Cuando la bata del estudiante cotiza
Las marismas azules desde un quinto sin ascensor
Metrópolis. Laboriosa.
El callejero del barrio es una aldea almonteña en la ciudad, nomenclatura rociera para el peregrinar de la vida, vecinos que llegaron solteros y son abuelos. Barrio de trabajadores que acogió a nueva población de inmigrantes.
Uno lleva el Simpecado, otro las Carretas y un tercero va con Los Romeros hasta el Ajolí y las Marismas. Simpecado, Carretas, Los Romeros, Ajolí, Marismas son nombres del callejero de la barriada de El Rocío. Los más antiguos recuerdan las máquinas de Penibética de Construcciones, la empresa que la construyó entre 1969 y 1972. Los más modernos pueden conocer la historia en la placa situada en la esquina con avenida de San Lázaro.
"En este lugar, Cortijo del moro Gaucín o Wazir en época árabe, puso luego un campamento para la conquista de Sevilla el rey San Fernando, al mando de Diego López de Haro...". Casi ocho siglos después, han vuelto los árabes a estos terrenos que fueron sucesivamente fincas de renta del hospital de San Lázaro, propiedades de los frailes de San Jacinto, Huerta de las Almenas y barriada bajo la advocación de la Virgen del Rocío por iniciativa del alcalde Juan Fernández.
Junto a la placa del moro Gaucín o Wazir hay carteles de un Kebab, la peluquería Yousef y la carnicería Hamid. Hamid es el aféresis de Abdechamid Boudra, marroquí de Tánger que vino a Sevilla primero de turismo desde Vittel, localidad francesa famosa por sus aguas medicinales, y después se instaló en la carnicería que le traspasó su compatriota Hassan. Ha ido al Rocío. "Varias veces. Soy musulmán, pero estoy abierto a todas las culturas, a todas las religiones. Mi padre decía que las puertas de Tánger no se cerraban nunca, ni de día ni de noche". En Sevilla nacieron sus tres hijos: Salma, Mohamed y Marian, que le acompaña en el negocio, donde siempre hay una silla para su amigo el pintor Ahmed ben Yessef.
El centro neurálgico de la barriada El Rocío es la asociación de vecinos Federico García Lorca, en la calle Blanca Paloma. Todavía no han quitado los farolillos que pusieron para la Feria. "Los dejamos para un cumpleaños y me dijeron que siguieran hasta el Rocío", dice Carmen Aranda, hija del sastre Aranda, socia de la asociación y encargada del bar. La única mujer entre hombres que juegan al dominó bajo un televisor donde Arguiñano prepara un cóctel de sabores.
Cuando sale la palabra jubilados, salta Manolo Bocanegra. "Yo los mantengo a todos". Lleva treinta años viviendo en la barriada El Rocío y los mismos trabajando en el hospital Virgen del Rocío. Nadie más rociero que Bocanegra, encargado del turno de celadores. Antonio Holguín es electricista en el de San Lázaro. Cuando se casó se fue a vivir a un piso en calle Ermita del Rocío; quince años después se mudó a Coria del Río. "Vengo huyendo del Rocío. Barcos para allá, coches para acá". Polémica en la mesa de dominó. "Aprovéchate, que esto es Sevilla". "¿Pero el Rocío no es de Huelva?", pregunta Holguín. "Es sólo una semana". "Todo es una semana en Sevilla", comenta con sorna y resignación Carmen Aranda, "la Semana Santa, la Feria, el Rocío".
En la misma sala donde juegan al dominó hay tres retratos: Clint Eastwood, David Bowie, Juan José Padilla. "Los pinta mi marido, el del torero ya está vendido", dice Carmen. El autor se llama Julio Ángel Gordillo, que trabajó como ceramista en Isla Mágica, Terra Mítica y otros parques temáticos. José Domínguez vive en la barriada El Rocío desde que se casó en 1973. Sufre los efectos colaterales de la romería. Sus dos hijos son hijos del barrio, nacidos en el vecino hospital de la Macarena. Uno trabaja en El Corte Inglés, el otro en un hotel. "Los dos se echaron novia en Hinojos y se fueron allí a vivir". Una de las nueras hace el camino con la hermandad de Hinojos y el abuelo tiene que hacerse cargo de los nietos. Antes de jubilarse, era carnicero. "Ahora hay tres carnicerías árabes en el barrio". La de Hachid y dos más.
