Educación

El aumento del alumnado en FP casi triplica al de Bachillerato

  • La demanda de empleados con perfil técnico dispara las matriculaciones en el Grado Superior

Módulo de una FP sobre Automoción.

Módulo de una FP sobre Automoción. / D. S.

La crisis no sólo ha restado matriculaciones. También ha dado un nuevo impulso a las enseñanzas posobligatorias. Antes de que se produjera la debacle económica el sector de la construcción, en pleno auge, ofrecía grande facilidades de inserción laboral, mayormente a jóvenes que no iban bien en los estudios y que deseaban ponerse a trabajar para ganar un sueldo. Esta coyuntura propició que, acabada la etapa obligatoria, muchos adolescentes sevillanos dejaran la enseñanza. El estallido de la burbuja inmobiliaria hizo trizas esta realidad. Quienes no tenían preparación suficiente fueron los primeros en conocer los estragos del paro. No había oportunidades en el mercado laboral para ellos. Muchos retornaron al aula. A los centros de educación permanente.

Las nuevas generaciones aprendieron la lección y comprobaron que continuar en los institutos era la mejor opción para encarar un futuro poco optimista. Ahí comenzó el renacer de las enseñanzas posobligatorias. Tanto el Bachillerato como la Formación Profesional han visto incrementado el número de alumnos. La etapa preuniversitaria ha sumado 3.350 jóvenes más desde 2008, lo que supone en términos porcentuales un aumento del 12,85%. La cifra más alta se alcanzó en el curso 2013/14, con 30.185 matriculaciones.

Sin embargo, la verdadera revolución en este periodo se ha producido en la FP. En las titulaciones de Grado Medio el aumento ha sido, hasta cierto punto, moderado: 2.342 alumnos más en diez años. La subida espectacular se ha registrado en las de Grado Superior, que ha sumado 6.271 estudiantes. Si se unen ambas etapas, la subida porcentual ha sido del 38%, cifra que triplica la alcanzada en el Bachillerato. Además, en el caso de los ciclos formativos de Grado Superior –a diferencia de lo que ocurre en Bachillerato– la tendencia alcista lejos de detenerse o disminuir, continúa adelante.

Para entender este impulso hay que detenerse en las necesidades del nuevo mercado laboral. Tras la etapa de ajustes en las plantillas, las empresas reclaman ahora una mano de obra con un perfil más técnico, es decir, más acorde con la Formación Profesional que con los grados universitarios. De hecho, muchos de los titulados en FP son demandados en países europeos.

Un joven realiza prácticas de FP Dual en el laboratorio de una cooperativa de aceite. Un joven realiza prácticas de FP Dual en el laboratorio de una cooperativa de aceite.

Un joven realiza prácticas de FP Dual en el laboratorio de una cooperativa de aceite. / Víctor Rodríguez

Debido a esta mayor conexión entre los institutos y las empresas, surgió en 2013 la FP Dual, una variedad que ha triunfado entre los jóvenes andaluces. Ocho de cada diez estudiantes de dicha modalidad consiguen trabajo. Una expectativa que explica el éxito entre los sevillanos, muchos de los cuales han encontrado en estos módulos una vía para volver a los estudios, tras acabarlos en la ESO o abandonarlos antes de concluir la formación reglada. Esta enseñanza discurre en su mayor parte en las prácticas que se realizan en las empresas colaboradoras. Por tal motivo, las especialidades que imparte un instituto se adecuan a su entorno productivo. Una cualidad que hace más atractiva la educación. Las compañías que participan se garantizan, ademas, una futura cantera de empleados.

El porvenir de las FP parece bastante halagüeño a tenor del informe publicado por el foro de investigación Educa 20.20, que evidencia que seis de cada diez empresas andaluzas demandan empleados de dicho perfil. En palabras de los profesionales, esto provoca una “sobrecualificación”, ya que muchas veces los contratantes buscan trabajadores en la universidad, cuando su nicho de empleo se encuentra en la Formación Profesional, verdadero motor del mercado laboral.

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