Jóvenes investigadores para asegurar el relevo científico desde Sevilla

Bella Mora, Nicolás Capelo y David Gómez, primer y segundo Premio Ateneo para Jóvenes Investigadores, tienen menos de 30 años, currículos universitarios de excelencia y un futuro investigador prometedor

Dos sevillanos en el 'top' mundial de los investigadores más citados

Un momento de los trabajos de los jóvenes investigadores en el Instituto de Biomedicina de Sevilla.
Un momento de los trabajos de los jóvenes investigadores en el Instituto de Biomedicina de Sevilla. / Gabriel Hinojosa

Tienen menos de 30 años, una profunda vocación por la ciencia y el deseo de contribuir al avance del conocimiento en beneficio de los pacientes. Una cantera de élite empeñada en asegurar el relevo científico con investigaciones brillantes. Algunos han ganado experiencia en prestigiosos centros extranjeros, otros nos descartan esa vía en su incipiente carrera, pero todos han logrado hacerse ya un hueco en la excelencia investigadora del país.

Bella Mora Romero, Nicolás Capelo Carrasco y David Gómez Fernández son sólo tres de los representantes de una generación de jóvenes científicos que están dando un impulso importante a la investigación desde Sevilla. Buscan avances en el complicado mundo de las enfermedades raras, aquellas que padecen unos tres millones de personas en España, para las que se tarda años, incluso décadas, en obtener un diagnóstico y para las que apenas sólo el 5% cuenta con un tratamiento específico.

Sus trabajos sobre nuevas vías terapéuticas de enfermedades mitocondriales los han convertido en los últimos merecedores ganadores del prestigioso Premio Ateneo de Sevilla para Jóvenes Investigadores en su cuarta edición, convocado por la vocalía de Medicina y Ciencias Afines del Ateneo liderada por el doctor José Pérez Bernal, para quien el objetivo de estos galardones es “motivar y dar visibilidad a jóvenes investigadores, cuyos trabajos son del máximo nivel en el ámbito internacional”.

Desde la organización convocante destacan este premio como “una muestra de la apuesta del Ateneo de Sevilla por el talento joven local”, siendo condición indispensable para la presentación de estudios que los firmantes sean naturales de Sevilla, o tratarse de investigaciones desarrolladas en instituciones locales. Económicamente, suponen la entrega de 2.400 euros al primer premio y 1.200, al segundo. Socialmente, según reconocen los premiados, significan una “gran repercusión” a un trabajo “vocacional” no exento de “desafíos y precariedad”.

Para Bella y Nicolás, el Premio Ateneo ha supuesto un importante reconocimiento a nivel social, permitiéndoles dar a conocer al público general las investigaciones que se llevan a cabo en Sevilla. Ambos destacan la vocación como principal motor de su trabajo y la satisfacción de poder divulgar sus hallazgos de manera accesible a través de los medios de comunicación. “Al final, todo es fruto de muchas horas en el laboratorio y mucho tiempo que no dedicamos a nuestra familia o amigos. Que te recompensen, tanto desde el punto de vista económico, como de repercusión social se agradece muchísimo”, reconoce Bella.

Más allá del reconocimiento, los investigadores subrayan la importancia de trasladar sus descubrimientos a los pacientes y asociaciones de enfermedades raras. Saber que su labor tiene el potencial de marcar una diferencia en la vida de estas personas es su principal fuente de motivación, a pesar de encontrarse aún en etapas tempranas de la investigación. “Sentir ese abrazo cercano de la sociedad que reconoce el esfuerzo en lo que estás trabajando y la oportunidad de poder transmitir lo que estas haciendo para que aquellos hacia los que van dirigidas nuestras investigaciones, en este caso las personas con enfermedades raras y complejas, sepan que nos implicamos para que algún día tengan una cura, es indescriptible”, añade Nicolás.

Coincide con ellos David Gómez, quien destaca la importancia de este reconocimiento, especialmente para grupos de investigación que trabajan en enfermedades raras y mitocondriales, ya que “a menudo no reciben tanta atención y recursos como otras áreas de investigación más conocidas”. Para él, aparte de la cuantía del premio, “vale mucho más el reconocimiento al trabajo, sobre todo, a los que nos centramos en avanzar en el campo de las enfermedades raras”, enfatiza el joven.

Hoy, varios meses después de haber sido galardonados, abren las puertas de los laboratorios desde donde contribuyen al avance de la ciencia en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS) y el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD), en la Universidad Pablo de Olavide, para mostrar a la sociedad el día a día de los que dedican su vida a la investigación.