La patrona del barrio está presente en un azulejo que preside el jardín próximo a la avenida Leal Castaño. "Está un poco abandonado porque tenemos un jardinero que es morito y como está de Ramadán no trabaja este mes. Ni come nada hasta las nueve de la noche". Sitúa las barriadas colindantes: enfrente, pisos color albero, La Barzola; más cerca del hospital, los núcleos conocidos como El Chocolate y El Carmen. En la zona opuesta, la calle Los Romeros, con parada del 14 y ya abierta al tráfico, separa El Rocío de la Hermandad del Trabajo.
Antonio Holguín, el vecino tránsfuga que vuelve todos los días a ver a su madre, resume la historia de la zona. "Era un barrio de trabajadores que se ha convertido en un barrio de emigrantes". José Sosa, chapista jubilado, asiente. "En mi bloque, de los veinte vecinos sólo quedamos cuatro de los antiguos". Son 32 bloques y salvo las cinco torretas, los demás tienen cinco pisos sin ascensor. "Las personas mayores terminan vendiéndolos".
El chapista mide sus mudanzas por los embarazos de su mujer. "Me casé y vivíamos en una casa de vecinos en la calle Feijoo, junto a Santa Catalina. Se quedó mi mujer en estado y nos vinimos a la barriada del Carmen, a una habitación vacía que tenía mi suegra hasta que nos dieron las llaves del piso. Las escrituras las firmamos en una notaría de Alcalá de Guadaíra. Entramos con piedra pómez y con agua. Mi mujer estaba embarazada del segundo, Alfonso, que ya tiene 45 años".
Holguín cuenta historias rocieras: la foto que le hizo a la Hermandad de Dos Hermanas entrando en los pinares de Aznalcázar, "el azul de la carretera, el blanco de las flores, el marrón de los bueyes, el verde de los pinos". O la que le acaba de mandar su hermana, que hace el camino con Camas, de las carretas de Fuengirola cruzando el Quema. "Todos los veranos vamos a Fuengirola". Cuna de gente muy distinta: Girón, Anguita, Juanito... "Girón inventó la paga del 18 de julio. Los terrenos de la mezquita de Fuengirola eran de Girón de Velasco". Evoca la fortaleza de Sohail que fue castillo árabe y cuartel de la Guardia Civil "donde vi tocar la guitarra a mi primo Vicente Amigo". También lo vio en el teatro de la Maestranza, que cierra la temporada con la ópera La Bohème de la que hay carteles entre La Barzola y El Rocío.
"Éste es un barrio de artistas", dice Holguín. "La hija de Antonio Bayón, presidente de la asociación de vecinos, es Isabelita Bayón, grande del baile que actuó muchas veces en Japón".
Vecinos de La Palmilla, La Carrasca, El Torrejón
En la barriada El Rocío hay dos tipos de edificaciones: unos pisos de ladrillo, de 60 metros cuadrados; y otros de color verde y blanco, la seña de identidad del barrio, algo mayores, dotados de terraza. La encargada de la asociación de vecinos, Carmen Aranda, llegó al barrio desde La Palmilla, donde vive Juan Ramírez Corro, primer delegado de Deportes del Ayuntamiento que presidió Luis Uruñuela. Antonio Castillo reside en El Torrejón y acude todos los días a la asociación de vecinos "como profesor de dominó". El carnicero Hachid reside en la vecina barriada de La Carrasca. "Vivo en el mismo piso desde que llegué. Si tengo buenos vecinos, ¿para qué me voy a mudar?". Menos cerdo, vende todo tipo de carnes. Atiende a un cliente de Guinea. "Tenemos una clientela variada", dice Marian, hija del carnicero, "musulmanes, españoles, muchos vecinos, ingleses, franceses, gente que viene de otras ciudades y nos conocen por internet". Marian todavía no conoce el Rocío; va todos los veranos a Tánger, destino de la oferta de una agenda de viajes del barrio que ofrece estancia, ferry y bus a cómodos precios. Marian no sabía que Sevilla tuvo un arzobispo, el cardenal Amigo Vallejo, que llegó de la diócesis de Tánger. Le resulta más familiar El tiempo entre costuras de María Dueñas.
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