A imagen y muy poca semejanza
Calle Rioja
Fin de curso. Once alumnos ajenos al medio que hicieron un taller de fotografía exponen sus trabajos, el viaje de lo técnico a lo conceptual, en El Fotómata.
VIOLETA es la madrina de todos ellos. De los once alumnos que participaron en el curso de fotografía que de enero a junio les impartió en El Fotómata Miguel Martín Rueda. Violeta cumple hoy veinte días de vida. Su madre, Eloísa Ramos (Sevilla, 1977) vivió el embarazo de forma paralela a un curso cuyo resultado es la muestra Líneas de salida.
No son fotógrafos profesionales. Hay un ingeniero de montes, un empresario arruinado, una gestora cultural, un profesor de Universidad, un cámara de televisión, dos psiquiatras... El balance ha sido tan bueno que para la próxima edición habrá catálogo.
Alejandro Antona (Alcalá del Río, 1959) es el que más relación había tenido con la fotografía. Trabajó con Emilio Sáenz y revelaba en un laboratorio casero. Ha retomado la práctica veinte años después y ha sido pasar del siglo XIX al siglo XXI, "del laboratorio a un ordenador extraño". Para su ejercicio sobre contraluces se fue a la Feria de Sevilla.
Trabajar de operador de cámara de televisión le permitió a Besik Mchedlishvili (Tbilissi, Georgia, 1984) el traslado de lo técnico a lo conceptual del que habla Martín Rueda. El georgiano que nació en la ciudad donde el Betis fue apeado de la Recopa en 1978 muestra paisajes andaluces, portugueses y una nevada de su patria .
También vuelve a sus orígenes Alejandro López (Almería, 1975), ingeniero de montes, que muestra en las estribaciones del cabo de Gata el contraste entre una construcción caliza y otra volcánica. Claroscuros rocosos. José Labrador (Lora del Río, 1966), médico, aprovechó un viaje del grupo a Cádiz a visitar la Cámara Oscura para reflejar el impacto visual del puerto y una escena de playa en la punta de San Felipe.
Tres hombres y una mujer. Los hombres son tres gaditanos de avanzada edad fotografiados por Auxi Campos (El Castillo de las Guardas, 1972) para avalar plásticamente "una visión positiva de la vejez". "La mujer es mi madre", y señala a Remedios captada junto a una vitrina "de cuando se casó". A María José Acuña le interesa mucho la geografía de la piel y eso que no es dermatóloga, sino psiquiatra. La piel interior.
"Grupo de mujeres". No se le ocurre otro título a César Pérez (Toledo, 1973), sobre su ejercicio. De su relación con el medio, dice que "soy un empresario arruinado que se dedica a la fotografía". "Se trata de que cada uno descubra su manera de ver el mundo. No creo en las modas y en las tendencias". Niega por tanto Martín Rueda que se pueda hablar de una escuela, de una promoción. Son once miradas. Estas ocho y las de Eduardo Gentil, Rocío Atienza y el argentino Matías Radulovich.
Eloísa le da el biberón a Violeta mientras Lía, su otra hija, espera en la puerta. La ternura de la escena convive con el trabajo de la aplicada madre, que titula Las actas de los mártires. "No hago bodegones ni naturaleza muerta. Me gusta experimentar con el cuerpo humano". Trabajó con una modelo real "famélica, casi enfermiza", para canalizar sentimientos contradictorios. De niña hacía fotos con una zenit 122. No se conocían. Ahora son amigos. Les une esa pasión por la fotografía de la que hablaba Julio Cortázar en un relato, Las babas del diablo, que Antonioni trasladó al cine en la película Blow Up.
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