Bella Mora Romero y Nicolás Capelo Carrasco. Primer Premio

Enfermedades mitocondriales más allá de las neuronas

Bella Mora y Nicolás Capelo, en el laboratorio de su grupo de investigación en el IBiS.
Bella Mora y Nicolás Capelo, en el laboratorio de su grupo de investigación en el IBiS. / Gabriel Hinojosa

Bella y Nicolás son de la provincia de Huelva, pero se han formado en Sevilla. Ella tiene 26 años y estudió Biomedicina Básica y Experimental en la Universidad de Sevilla antes de cursar el Máster en Investigación Biomédica junto a Nicolás, su compañero de investigación. La joven asegura que desde temprana edad mostró interés por la investigación en temas sanitarios, especialmente en comprender los mecanismos subyacentes a las enfermedades.

Cuenta que echó en falta tener más conocimiento sobre las posibles opciones universitarias hacia la investigación antes de su etapa en Secundaria, pero, que haber conocido finalmente la existencia de una carrera especializada en investigación biomédica en Sevilla fue decisiva en su elección. “Es una pena, pero la investigación es un área muy desconocida. Yo, hasta que llegué a Bachillerato no tuve conocimiento de las posibles vías que había para poderme dedicar a ello. A mí siempre me habían gustado los temas sanitarios, pero como médica no me veía, mi interés era más el poder llegar al detalle de por qué suceden las enfermedades y de ahí mi elección por la Biomedicina”, explica Bella.

Nicolás, por su parte, de 29 años, estudió Farmacia y Óptica antes de realizar el mismo máster que Bella. Aunque en un principio se planteó estudiar Medicina o Biomedicina, finalmente optó por Farmacia al no alcanzar la nota requerida. Fue durante la presentación de la carrera cuando descubrió la posibilidad de dedicarse a la investigación como farmacéutico. “Yo siempre he querido investigar y, además, siempre en las líneas del cáncer o del cerebro, me parece una cuestión interesantísima. Cuando descubrí que desde Farmacia también había una salida hacia la investigación, supe que no me había equivocado”, relata.

Hoy, saben que acertaron. Que el sacrificio de las horas entre tubos y pipetas de laboratorio merece la pena. Sus caminos se unieron hace varios años cuando se puso en marcha la investigación ahora premiada, bajo el título La deficiencia del complejo mitocondrial de la microglía durante el desarrollo induce disfunción glial y letalidad temprana. El trabajo forma parte de las tesis doctorales de ambos bajo la dirección del doctor Alberto Pascual en el IBiS y versa sobre el papel de la microglía, un tipo de célula del cerebro poco conocido por el público general, en las enfermedades mitocondriales.

“La investigación ha supuesto una novedad al estudiar la repercusión del defecto mitocondrial en la microglía, en lugar de centrarse únicamente en las neuronas como se había hecho hasta ahora”, explican los jóvenes investigadores. Los resultados obtenidos muestran que este tipo celular juega un papel crucial en los síntomas de estas enfermedades raras y graves que afectan desde el nacimiento. Este hallazgo abre nuevas vías para el desarrollo de terapias dirigidas específicamente a la microglía, complementando los enfoques centrados en las neuronas.

El proyecto se inició hace aproximadamente cuatro años y medio, cuando Bella y Nicolás comenzaron su máster. A partir de unos resultados preliminares prometedores, se embarcaron en una extensa batería de experimentos, combinando diferentes líneas de animales. Su objetivo ha sido resaltar la relevancia de la microglía, las células encargadas de eliminar desechos y células muertas en el cerebro, más allá del foco tradicional en las neuronas.

Las enfermedades mitocondriales primarias son un grupo heterogéneo de trastornos poco frecuentes causados por defectos en la función de las mitocondrias, las centrales energéticas de las células. Estos trastornos suelen manifestarse desde el nacimiento con síntomas neurológicos graves como encefalopatía, fatiga, mareos, problemas motores, ataxia y epilepsia. El síndrome de Leigh es una de las formas más conocidas dentro de este espectro de enfermedades.

Aunque los genes afectados en el estudio de Bella y Nicolás difieren de los implicados en el síndrome de Leigh, los ratones modelo empleados mostraron una patología muy similar, revelando una estrecha conexión entre ambas condiciones. “Estos hallazgos destacan la relevancia de la microglía en la fisiopatología de las enfermedades mitocondriales primarias y abren nuevas perspectivas para el desarrollo de terapias dirigidas a este tipo celular”, explican.

Bella y Nicolás reflexionan sobre los desafíos que implica investigar en España. Si bien reconocen la calidad de la ciencia que se realiza en el país y el valor de los profesionales que la llevan a cabo, señalan las dificultades económicas y la precariedad laboral como principales obstáculos. “A pesar de contar con recursos limitados en comparación con otros países, los investigadores españoles logran competir y publicar en revistas de alto impacto gracias a su esfuerzo y dedicación”, reconocen.

