Sevilla

De la honra a los muertos al necroturismo

  • Miles de sevillanos acuden al cementerio de San Fernando para homenajear a sus allegados fallecidos aprovechando la tregua que dio la lluvia por la mañana.

Que es día grande en el cementerio de Sevilla se aprecia en la cantidad de tráfico que hay desde la SE-30. El mediodía de ayer, festivo, en nada envidia a una hora punta de cualquier laborable. La rotonda del tanatorio, esa que da acceso también al asentamiento chabolista del Vacie, está colapsada. Los coches aparcan cerca del poblado y hay decenas de gorrillas que se dividen una pequeña parcela de tierra para sacar unas monedas. Apenas queda sitio. Hay quien vuelve a la ronda para buscar aparcamiento por el Polígono Norte y caminar un poco.

El día de los difuntos es hoy, pero miles de sevillanos acudieron ayer al cementerio de San Fernando a honrar a sus muertos. Quizás por eso los alrededores del camposanto presentaran un aspecto de feria que en nada acompaña al propósito de la visita. A unos metros de la puerta hay un señor que vende castañas asadas, como si estuviera en La Campana en plena Navidad, y los puestos de flores se han multiplicado. Hay ramos de todo tipo, desde los cristantemos clásicos, hasta con el toque hortera de los escudos de Betis y Sevilla.

Ya lo dijo el que fuera Defensor del Ciudadano, José Barranca, que aquella imagen no era la más adecuada para un cementerio romántico como el de Sevilla. Como si se le hubiera avisado, el propio Barranca aparece cruzando desde el hospital de San Lázaro. La Policía regula el tráfico en la puerta del camposanto para impedir que se acumulen los coches y no se pueda circular.

En la explanada de la entrada, hay varias personas congregadas en una esquina. No están consolando a ningún ser querido, sino comprando cupones de la ONCE a un vendedor apostado junto a la avenida central que da acceso al camposanto. Dentro, por fin, se acaba el mercadeo y aparece el respeto. Miles de personas recorren las calles del inmenso camposando. Algunos, sobre todo las mujeres mayores, van cargadas con cubos de plástico en busca de una fuente para limpiar las tumbas de sus allegados. Muchos son gitanos. Cuentan que se llevan la comida y pasan el día honrando a sus muertos, aunque la amenaza de lluvia acorta el homenaje.

Raro es quien, a la vuelta, no le echa un vistazo a Paquirri, cuyo mausoleo sobresale a la izquierda según se entra. Dos señoras valoran la estatua que lo representa. "Es demasiado moderna, y él no era tan moderno", le dice una a la otra. Junto a él hay otro panteón de toreros ilustres, y también apellidos de rancio abolengo, mezclados con desconocidos. Ese es el encanto del cementerio de San Fernando, que en los últimos años incluso está siendo objetivo de algunas visitas guiadas. Es lo que algunos llaman el necroturismo, algo que lleva años ofertándose en otros países y que hasta ahora, en Sevilla, era todavía un tabú.

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