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Dos años de pandemia

Las UCI sevillanas frente al Covid: "Ha sido agotador"

Personal sanitario conduce una camilla con un enfermo en el Hospital de Emergencias.

Personal sanitario conduce una camilla con un enfermo en el Hospital de Emergencias. / M. G.

Buenas noticias y aires de cierto alivio empiezan a respirarse ya en las unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de los hospitales de Sevilla. Aunque manteniendo zonas de aislados para pacientes con coronavirus con todas las medidas se seguridad que han tenido que poner en marcha durante la pandemia, la presencia de enfermos Covid ha descendido hasta niveles que no se registraban desde hace más de cuatro meses, lo que ha permitido ir reduciendo la estructura que se había puesto en marcha en todos los hospitales ante una sexta ola larga y sostenida en el tiempo.

Una situación que ha permitido a profesionales y jefes de las principales unidades de cuidados intensivos de los hospitales públicos sevillanos coger aire después de dos largos años de lucha contra el virus. Recibieron la peor pandemia en un siglo con poco más de un centenar de camas de críticos y llegaron a doblarlas para cubrir la demanda. Alcanzaron un pico de 131 ingresados el 13 de febrero del año pasado y todavía siguen atendiendo a una veintena de pacientes contagiados, la mayor parte no vacunados o personas con déficits graves de inmunidad por otras enfermedades.

Hoy, más de 700 días después de una primera ola a la que le seguirían cinco más, han cambiado la desesperanza y el desánimo por la seguridad, la calma y el control de una situación que ha hecho mella en su día a día. Ahora el Covid forma parte del paisaje aunque los mantiene exhaustos.

Miran hacia atrás con una mezcla de "agotamiento" y "dolor" por todo lo que han soportado sus equipos, a los que el "esfuerzo" y "sufrimiento" les ha pasado factura, y de "orgullo", "satisfacción" y "alegría" porque le han dado una respuesta sobresaliente a un "reto mayúsculo". Se quedan con la implicación de los profesionales, con un espíritu de entrega "nunca visto antes", el trabajo en equipo, el avance de la ciencia, por la efectividad de las vacunas, y con la visibilidad social "porque las UCI han dejado de ser un lugar al que la gente iba a morir a ser un lugar de esperanza y trabajo humano y profesional".

Mantienen que "nunca" se sintieron desbordados, pero sí "desconcertados". Coinciden en que la "incertidumbre" por no vislumbrar el final de la pandemia y la "soledad de los pacientes" han sido sus mayores preocupaciones en los últimos dos años en los que, al igual que a la sociedad en general, el Covid ha cambiado la UCI. Ha modificado espacios, equipamientos y procedimientos de trabajo, pero también el nivel de sobrecarga, sobre todo emocional, de los que allí dan la cara cada día a los casos más extremos, poniendo en valor un humanización que ya se perseguía hace tiempo y que el Covid ha impulsado.

Rosario Amaya (Hospital Virgen del Rocío)

Rosario Amaya, jefa de la UCI del Virgen del Rocío. Rosario Amaya, jefa de la UCI del Virgen del Rocío.

Rosario Amaya, jefa de la UCI del Virgen del Rocío.

La jefa de la UCI del Virgen del Rocío mira para atrás pidiendo "que no se vuelva a repetir una situación igual". Aunque "satisfecha" y "orgullosa" de las vidas que se han salvado, no podrá borrarse de la memoria el "dolor" de las que se quedaron en el camino. Tampoco los estragos en la estabilidad emocional de su equipo de profesionales. De hecho, su unidad llegó a implantar programas de ayuda a los sanitarios del hospital. "Fue realmente duro, pero la UCI ha respondido con ejemplaridad", saca pecho por los suyos.

No sabría decir qué etapas fueron peores, porque "todos han sido momentos muy difíciles". "La primera ola se caracterizó por el miedo y el respeto hacia los desconocido ante unos datos devastadores que recibíamos de otras comunidades y países", resume la intensivista. La reiteración de oleadas trajo de nuevo la desolación, pero ya con otras herramientas. "La gran presión y la características especiales de los pacientes, como en la quinta, que fue la de las embarazadas, o la sexta, con gente muy joven, también se hizo muy duro el camino, pero la estructura que ya habíamos creado con los planes de contingencia y los equipos multidisciplinares en UCI hicieron que los profesionales respondieran de forma brillante y con un sentido de responsabilidad y de compromiso nunca vividos antes", resume.

José Luis García Garmendia (Hospital del Aljarafe)

El jefe de UCI y Urgencias del Hospital San Juan de Dios del Aljarafe, José Luis García Garmendia. El jefe de UCI y Urgencias del Hospital San Juan de Dios del Aljarafe, José Luis García Garmendia.

El jefe de UCI y Urgencias del Hospital San Juan de Dios del Aljarafe, José Luis García Garmendia.

"La pandemia ha dado a conocer la Medicina Intensiva en los medios. Ha dejado de ser un lugar donde la gente iba a morir y ahora se ve como un lugar de esperanza y trabajo profesional y humano", explica José Luis García Garmendia, jefe del servicio de Cuidados Críticos y Urgencias del Hospital San Juan de Dios del Aljarafe. 

