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Sevilla

Dos chiclaneros que triunfaron en el 92

  • Paraíso. José Manuel Moreno Periñán fue el primer medallista de Barcelona 92 y el magistrado Antonio Moreno Andrade pronunció el pregón de Semana Santa de 1992

Fachada del Ayuntamiento de Chiclana.

Fachada del Ayuntamiento de Chiclana. / D.S.

LAS Cabezas de San Juan y Lebrija tienen playa en verano. El tren deja atrás esas estaciones tan unidas al himno de Riego o la publicación de la primera Gramática en español y nos bajamos en San Fernando-Bahía Sur. La isla donde no consiguieron entrar los franceses. Se cumplen treinta años de la Expo de Sevilla y de los Juegos Olímpicos de Barcelona. El 92 fue un buen año para Chiclana. Dos chiclaneros irán siempre unidos a ese guarismo mágico y tan colombino.

El ciclista de Chiclana José Manuel Moreno Periñán fue el primer medallista de los Juegos de Barcelona en cuya promoción cultural intervinieron los sevillanos Cristina Hoyos y Salvador Távora. Y Antonio Moreno Andrade, también chiclanero, que fue presidente de la Real Academia Sevillana de Legislación y Jurisprudencia y presidió la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, pronunció el pregón de Semana Santa de 1992, uno de los de más marcado acento social y ético que se recuerdan. Dos Morenos de Chiclana. ¿Serán parientes? Apellido que me remite a un poema de Borges, Milonga de los Morenos.

Rafael Román, que fue consejero de Cultura del Gobierno Andaluz presidido por Rafael Escuredo (con éste en el Congreso, fue la máxima autoridad en las horas de zozobra del 23-F de 1981), intentó sin éxito ser alcalde de Cádiz. Su hermano José María Román es el alcalde de Chiclana, que es al modo de Borges una manera de serlo también de Cádiz, con el permiso de Kichi (José María González) porque en Chiclana se encuentra el cementerio mancomunado en el que son enterrados o incinerados los que fallecen en la capital.

Antonio Moreno Andrade nació en 1945, el año de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. El mismo año que nacen el rockero Silvio y el cantaor Rancapino, éste también nacido en Chiclana. Imaginen un festival con voces de la Bahía Sur: Rancapino de Chiclana; Camarón, de San Fernando; Manuel Molina, de Algeciras; y Pansequito, de La Línea de la Concepción. Las patrias municipales (y universales) de Rancapino y Camarón, que murió en el 92, en plena Expo, comparten los terrenos del castillo de Sancti-Petri.

Esa coincidencia cronológica entre el magistrado-pregonero Moreno Andrade y el cantaor Alonso Núñez Núñez, nombre de pila de Rancapino, la destaqué en el prólogo para el libro Laurel y Rosas, un compendio de historias del periodista Juan Carlos Rodríguez, con un doble denominador común: versar sobre Chiclana, desde su pasado fenicio hasta las rutas napoelónicas, y ser publicadas en el Diario de Cádiz.

Chiclana es ciudad y pueblo, playa y campo, hoteles con encanto y casas en pagos rurales, cerca de la yeguada El Chaparral o el colegio Campano, que pertenece a los Salesianos. La patria chica, tan grande, del gran novelista de la zona, Fernando Quiñones, finalista del Planeta con 'La canción del pirata', que se murió sin verla llevada al cine. Alma de Alcances, el festival de cine de la Tacita de Plata, pregonero del Carnaval de Cádiz, italiano consorte, romano de la Caleta, inspirador de comparsas y chirigotas, entrevistador de Fidel Castro en La Habana, padre literario de la hetaira Hortensia Romero. Chiclanero del año 30 que murió en 1998. El mismo año que muere Manuel Irigoyen, el histórico presidente del Cádiz Club de Fútbol entre 1978, un año después de su primer ascenso, y 1992. Tan lunático como Quiñones, no fue finalista de la Champions, pero la convalidó por la Copa Libertadores fichando al salvadoreño Mágico González. Bajo su presidencia, el Cádiz estuvo diez temporadas en Primera. Incluida aquella 83-84 en la que en el estadio de Carranza nace oficiosamente la quinta del Buitre con los dos goles de Butragueño a Andoni Cedrún en un Madrid que entrenaba Alfredo DiStéfano.

Irigoyen tampoco ganó el Planeta, pero lo mereció con esa cabriola en virtud de la cual salvó al Cádiz de un descenso seguro con un play-off que condenó a las zahúrdas de la Segunda al Racing de Santander, que con los chicucos es Cádiz dándole la vuelta al mapa.

Trafalgar es el primero de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, que con sus primeros dividendos literarios se compró una casa en la Montaña. El expreso poético de Gerardo Diego y José María de Cossío, autor del tratado taurino que lleva su apellido, testigo en el Sardinero de la Oda a Platko que escribió Alberti en una final de Copa Barcelona-Real Sociedad y segundo apellido del Selu, el chirigotero que empezó con Época Vergüenza.

En Román paladino, Chiclana es la playa de La Barrosa, destino de cientos de sevillanos, y el balneario de Fuente Amarga donde numerosas parejas de novios empezaron su luna de miel. Chiclanero es el vino de una localidad que llegó a contar con un centenar largo de bodegas. Quedan los restos de algunas muy cerca de lo que ahora es el Polígono Industrial Pelagatos. En los pagos agrícolas, los gallos son los muecines de las ponedoras. Hay una historia de España que se puede contar sin salir de Chiclana, unas letras escritas por Quiñones con la voz telúrica de Rancapino, que tiene la descendencia en los carteles. Al otro lado, los paraísos de Vejer, Conil, Bolonia, los Caños de Meca y Zahara de los Atunes. Un pasado trimilenario en las cuentas de Antonio Domínguez Ortiz.

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