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Patrimonio
  • El popular ventorrillo situado en el camino de San Jerónimo, inmortalizado por Bécquer en su obra, permanece abandonado, amenazado por especulación y sin ser declarado BIC pese a haberlo pedido el Pleno

  • Piden al Ayuntamiento su compra para rehabilitarlo como un gran centro cívico y cultural

La indignante agonía de la Venta de los Gatos

Estado de calamidad de la Venta de los Gatos, con un cartel que anuncia su venta. Estado de calamidad de la Venta de los Gatos, con un cartel que anuncia su venta.

Estado de calamidad de la Venta de los Gatos, con un cartel que anuncia su venta. / Juan Carlos Muñoz

Un lugar que forma parte de la Sevilla legendaria y permanece en el más absoluto de los olvidos. La recuperación de la popular Venta de los Gatos, inmortalizada en la obra de Gustavo Adolfo Bécquer en su obra, no puede esperar más. Pese a los llamamientos del Pleno municipal para su protección y los mensajes planeando su compra, el inmueble languidece en un estado de conservación absolutamente lamentable. La Junta de Andalucía debería comenzar a tramitar el expediente para su protección; y el Ayuntamiento, por su parte, decidirse por comprar el inmueble para crear un gran centro cívico y cultural en una zona necesitada de este tipo de recursos, al tiempo que sería un espacio para recordar al poeta universal sevillano.

Aunque en Sevilla existen diversos lugares relacionados con Bécquer, la Venta de los Gatos es prácticamente el único de ellos que permanece en pie sin haber sufrido una transformación que le haga irreconocible. Este espacio situado en el siglo XIX a las afueras de la ciudad, camino de San Jerónimo, se encuentra hoy en la zona norte de la Macarena, en el espacio conocido como Macarena Tres Huertas, rodeado de bloques de pisos. La Venta de los Gatos aparece en la obra de Bécquer los días 28 y 29 de noviembre de 1862 en el periódico El Contemporáneo. “Es un alegato extraordinario sobre la destrucción del patrimonio. Él lamenta cómo ha cambiado la ciudad tras su vuelta de Madrid. Le preocupaba el cambio en la fisonomía de los edificios y en la vida de las personas. Esa defensa que hace de la conservación del patrimonio convierte a la Venta de los Gatos en la representación viva de lo que acontece en el resto de la ciudad”, explica Joaquín Egea, historiador y presidente de Adepa.

La importancia de la Venta de los Gatos era ya importante siglos atrás. Como demuestra que en el siglo XVIII formara parte de los bienes del convento de Santa Clara. Era un lugar alegre que se encontraba en el camino hacia el monasterio de San Jerónimo. Bécquer trata esa alegría en sus poemas. Pero ese ambiente risueño cambia cuando se inaugura el cementerio de San Fernando el 1 de enero de 1853. “Aquel camino ha dejado paso a la tristeza. Ahora sólo encuentra a sepultureros y personas relacionadas con el cementerio”.

Otra perspectiva del antiguo ventorrillo en la que se puede ver su estado de ruina. Otra perspectiva del antiguo ventorrillo en la que se puede ver su estado de ruina.

Otra perspectiva del antiguo ventorrillo en la que se puede ver su estado de ruina. / Juan Carlos Muñoz

Pero las referencias de Bécquer a la Venta de los Gatos, además de ser una alegoría de la destrucción de la Sevilla más pintoresca, es una reivindicación del cante flamenco. Cuenta Rogelio Reyes que la presencia de Bécquer en la Alameda, había nacido a apenas unos metros, le habrían influido sin duda para acrecentar su gusto por ese arte popular. Siguiendo la estela de Fernán Caballero sitúa dos coplas en la Venta de los Gatos. Una es una soleá: “Compañerillo del alma, mira qué bonita era: que se parecía a la Virgen de Consolación de Utrera”. Y una seguirilla: “El carrito de los muertos / pasó por aquí, / como llevaba la manita fuera / yo la conocí”.