Lo peor para él fue la incertidumbre de las primeras semanas, el pico de la segunda ola en la que se juntó con la bajas de varios profesionales contagiados y, "por supuesto" -recalca-, los momentos de sufrimiento de los pacientes y familiares. Aún así, asegura que, pese a los momentos de tensión, dificultad y sobrecarga, "los profesionales supieron adaptarse a todo y dar lo mejor de sí mismos en todos los momentos".

En cualquier caso, el día a día resultó complicado. "La necesidad continua de ponerse los EPI, las dificultades, las incertidumbres ante una enfermedad nueva y el miedo al contagio propio y de nuestra familia han condicionado mucho nuestro trabajo diario", detalla. Además, al igual de que el resto de sus compañeros, incide en un detalle en el que, por obvio, no se ha puesto demasiado el foco. "Las grandes dificultades para atender no sólo a los pacientes Covid, sino a los otros pacientes críticos no Covid, que también llegaban", añade.

Ahora bien, admite que la sexta ola se ha afrontado "con mayor conocimiento y medios", pero también "con mayor agotamiento". Advierte de que, aunque la proporción de casos en UCI ha sido mucho menor respecto a las oleadas anteriores por la alta tasa de vacunación, la gravedad y la mortalidad en UCI han sido mayores. "Esto no ha terminado", recuerda.

Antonio Lesmes (Hospital de Valme)

Antonio Lesmes, jefe de la UCI del Valme. Antonio Lesmes, jefe de la UCI del Valme.

Antonio Lesmes, jefe de la UCI del Valme.

"Cuando estas ante los desconocido no sabes si lo que haces o lo que has hecho es lo mejor que podías hacer". Esa ha sido la mayor preocupación del jefe de la UCI del Hospital de Valme en los últimos dos años de pandemia. Reconoce que el Covid ha cambiado la UCI. "Ya estamos incorporando cambios a mejor en la asistencia en nuestras unidades y lo seguiremos haciendo en los próximos años", afirma. Y que ahora es un servicio más visible, aunque todavía muy "desconocido". "Incluso para muchos de los profesionales sanitarios que trabajan en la planta de al lado", asegura.

Como sus compañeros, de los peores momentos destaca la "incertidumbre constante" en los picos de las tres primeras olas en las que, asegura, "se llegó a rozar el 100% de ocupación en enero de 2021". "El no saber cuántos íbamos a estar de pie al día siguiente para poder dar la asistencia necesaria", recalca. De todo lo aprendido, valora "durante casi 24 horas" de los profesionales durante más de dos años. "Fue tan impresionante el ver como todo el mundo hacía o quería hacer algo, que no pude menos que mandar en su día una carta de agradecimiento a todo el personal de nuestra área sanitaria", recuerda.

Reconoce que no ha echado en falta más manos, pero sí "más expertas", aunque es consciente de que "es inviable tener tres o cuatro veces más de profesionales expertos preparados en la reserva activa para en un momento determinado ponerlos en marcha".

María Luisa Cantón (Hospital Virgen Macarena)

La intensivista del Macarena, María Luisa Cantón. La intensivista del Macarena, María Luisa Cantón.

La intensivista del Macarena, María Luisa Cantón.

La intensivista del Hospital Macarena, María Luisa Cantón, resume la experiencia con una mezcla de "desasosiego" y "orgullo a partes iguales. "Nos encontramos de repente ante una crisis sanitaria por una patología muy grave y nueva, que aparecía de forma repentina nos enfrentábamos a ella con una gran incertidumbre y escasos conocimientos sobre lo que podía ser efectivo, nos sentíamos completamente impactados, ante un gran reto que afrontar, y sobreinformados, al principio, con artículos de mala calidad", señala.

En estos momentos admite que la situación es otra. "En líneas generales la desesperanza y el desánimo de algunos momentos han dado paso al optimismo. Afortunadamente han disminuido los ingresos sobre todo en relación a la vacunación. Además, en relación a la experiencia adquirida nos sentimos más preparados para hacer frente a este tipo de pacientes", sostiene.

Admite que la pandemia los ha desbordado tanto físicamente, "ya que se trata de pacientes que requieren una elevada carga de trabajo", como psíquicamente "ya que desgraciadamente al tratarse de una patología muy grave no siempre evolucionan de la forma que nos gustaría", afirma. Y destaca el papel de la ciencia ante situaciones como ésta. "Afortunadamente todo ha ido cambiando con la investigación y experiencia. Ahora tratamos con fármacos que han mostrado mejorar la evolución de los pacientes dentro de ensayos clínicos, sabemos más acerca de los mecanismos de transmisión, hemos aprendido que el riesgo de transmisión no es el mismo si la infección está activa o el paciente ya ha superado la enfermedad y tiene anticuerpos, lo cual nos ha permitido retirar el aislamiento a muchos pacientes, se han aligerado los equipos de protección individual", explica.

De lo peor a lo menos malo, la doctora Cantón pasa de la preocupación porque esta pandemia "no finalizara o no se llegara a controlar" a la sensación de "seguridad" y el "optimismo" que han aportado las vacunas. "Aunque no podemos confiarnos y relajarnos en las medidas de precaución por completo, y debemos hacerlo de forma escalonada y según las indicaciones de los distintos grupos de expertos", concluye. 

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