molino para aprovechar los saltos de agua del río.

-Vuelve a La Habana...

-La primera vez que fui a La Habana conocí a Marta Hacneker, que estaba casada con un jefazo de los servicios secretos cubanos que se mató en un accidente. Fue ella, la discípula de Althusser, la que me metió en lo de los Presupuestos Participativos. Vino a Las Cabezas de San Juan, el primer pueblo de España donde se llevó a cabo.

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