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Sevilla

Los cocheros de Sevilla denuncian el acoso de los animalistas

  • El gremio se recupera tras la pandemia, pero reclama más seguridad ante la persecución que sufre de grupos que dicen actuar en defensa de los animales

El turista nacional es el principal cliente de los cocheros del servicio público de Sevilla.

El turista nacional es el principal cliente de los cocheros del servicio público de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

Con la llegada de turistas, tras el fin de las restricciones, el gremio de los cocheros de Sevilla ha recuperado el pulso sin mayor tipo de problemas. El portavoz de estos trabajadores, Iván Jiménez, afirma que el servicio municipal de transporte de viajeros en coches de caballos "ha superado las cifras de la prepandemia". Un buen dato para el sector que, sin embargo, suma a su demanda histórica de la instalación de toldos en las paradas destinadas a los carruajes, la de formación, sobre todo en idiomas para atender mejor al turismo internacional, y la de protección o seguridad ante las "constantes amenazas que venimos recibiendo de grupos animalistas o personas que rechazan nuestro trabajo con los caballos".

Desde 1998, año en el que Iván Jiménez entró a formar parte de los cocheros de Sevilla, la situación de estos profesionales ha ido en progresión, hasta que llegó la pandemia. "En la actualidad, se mantienen las 98 licencias dotadas por el Ayuntamiento y en activo somos unos 130 cocheros, por lo que seguimos los mismos que antes del covid. El turismo ha renacido y nosotros hemos vuelto a la normalidad". Sin embargo, en los dos años de restricciones, estos trabajadores tuvieron que reciclarse en su mayoría ante la falta de turistas y ayudas para mantener a los animales. "Alguna empresa privada nos donó pienso para los caballos, pero ni por parte del Ayuntamiento ni de las asociaciones animalistas tuvimos ayuda alguna".

En el caso del portavoz de los cocheros, Jiménez se recicló con una ingeniosa iniciativa conjunta con el kiosko La Vespa. Donde se ofrecía un paseo de caballos con cada menú. "Todo un éxito que me ayudó bastante". A similar proyecto se sumó Cayetano, otro cochero de Sevilla, que se alió con la empresa de visitas guiadas Sevilla Museo Vivo, para que los locales pudieran disfrutar del patrimonio de la ciudad por San Valentín. "Muchos tuvieron que reinventarse en el transporte, la mensajería... en algo que les diera para mantener sus casas", cuenta Jesús Castro, que, tras 25 años en la profesión, vivió este trance en casa junto a su hijo recién nacido.

Cochero de Sevilla en el entorno de la Catedral. Cochero de Sevilla en el entorno de la Catedral.

Cochero de Sevilla en el entorno de la Catedral. / Juan Carlos Vázquez

El trabajo diario del cochero en Sevilla

Castro y Antonio Gutiérrez (otro cochero con un cuarto de siglo en esto del enganche) recuerdan "la fatalidad que supuso" este periodo. "Nosotros estamos acostumbrados a trabajar entre 8 y 10 horas al día, porque no cuenta sólo el tiempo en el que prestamos el servicio, hay que considerar el trabajo previo a salir de las cuadras, donde preparamos al coche y a los caballos, y el posterior, cuando hay que dejarlo todo listo para el día siguiente", detallan.

Ahora que empiezan a "respirar más tranquilos", Iván Jiménez explica que "muchos desconocen los gastos que conlleva mantener este tipo de transporte", y por ello, durante la pandemia, a la falta de clientes se sumó la dificultad económica para la conservación de animales y carruajes: "Sólo en comida por animal –cada cochero tiene de dos a cuatro caballos, que turna por días de la semana– son más de 150 euros al mes. Los coches son antiguos en su mayoría y tienen que restaurarse cada cierto tiempo, anualmente pasar la ITV por el Ayuntamiento, etc. Es nuestro escaparate y todo tiene que estar perfecto. En tapicería (cambiarla supone unos 2.000 euros), en las ruedas (cambiarlas 4.000 euros) o las gomas de éstas (400 euros), al año puedes invertir unos mil euros más. No siempre hay que cambiarlo todo, pero sí realizar ajustes que suman al lógico gasto de impuestos, entre otros". "Sin embargo, la uniformidad, camisa blanca y pantalón gris, nos la regaló El Corte Inglés con motivo de la boda de la Infanta Elena, y aún se mantiene la misma", añade como anécdota.

