El cumpleaños de María Díaz Cortés se convirtió ayer en todo un acontecimiento social en el Vacie. Cámaras de televisión, fotógrafos de prensa, reporteros, activistas de ONG, políticos de la oposición y decenas de vecinos del asentamiento chabolista fueron pasando a lo largo de toda la mañana por la casa prefabricada sin calefacción ni agua caliente en la que vive esta mujer que acaba de alcanzar los 116 años.

Una tarta, un ramo de rosas, un bote de colonia Nenuco, un edredón con funda y sábanas... Los regalos se fueron quedando en la casa de esta gitana canastera que nació en Granada el 4 de enero de 1892 según consta en su DNI y que lleva más de cuarenta años residiendo en el Vacie. "María, ¿y usted que quiere que le regalen por su cumpleaños", pregunta una periodista. "Mama, ¡¡que qué quieres pa tu cumpleaños!!", le grita al oído su nieta Rafaela porque María casi no oye. "¿Yo? Una casita, qué voy a querer... Una casita, que ya va siendo hora".

"Hoy está espabilá la abuela", apunta Dolores Zaragoza, bisnieta, mientras contempla la escena mientras desayuna en el sofá. Y tanto que lo está. Sus nietas la han lavado y levantado de la cama en la que pasa la mayor parte del tiempo y la han trasladado al salón. Allí la han sentado en una silla de plástico y la han envuelto con las sábanas de colores que le regaló poco antes el portavoz del PP en el Ayuntamiento, Juan Ignacio Zoido. Mientras los rayos de sol le llegan a través de la puerta, su hija le da una jarra de leche en la que ha migado galletas. María lo toma con las dos manos y se lo bebe entero.

Parece estar a gusto. Cuentan sus familiares que hay días en los que habla mucho y otros, la mayoría, que se pasa el día acostada. "Anoche, por ejemplo, a las dos de la mañana, nos despertó gritando que quería caldo", dice entre risas una de sus bisnietas. "María, que cumple usted 116 años hoy", insiste la periodista. "Ojú", responde la anciana mientras juega con un ramo de rosas. La reportera le recuerda que hace unos meses la entrevistó y le dijo que tenía unos dientes muy grandes. María asiente, la mira fijamente y le dice "ay, hija, yo también tenía una buena dentadura, muy hermosa, pero... se perdió".

Una de sus parientes le acerca a la última de sus descendientes, Amparo, su tataranieta, una niña de tan sólo siete meses. Dos edades de la vida juntas con más de 115 años de diferencia. María juega con el bebé, le besa y le sonríe. Habla en un tono asombrosamente audible y tiene fuerza, aunque a veces se asfixia y se obliga a parar la charla para tomar aire.

Cuenta su hija, Dolores Martín, que no es consciente de su edad, ni tampoco de que es casi con toda seguridad la persona más longeva de España. De lo que sí es consciente es que se trata de un día especial por el trasiego de personas que entran en su casa. La anciana pasa sentada una hora en el salón y pide que la devuelvan a la cama. Es ahí donde está más cómoda, pese a que la casa no tiene calefacción.

La única comunicación oficial que le llega a esta mujer, que aporta sus 300 euros de paga a la familia, son ofertas de viaje del Imserso. "Pero si no se puede ni mover, ¿cómo va a viajar?". El Ayuntamiento se ha comprometido a estudiar el caso y ha ofrecido sacar del Vacie a María Díaz Cortés y llevarla a un asilo. Su hija responde indignada. "Eso que ni nos lo mienten, por favor. Ella tiene que morir con nosotros, con su familia. Yo creo que esta mujer se merece terminar su vida en una vivienda digna, que es española, que si fuera extranjera seguro que tenía mejor suerte".

Pese a lo animada que está, la familia dice que la abuela no es feliz y que sigue con vida por las atenciones de la familia. "Ajolá viniera la muerte a por mí", dice cuando alguien le pregunta si está bien de salud. La opción que intenta el Consistorio es realojar a la familia en una vivienda social, pero el asunto está en estudio desde hace meses.