Ambos han tenido la oportunidad de realizar estancias en el extranjero durante su doctorado. Ella en Edimburgo (Escocia) y él en Friburgo (Alemania). Esto les ha permitido conocer de primera mano las diferencias en recursos y enfoques de investigación.

Sin embargo, destacan la necesidad de replantearse la exigencia de largas estancias postdoctorales en el extranjero como criterio preferente para la consolidación de la carrera investigadora en España. “No se tienen en cuenta las circunstancias personales y familiares de cada investigador”, lamentan.

David Gómez Fernández. Segundo Premio

Medicina personalizada para enfermedades mitocondriales

David Gómez en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo en la Olavide.
David Gómez en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo en la Olavide. / M. G.

David Gómez Fernández es un biólogo sevillano de 27 años, galardonado con el segundo premio Ateneo de Sevilla para Jóvenes Investigadores por su trabajo centrado en nuevas vías terapéuticas de enfermedades mitocondriales. La investigación, titulada Una corrección farmacológica de múltiples objetivos de una mutación del gen LIPT1 de la lipoiltransferasa en modelos celulares derivados de pacientes, fue desarrollada en el marco del grupo de José Antonio Sánchez Alcázar en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD) y publicada en la revista Antioxidants en agosto de 2024.

El estudio se enfoca en proponer un tratamiento con potencial terapéutico para pacientes con una enfermedad rara causada por una mutación en el gen LIPT1, responsable de la lipoilación de proteínas mitocondriales, cuya deficiencia deriva en enfermedades como el síndrome de Leigh. La investigación utilizó como modelo fibroblastos derivados directamente de pacientes y neuronas inducidas obtenidas mediante reprogramación directa. “La investigación que realizamos nosotros en el laboratorio es realizar medicina personalizada para las enfermedades mitocondriales, es decir, usamos la célula derivada de los propios pacientes para probar en ella tratamientos y que en un futuro puedan servir para los propios pacientes”, explica David Gómez.

La investigación se centra en una mutación que provoca una disfunción de la mitocondria, un orgánulo esencial para la generación de energía en la célula. Los pacientes afectados, en su mayoría niños, no cuentan con tratamientos efectivos y enfrentan dificultades para llevar una vida normal debido a las afectaciones causadas por la disfunción mitocondrial. El equipo de investigación busca encontrar una combinación de fármacos que pueda mejorar, al menos en cierta medida, la calidad de vida de estos pacientes.

La medicina personalizada es un enfoque novedoso en el tratamiento de enfermedades, especialmente en el caso de las enfermedades mitocondriales. El grupo de investigación de Sánchez Alcázar en el CABD se destaca por utilizar células derivadas de los propios pacientes para probar tratamientos potenciales, con el objetivo de que en un futuro estos tratamientos puedan beneficiar directamente a los pacientes afectados.

“Buscamos una combinación de diferentes fármacos con los que poder mejorar la calidad de vida de los pacientes en la menor medida posible”, señala David Gómez sobre el enfoque de su investigación.

El estudio galardonado se centra específicamente en una enfermedad rara provocada por una mutación en el gen LIPT1. Este gen es responsable de la lipoilación de proteínas mitocondriales, un proceso esencial para el correcto funcionamiento de la mitocondria. Cuando se produce una deficiencia en la función del gen LIPT1, puede derivar en enfermedades graves como el síndrome de Leigh.

Se trata de una enfermedad neurológica progresiva que afecta principalmente a niños y se caracteriza por un deterioro del desarrollo motor y cognitivo, así como por la presencia de lesiones en el cerebro. Actualmente, no existe un tratamiento efectivo para esta condición, lo que hace que investigaciones como la de David Gómez sean de vital importancia para mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados.

Una de las fortalezas de la investigación radica en el uso de modelos celulares derivados directamente de pacientes. Los fibroblastos, células de la piel, se obtienen de los propios pacientes y se utilizan como base para el estudio. Además, mediante técnicas de reprogramación directa, se obtienen neuronas inducidas a partir de estos fibroblastos, lo que permite estudiar los efectos de la mutación y los tratamientos potenciales en un modelo celular más relevante.

“Me enganchó lo de hacer medicina personalizada. Era algo novedoso y que no se suele hacer en todos los grupos. También es muy importante para mí la cercanía y tener ese impacto en la vida de los pacientes”, comenta David Gómez sobre su motivación para unirse al grupo de investigación de Sánchez Alcázar, hoy con resultado de premio.

Aunque la investigación aún se encuentra en una fase temprana, los resultados obtenidos hasta ahora son prometedores y abren la puerta a futuros desarrollos en el campo de la medicina personalizada para enfermedades raras y mitocondriales.

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