La cuenta a tiza y en la barra: "En el Vizcaíno para todo el mundo, desde el político hasta el pintor o el albañil"
La cerveza se sirve en tanque, según el legado de Manuel Vizcaíno: "Todavía me emociono cuando recuerdo a mi tío"
La cerveza más fría de Sevilla podría estar en este bar de la calle Feria
En la calle Feria se encuentra uno de los últimos bastiones de la memoria: Casa Vizcaíno. Fundado en 1936 por los hermanos José y Juan Vizcaíno, este mítico bar, donde ha parado alguna vez en su vida cualquier sevillano, mantiene desde hace casi nueve décadas un pulso constante con la historia y la rutina cotidiana. Ubicado en la antigua collación de San Juan de la Palma, donde estuvo la plaza de los Carros —rebautizada en los años 60 como plaza de Montesión—, el local sigue en 2025 en la mismo lugar, calle que vio nacer a Juan Belmonte apenas unos años antes de su fundación. En mismo edificio, durante los años veinte, había una negocio de tejidos y perfumes, Barroso y Sayago.
Lo regenta hoy Juan Gabriel Bejarano Vizcaíno, sobrino del que ha sido el alma del negocio durante décadas, Manuel Vizcaíno García-Avilés, quien recuerda emocionado a su tío mientras repasa los últimos pedidos antes de abrir la persiana del bar. El sol se cuela por una de las puertas laterales, y se escucha el bullicio del mercadillo del Jueves. La calle Feria tiene un sabor único. En todos los sentidos.
"Se me viene a la cabeza el primer día que entré aquí después morir mi tío hace veinte años, no pude hacerlo solo. Me tuvieron que acompañar. Es demasiado especial para mi recordar tantas vivencias con mis padres y con él", cuenta con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos. El negocio pasó a manos de Josefa, hermana de Manuel y madre de Juan, actual dueño desde entonces, quien ha sabido adaptarse a los tiempos, aunque reconoce: "Si mi tío levantara la cabeza, me mata. He metido comida, hemos hecho cosas que antes ni se pensaban. Pero después del COVID no podíamos seguir sólo con cerveza".
"Aquí hay de todo, y esa es la gracia"
El 80% de la clientela del Vizcaíno es fija, de diario, y eso es lo que mantiene viva la esencia del bar: "aquí te puedes encontrar a un político, un albañil, un pintor de vanguardia... Aquí hay de todo, y esa es la gracia. Todo el mundo confluye y convive aquí, todos tienen su sitio".
Casa Vizcaíno sigue tirando las cervezas como siempre: en tanque o caña. "Aquí no hay cortados ni historias. Tanque o caña. No hace falta más", sentencia Juan. Los camareros apuntan la cuenta con tiza en la barra, que sigue intacta desde su año de fundación, y Ángel García, uno de sus camareros sabe de memoria cuántas rondas lleva cada cliente. "Esto es memoria y oficio".
En las paredes, un cartel avisa que se prohíbe el cante, pero las fotografías de la pared dicen lo contrario. "Aquí se ve en las fotos que conservamos cómo era, y es el ambiente", comenta Juan señalando momentos vividos en el bar con tantos parroquianos.
Ubicado en una de las plazas más conocidas y populares de Sevilla, en lo que se denominaba la calle Ancha de la Feria, Juan recuerda que la manzana ha cambiado radicalmente a raíz de dos hitos en particular, como la construcción de las Setas de la Encarnación y la peatonalización de la Alameda de Hércules. Casa Vizcaíno permanece. "Aunque estemos en el centro, esto no es centro-centro. Aquí parece que no pasa el tiempo".
En esta misma calle nació Juan Belmonte en 1862, el Pasmo de Triana, y donde se mezcla la épica popular con la cotidianidad, en unas sevillanas maneras que permanecen intactas.
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