La Venta de los Gatos era muy conocida en la ciudad. Se cita en textos relacionados con la Guerra de la Independencia. Se describe como una casita blanca con una cubierta de tejas rojizas y otra en la que se combinaban las tejas verdes y negras. La casa ha pasado por muchas manos a lo largo de su historia. Recuerda el periodista y escritor Nicolás Salas que en 1928 había instalada una empresa de mármoles regida por José Suárez. Los hermanos Álvarez Quintero, que promovieron el gran monumento a Bécquer en el Parque de María Luisa cuenta que gracias a una iniciativa popular encabezada por un modesto escritor sevillano, Manuel Díaz, se colocó en la venta una placa en la que se recordaba su gran interés.

Son muchos los sevillanos que a lo largo de los años han intentado, de uno u otro modo, salvar esta antigua venta para conservar el espíritu y la leyenda de Bécquer. Uno de ellos fue el excelente escultor umbreteño Antonio Illanes. “Él hace el busto que se conserva en las inmediaciones. En aquellos tiempos también se levanta la barriada de los Golondrinas alrededor”. A partir de entonces, la venta ha entrado en una espiral que impide su restauración y utilización.

Busto de Bécquer realizado por Antonio Illanes. Busto de Bécquer realizado por Antonio Illanes.

Busto de Bécquer realizado por Antonio Illanes. / José Ángel García

Un vistazo a la hemeroteca revela las distintas situaciones que se han vivido desde entonces. En el año 2004, su propietario pide una cédula urbanística para saber cómo está la casa para su conservación. En 2006, desde la delegación de Cultura de la Junta de Andalucía se advierte que el edificio no cuenta con protección alguna. En 2008, otra persona como propietaria eleva una queja ante el Defensor del Pueblo porque no le permiten construir más altura. “Le contestan que no ha lugar. La venta es de una sola planta y señalan que hay una información de Cultura sobre una posible declaración como bien de interés etnológico. En 2015, la asociación cultural Con los Bécquer en Sevilla pide que sea declarado BIC para evitar su venta y que sirviera a los vecinos de la zona”, sostiene Egea.

En febrero de 2017, el grupo de Participa Sevilla en el Ayuntamiento lleva al Pleno que se solicitara la declaración como Bien de Interés Cultural a la Junta de Andalucía. Se aprueba por unanimidad. Cultura contesta pasado el tiempo que no ha recibido la solicitud. “Lo que más duele es que nadie se preocupe por lo que se aprueba en los Plenos. ¿Qué ha pasado? ¿No se ha tramitado o que Cultura lo ha traspapelado? No se entiende”. En el año 2020, el Ayuntamiento reitera la petición sin resultados hasta la fecha.

El 18 de enero de 2021, Adepa preguntó qué pasaba tanto a la Junta como el Ayuntamiento. “Recibimos la callada por respuesta. Es una vergüenza que Cultura guarde silencio en casi todo y que el Ayuntamiento no se interese por un tema que ha aprobado en el Pleno”. Adepa también gestionó con el Consistorio la posibilidad de comprar el inmueble: “Se planteó. Pasó el tiempo y ahí sigue hecha una ruina. Podía ser un centro cívico y cultural para la zona, un punto de referencia cultural digno”.

Otra perspectiva del antiguo ventorrillo en la que se puede rodeado por los bloques construidos en los 70. Otra perspectiva del antiguo ventorrillo en la que se puede rodeado por los bloques construidos en los 70.

Otra perspectiva del antiguo ventorrillo en la que se puede rodeado por los bloques construidos en los 70. / Juan Carlos Muñoz

Adepa espera que se produzca un movimiento claro y decisivo para que la Venta de los Gatos se declare BIC. “Lo han pedido muchas personas, intelectuales y gente de relevancia. Tienen que escucharlos. La Carbonería, un lugar mucho menos importante, se declaró BIC en tres días. El Ayuntamiento tiene que comprar la casa y de forma paralela insistir en la protección”, resume Egea.

Mientras la Venta de los Gatos real sigue languideciendo, siempre se puede buscar su esplendor y su espíritu en la obra de uno de los poetas más universales que ha dado Sevilla: “En Sevilla, y en mitad del camino que se dirige al convento de San Jerónimo desde la puerta de la Macarena, hay entre otros ventorrillos célebres uno que, por el lugar en que está colocado y las circunstancias especiales que en él concurren, puede decirse que era, si ya no lo es, el más neto y característico de todos los ventorrillos andaluces...”.

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