Desesperación en las Urgencias del Hospital Macarena: "Más de 12 horas para una radiografía y un electro"

Una mujer relata la "locura" que vivió en el centro el pasado lunes tras ser trasladada en ambulancia en estado de semiinconsciencia por un desmayo y permanecer allí desde las 12:30 horas a la medianoche

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Señal que indica los accesos a las Urgencias del Hospital Virgen Macarena.
Señal que indica los accesos a las Urgencias del Hospital Virgen Macarena. / Juan Carlos Vázquez

Ir a las Urgencias del hospital se ha convertido casi de manera habitual en un suplicio para las decenas de enfermos y sus familiares que, alertados por alguna dolencia, están obligados a desplazarse hasta este centro sanitario donde tienen que soportar largas colas y esperas. Si esa dolencia se presenta en verano, cuando las plantillas quedan bajo mínimos por las vacaciones del personal y las escasas contrataciones para sustituciones, el suplicio se puede llegar a convertir en una verdadera “locura”.

Es la descripción que hace la sevillana B. M. S. de la situación que vivió el pasado lunes en el Hospital Virgen Macarena y que ha relatado a este periódico a través de una carta. “El día 7 de julio pasado sufrí un desmayo con pérdida de conocimiento estando en el Comedor Social de San Juan de Dios en la calle Misericordia de Sevilla. Avisado el 112 llegó la ambulancia un tiempo, que se hizo largo, después y se me hizo electrocardiograma y medida de glucosa. Me dejó en Urgencias a las 12:30 horas, aproximadamente, donde se me clasificó y se me pasó a la sala de espera de medicina interna. Me atendió la doctora en la consulta 11. Se me hizo una analítica de sangre, un electro y una radiografía”, empieza la paciente en su escrito.

Aunque hasta aquí todo parece dentro de lo normal, lo que debía ser una atención médica urgente se convirtió en una experiencia de "abandono" y "descoordinación" que le tocó sufrir a esta sevillana en una camilla “en estado semiiconsciente, sin apenas poder hablar ni abrir los ojos”.

Uno de los episodios más llamativos del relato es el descubrimiento de una bolsa de suero, conectada a una vía intravenosa en su mano, que permaneció “olvidada” bajo su espalda durante ocho horas. “Había estado todo ese tiempo con la bolsa debajo de la espalda sin que nadie advirtiera su presencia ni su mal uso durante toda la estancia en Urgencias”, cuenta la mujer, que indica que fue su acompañante quien, al recolocar la ropa de la camilla, la encontró y la colgó correctamente, abriendo la salida del gotero. “Apenas diez minutos después, empecé a recobrar la conciencia y pudo hablar por primera vez en horas”, sostiene.

La paciente fue atendida finalmente por una doctora en la consulta 11 de medicina interna, donde se le realizaron nuevas pruebas como analítica, radiografía y un segundo electrocardiograma (el primero ya se había realizado en la ambulancia). Sin embargo, según denuncia la mujer, los resultados no se le comunicaron hasta las 00:30 horas del día siguiente, es decir, más de doce horas después de su ingreso.

“Durante horas nadie daba explicaciones. La consulta 11 terminó cerrando la puerta con llave para evitar que los pacientes, hartos de esperar, preguntaran por sus resultados. Mientras, otras consultas avanzaban a ritmo normal”, cuenta.

Una atención "normal"

Desde la dirección del hospital explican que la atención en Urgencias se está desarrollando "con total normalidad" y que los lunes "son días de un mayor número de pacientes en el área". Asimismo, detallan que los usuarios son atendidos "desde el primer momento en la consulta de triaje donde se prioriza la asistencia en función de la situación clínica y, por supuesto, la atención inmediata a los pacientes con prioridad 1 (aquellos que se encuentran en situación de riesgo vital inminente o emergencia extrema) y prioridad 2 (urgencias mayores que requieren atención rápida para evitar complicaciones graves)".

El relato de la paciente concluye con una dura crítica al funcionamiento del servicio de Urgencias. "Aquello no es un hospital, es una locura", afirma contundente. "Auxiliares desbordados, celadores que parecen aparcacoches buscando un hueco para cada nueva camilla, personal que no puede responder las preguntas del paciente sin quebrar la lealtad a la empresa, y médicos que carecen de la experiencia necesaria para actuar con la suficiente y debida flexibilidad que requiere la conveniente adaptación a cada caso y situación. Y pacientes de pie, sentados en sillas, sentados en el suelo, o en camilla llenando el espacio hasta un límite insoportable para ellos mismos y para los trabajadores", relata antes de concluir con un mensaje cargado de ironía marga: "Por favor, devuélvanme los impuestos que pagan esto porque yo me apeo".

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