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Bajan las matriculaciones

Casi 12.000 niños menos en los colegios de Sevilla

  • La crisis vacía las aulas de Educación Infantil, la etapa más afectada por el desplome demográfico

Aula de segundo ciclo de Infantil, la etapa más perjudicada por el descenso de la natalidad.

Aula de segundo ciclo de Infantil, la etapa más perjudicada por el descenso de la natalidad. / D. S.

La crisis sigue dejando su negra estela en la sociedad sevillana. Uno de los ámbitos más afectados por la debacle económica –y todas sus consecuencias– ha sido el educativo. Los profesionales de la enseñanza han visto durante los últimos años cómo las aulas de centros educativos públicos y privados se han ido vaciando de alumnos. La bajada de la natalidad ha hecho mella, principalmente, en los colegios, donde el número de matriculados en el segundo ciclo de Infantil (de 3 a 6 años) se ha reducido en más de 11.700 menores.  

La década pasada, en pleno boom inmobiliario y ante el auge de la natalidad, todo hacía prever que la oferta educativa en Andalucía, y por ende en la provincia de Sevilla, resultaría insuficiente a corto plazo. Sin embargo, la grave crisis que atravesó el país cambió por completo este panorama. Los problemas financieros y la escalada del paro provocaron que el número de nacimientos mermara. Una de las primeras actividades en resentirse de este fenómeno fue la educación. Las aulas entraron en un ciclo inverso. Y ahí siguen. Pierden alumnos. Esta situación ha provocado cierta alerta, de la que ha informado el Senado a partir de los datos que publica cada año el Ministerio de Educación.

Dicho informe constata la tendencia mencionada. Si se parte de números globales, la provincia de Sevilla es la que más crece de Andalucía en matriculaciones desde el curso 2008/09. En la comunidad autónoma hay cuatro provincias que han sufrido una bajada. Las matriculaciones en el sistema de enseñanza sevillano han pasado de las 349.289 a las 366.727 en dicho periodo. Esto supone una subida del 5%, cifra bastante superior a la media andaluza, fijada en un 0,13%. Por tanto, la educación sevillana puede presumir de fortaleza en el número de alumnos frente a lo sucedido en otras provincias de la comunidad autónoma.

Ahora bien, el sentido del análisis cambia por completo cuando se atiende las diferentes etapas de la enseñanza. La primera y principal –pues determina el futuro del sistema– es el segundo ciclo de Educación Infantil, de carácter no obligatorio pero que cursa la mayoría de los niños de entre tres y seis años para garantizarse un puesto en el colegio. Aquí es donde se observa una considerable merma en época reciente.

Para realizar esta comprobación hay que remontarse al curso 2009/10, pues en el anterior aparecen aún unidos los dos ciclos de Infantil. En aquel entonces los colegios sevillanos contaban con 67.882 matriculados en la referida etapa. La cifra más alta, no obstante, se alcanzó dos cursos después, con 72.150 alumnos. Ello obedece a que entonces llegaban a las aulas los niños nacidos en los últimos años del apogeo económico.

También era fruto de la época en la que el Gobierno de Zapatero facilitó los cheques-bebé como modo de incentivar el aumento de la natalidad. El pasado curso tal cifra se reducía a 60.420 matriculaciones. Por tanto, desde septiembre de 2009 el número de niños en los colegios sevillanos se ha reducido en 7.462, un descenso que es aún mayor si se compara con el curso 2011/12. La pérdida se eleva a 11.730 alumnos.

El pico más alto de las matriculaciones en Infantil se registró en el curso 2011/12

La tendencia no parece tener freno, pues los datos de los últimos cursos demuestran que esta etapa va perdiendo escolares cada ejercicio. Desde 2012 no se registra ningún aumento. Entre 2016 y este año la bajada ha sido del 2,8%. En dos cursos se han registrado 1.734 matriculaciones menos. Todo indica que la sangría continuará, lo que ha puesto en alerta el sistema general de enseñanza y, especialmente, el universitario, que se nutre de estos alumnos.

Ante esta realidad hay dos posturas, o mejor dicho, dos formas de reaccionar por parte de los profesionales del sector. Por un lado, hay sindicatos que consideran que la bajada del alumnado supone una oportunidad para dotar de mayor calidad el sistema de enseñanza, especialmente el público. Consideran que la reducción debe ir acompañada de una disminución en la ratio, es decir, del número de estudiantes por aula, uno de los criterios fundamentales para lograr la calidad educativa. Esta circunstancia también propiciaría por parte del equipo docente una atención más especializada y personalizada a los escolares desde que pisan el colegio, lo que contribuye a garantizar una mayor probabilidad de éxito educativo.

Una clase con niños de cinco años. Una clase con niños de cinco años.

Una clase con niños de cinco años. / D. S.

Pero esta bajada también ha sido tomada por los sindicatos como una amenaza ante un posible cierre de líneas educativas, algo que se ha comprobado los últimos años, especialmente cuando se han renovado los conciertos con centros de titularidad privada.

El Gobierno de Susana Díaz –que tiene las competencias en esta cuestión- ya alertó de que la eliminación de unidades tendría que ser equitativa tanto en la enseñanza pública como en la concertada, una medida que molestó bastante a las patronales del sector, que se aferraron a la demanda existente en determinados barrios de este tipo de educación. Las sentencias dictadas al respecto han dado la razón a los dueños de estas escuelas, a las que la Administración autonómica ha tenido que restituir las unidades suprimidas.

El vacío de las aulas ha coincidido con una época de recortes y severos ajustes que han provocado gran malestar en la comunidad educativa. El Ejecutivo andaluz pretende ahora resarcir esta pérdida con grandes convocatorias para opositar al cuerpo de maestros y profesores. Más docentes con menos alumnos.

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