Cochero en la Plaza del Triunfo, una de las nueve paradas oficiales del gremio. Cochero en la Plaza del Triunfo, una de las nueve paradas oficiales del gremio.

Cochero en la Plaza del Triunfo, una de las nueve paradas oficiales del gremio. / Juan Carlos Vázquez

Aprender inglés como reto 

El repunte del turismo, sobre todo el nacional, que es el principal cliente de los cocheros de Sevilla, ha impulsado al sector. Aun así, desde el gremio demandan una mayor formación que les permita crecer. La falta del conocimiento de idiomas, como el inglés, es un hándicap. "Aunque el español es el que nos da de comer en un 80% de los trayectos que realizamos, es cierto, que el no saber idiomas es una desventaja a la hora de conseguir que los extranjeros hagan uso de nuestros coches", reseña Jiménez, que insiste: "Nos gustaría que el Ayuntamiento nos prestara ayuda para formarnos y mejorar la calidad del servicio porque, a la par que dirigimos el coche, vamos haciendo labores de guía, explicando la localización de los monumentos, su historia o nos centramos en fechas clave como la celebración del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo".

Toldos en las paradas

El precio del paseo en coche de caballos está estipulado en 45 euros para un máximo de cuatro personas. La duración del mismo oscila entre los 45 y 60 minutos. Cuando estos recorridos llegan a su fin, los cocheros tienen que detenerse en una de las nueve paradas dispuestas para ello. Se ubican en calle Placentines, Plaza del Triunfo, Archivo de Indias, Correos, Plaza de Toros, Torre del Oro, Plaza de España, Plaza de América y Monumento Gustavo Adolfo Bécquer. "Seguimos con nuestra reivindicación histórica de la instalación de toldos en estas paradas que nos protejan del sol. No hay sombra y tenemos serias dificultadas para cobijar a los animales", destaca Jiménez. Sin embargo, es el "clima de odio que en los últimos tiempos estamos viviendo lo que más nos preocupa", cuenta el portavoz de los cocheros.

Uno de los cocheros suministra agua a su caballo. Uno de los cocheros suministra agua a su caballo.

Uno de los cocheros suministra agua a su caballo. / Juan Carlos Vázquez

Amenazas a los cocheros

"Desde que regresamos a la normalidad, muchas personas nos insultan, nos amenazan y vienen expresamente a buscarnos para decirnos que maltratamos a nuestros caballos. No tienen ni idea de nuestro trabajo ni de lo que es este animal y los cuidados que les damos". No sólo Jiménez vive a diario esta situación, Jesús Castro la experimenta con asiduidad: "Nos amenazan los animalistas y gente de la calle, incluso insultan a los turistas que viajan con nosotros. Gente que se piensa que un caballo es un perro o un humano. Cada coche tiene dos o tres caballos que intercambiamos a diario. Se les alimenta convenientemente, se les cambia los herrajes..." y añade Jiménez: "Descansan en las cuadras municipales (con ocupación de 350 caballos para unas 400 plazas), que están en la carretera de la Esclusa, cuadras que cualquiera puede visitar y ver en las condiciones de limpieza que están y la atención veterinaria que tienen. Por las noches, llegan los guardas de seguridad. Durante los paseos, tenemos puntos de agua en todas las paradas, hay apeos para recoger el estiércol, que tiramos a un contenedor dispuesto para ello y que luego se recicla, y los caballo llevan enganchados a los arreos un plástico para que los excrementos no caigan al suelo que, igualmente, se deposita en el contenedor".

Para los trabajadores de los coches de caballos, esta mala imagen procede de antes del 92, cuando la situación no estaba "tan regulada" pero, desde la implantación de la ordenanza municipal, "todo cambió y sus modificaciones han mejorado el servicio". "Tenemos un grupo de vigilancia de la Policía, el Grupo Giralda, que ante cualquier anomalía da parte. Lo que no es justo es que se siga difundiendo la misma foto del caballo muerto. En Romerías y tiros de piedra, sí sufren más, pero en el servicio público no es así; nuestros caballos son atletas de élite”, insiste el portavoz, que concluye: "Hemos invitado a muchas asociaciones animalistas a que visiten las cuadras y nos acompañen en nuestro trabajo diario y siempre se han negado".

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