Los árboles atenúan la temperatura de la ciudad una media de 10 grados
Medio Ambiente
Expertos alertan de la falta de sombra generalizada en muchas calles y advierten de la necesidad de prepararse para el cambio climático
De medir la temperatura del aire al cobijo de la sombra que ofrece un árbol a hacerlo directamente bajo el sol en pleno mes de julio hay una diferencia media de diez grados. El papel que juegan los árboles en una ciudad como Sevilla es vital. Entre sus muchos beneficios, contribuyen a disminuir la radiación y la temperatura, sobre todo si son grandes ejemplares y forman doseles continuos, y mejoran la humedad relativa. Según datos del Ayuntamiento, Sevilla es una ciudad verde. Dispone de 22 metros cuadrados por habitante, cantidad que la sitúa a la cabeza del ranking nacional. En la ciudad hay alrededor de 180.000 árboles, pero en los últimos años se ha puesto en evidencia la falta de árboles, y por tanto de sombra, en muchos espacios urbanos alejados de los grandes parques. La Avenida de la Constitución, la Puerta de Jerez, la Alameda de Hércules, la Puerta Osario, la plaza Rafael Salgado, Virgen de Luján, Viapol..., las actuaciones urbanísticas y la tala de ejemplares por diversos motivos han convertido muchos lugares en prácticamente intransitables cuando el sol aprieta. ¿Se puede permitir una ciudad como Sevilla esta alarmante falta de sombra? Los expertos son categóricos: no. Hacen falta árboles en muchos lugares y un plan de acción para luchar contra el cambio climático que se dejará sentir con fuerza en las próximas décadas.
Enrique Figueroa, catedrático de Ecología de la Universidad de Sevilla y director de su oficina de sostenibilidad, es una de las personas más preocupadas por la política verde que se lleva a cabo en la ciudad: "Tenemos una necesidad actual y de futuro. Necesitamos sombra generalizada la mayor parte del año. El verano cada vez será más largo y es urgente un plan estratégico de acción contra el cambio climático que elevará las temperaturas en el Valle del Guadalquivir entre 3 y 6 grados en las próximas décadas, según las previsiones oficiales". Suyas son las mediciones que ponen de relieve las diferencias de temperatura, humedad y radiación existentes si se realizan bajo la sombra de un árbol o en su proximidad pero al sol. Dos ejemplos de dos zonas distintas de la ciudad. Una medición bajo uno de los árboles de la Avenida Diego Martínez Barrio a las 15:00 un día de julio arrojó un resultado de 34,5 grados. La misma medición realizada en el carril bici, sin sombra, dio una temperatura de 45 grados. En otra zona de la ciudad, en la Avenida de Kansas City, la misma medición arrojó un resultado de 34,5 grados bajo un árbol y 44 al sol. Esta variación es similar cuando se mide la humedad relativa o la radiación, como se puede ver en las gráficas junto a estas líneas, y sería prácticamente extrapolable a toda Sevilla.
El catedrático de la Hispalense insiste en la necesidad de que la ciudad esté preparada para combatir las altas temperaturas que ya se registran e incide, como ya ha hecho en otras ocasiones, en lo que considera un errónea política medioambiental: "Nada de esto se logra sin una poda mínima sólo cuando sea necesaria. En muchos casos no lo es y se hace y los árboles pierden funcionalidad. También hay que poner alcorques adecuados, con volumen suficiente y la tierra óptima, no con poco espacio, albero y compactados y con cubrealcorques inadecuados que no le permiten funcionar como un suelo higiénico para el árbol". También es vital saber elegir el tipo de árbol más adecuado para cada calle.
Figueroa reconoce que la sombra en muchas zonas de la ciudad no está bien resuelta, en especial en las peatonales. Un ejemplo claro es la Avenida de la Constitución y su entorno: "Es un desatino. ¿Por qué se quitaron sus grandes árboles? Se han puesto naranjos que son bonsais y nunca van a dar sombra. No tienen futuro. El naranjo va bien en calles estrechas. Se hacen cosas sin sentido, como poner bancos a pleno sol en la Puerta de Jerez. ¿Quién plantea el sombreado? Hay fallos muy graves desde el propio planteamiento de los espacios". También observa grandes diferencias entre distintos barrios, unos bien arbolados y otros sin árboles o aislados sin que puedan cumplir su función: "Hay que igualar las dotaciones por zonas".
En otras muchas calles de la ciudad se han eliminado las zonas verdes tras realizar obras. Ejemplos claros son los de Virgen de Luján, en Los Remedios, la propia Avenida y la Puerta de Jerez, José Laguillo, la Enramadilla y Viapol, la calle Rafael Salgado, en Bami, Puerta Osario... Otro caso de pérdida de zona verde, en este caso más sangrante porque fue el primer jardín público de Europa, es el de la Alameda de Hércules: "Es un horror. Es un espacio desértico y duro". Además hay que sumar la cantidad de árboles que han sido talados, y no sustituidos, cuyos alcorques permanecen visibles pero rellenados con adoquines, con asfalto o con tierra. Se pueden ver en infinidad de calles, como Feria, Adriano o San Fernando, por citar sólo tres casos.
El prestigioso dermatólogo y académico Ismael Yebra Sotillo también alerta de que la ciudad está falta de sombra e incide en la peligrosidad del sol: "Creo que sí que falta. Me llama mucho la atención la cantidad de árboles que hay en todas las ciudades del norte, por ejemplo, con una gran frondosidad, y allí no tienen las necesidades que tenemos nosotros de protegernos del sol y es fundamental, puesto que su capacidad cancerígena está más que demostrada". El dermatólogo explica que la falta de árboles en zonas como la Avenida de la Constitución no sólo es una cuestión ornamental. "Se ha perdido la cultura del respeto al sol. Necesitamos sombra, pérgolas, árboles de mayor porte. Desde la época antigua ya nos sabíamos proteger del sol. La ciudad musulmana tenía sus recovecos, sus zonas ajardinadas, las casas estaban diseñadas para usar las plantas bajas en verano y las altas en invierno. Está todo inventado, pero ahora se ha globalizado todo y en Sevilla se hace lo mismo que en los países nórdicos".
Además del temido cáncer de piel, el sol provoca un envejecimiento cutáneo, la aparición de manchas, o el agravamiento del lupus cutáneo. "También hay que decir que el sol, como el vino, bien usado es bueno". Como consejos, Yebra Sotillo explica que hay que evitar las exposiciones prolongadas de más de media hora y como protección recomienda las costumbre de toda la vida: usar sombreros o gorras, protección solar y evitar las horas centrales del día.
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